Jhonnatan no tiene trabajo, solo se está cachueliando; el
invierno le ha perjudicado con las obras y en casa discute con su mujer porque no
les alcanza para pagar las deudas que han contraído con el banco.
Además su madre le ha pedido que se vaya de su casa; que es
tiempo que viva solo con su familia. Ella piensa que de esta manera él madurará
y terminarán los problemas con Camila.
¿Un par de chelas? – Jhonnatan le sonríe a Mario. ¿Tienes
para la primera botella? – Mario le sonríe a su amigo. Sí, siete soles aquí.
¡Vamos!
Van al mismo lugar que frecuentaban años atrás, un bar con
una rocola.
Esta es buena – Jhonnatan elige “Después de ti” de Alejandro
Lerner y la gente que está más sintonizada con la cumbia los miran. ¿Sigues
enamoradizo cholo? He cambiado bastante cholo – Mario recuerda a Elizabeth, que
ella es la única que ha usado el diminutivo cholito con él. Qué bueno chino, ¿o
sea no hay trampa? – Mario sabe que Jhonnatan no puede estar sin una “trampa”. Ya
un año que le soy fiel a Camila, y no es porque falte oportunidad; lo que pasa
es que creo que ya he madurado. ¿Cómo así? Escucha cholo, en una chamba he
conocido una flaquita de 19 años, imagínate es una chiquilla bien rica ya, y me
ha dicho así de la nada, que le gusto y que estaría conmigo. ¿Y tú, qué le has
dicho? Nada, la he ignorado porque no quiero tener problemas con Camila. Me
parece bien. ¿Y tú sigues de pajero? Ya huevas, no te he contado que llegó
Elena.
Jhonnatan siempre tuvo sus dudas con respecto a Elena, a
pesar que siempre se veía muy santificada; tenía unos gestos y se aislaba mucho
del resto de la iglesia por lo que no le podía agarrar confianza.
Creo que estás cagao con Elena. Yo también pienso lo mismo –
Mario pide un par más, no ha usado los siete soles de su amigo, piensa en pagar
un taxi para que lo lleve a su casa -, pero es lo que me ha tocado. Pero, ¿y
Elizabeth? No existe, es una ficción literaria. Ya huevón, me vas a decir qué
es tu novia imaginaria, como tus amigos Sebastián y Antonio. Sí chino,
Elizabeth no existe – Mario piensa que Elizabeth saldrá de su mente y corazón
una vez que se vaya de Lima y que podría pasar como cuando era niño, y creaba
personas imaginarias; quizás eso sea Elizabeth, una creación de su imaginación.
A ver dame tu celular – Jhonnatan toma un vaso seguido. ¿Para qué?, nadie
agarra mi celular; ni que fueras mi flaca – solo se lo ha permitido a Elizabeth.
Ya huevón, dámelo. Está bien – Mario entrega el celular y Jhonnatan revisa la
lista de contactos -, ya vez no hay nadie con ese nombre. No huevón, puede ser
que no se llame Elizabeth, a ver, puta tienes un montón de llamadas de: Eddy, Adelayda,
William, Julio, Máximo, Vanesa, Nataly, etc.; una de estas flacas debe ser,
¿quién es Nataly? Es la secretaria del estudio donde trabajé en vacaciones. ¿Y Adelayda?
Es una amiga de la universidad. ¿No me digas que Elizabeth es Máximo? Ya ves
huevón, ya estás borracho.
Se acercan a la rocola, Mario quiere elegir una de Corazón
Serrano, pero recuerda que a Elizabeth no le gusta así que busca una de William
Luna. Las canciones que pone Mario le hacen pensar a su amigo que Elizabeth si
existe.
Eres un huevón cholo, a veces me da ganas de sacarte la
mierda. ¿Por qué Chino? Porque tienes todo para ser feliz y se te ocurre irte
de tu casa, enamorarte de la mujer de tu mejor amigo, y ahora paras sufriendo
por una ficción literaria. Pégame Chino. ¿Quieres? Sí, sácame la mierda, eso es
lo que me merezco. Te vas a poner a llorar huevón. Sí me pegas como le pegaste
a ese pata en las rejas, no voy a llorar porque me voy a quedar inconsciente.
Jhonnatan se pone a llorar.
¿Qué fue Chino? – Mario se sorprende -, oe Chino, ¿qué fue?,
así no me vas a pegar. Nada huevón, es que Camila no entiende que me mato todos
los días para sacar plata y me molesta por cualquier cosa; y mi mamá quiere que
me vaya de la casa, como ya tengo mi casa quiere que me vaya allá; pero si me
voy ya no tendré su apoyo y me las veré solas y eso me da miedo. Pero así es la
vida Chino. Sí, pero Camila me jode mucho y no quiero vivir con ella.
Entiéndela, después de todo lo que pasó, claro que no va confiar de la
noche a la mañana. Me saca en cara todo, hasta del plato de comida que yo
compro, me saca en cara de lo que como.
Mario pide dos más, pero la señorita que los atiende ya no
quiere venderles.
Señorita, mi pata y yo no nos vemos desde hace un año, no sé
si se recuerda de nosotros, nosotros siempre hemos venido por aquí y no somos
faltosos, un par más por favor. No joven, ya estamos cerrando, está cerrado el
local y tu amigo está mal. Le prometo que no le vamos a molestar, además hemos
puesto para dos canciones más y todavía no llega nuestra canción. Ya está bien,
pero solo le vendo una.
A esa flaca le haría el amor, pero tendría que ponerle una
bolsa en la cabeza - Jhonnatan se seca las lágrimas. Huevón respeta. Sí huevón,
hace rato que te está cobrando ocho lucas por botella. Es que ya son más de las
once, ya no atienden. Y por qué el bar está lleno.
La chica trae la botella, la destapa y pone en la mesa,
vuelto doce soles de veinte. Mario se molesta y le exige el
sol que falta, porque la botella está siete.
Pero te he dado tu vuelto, allí tienes tus trece soles – la chica
es muy cínica. Pues aquí cuento muy bien señorita, yo soy profesor y soy muy
bueno con los números: uno, dos monedas de un sol y un billete de diez soles;
¿cuánto es eso?, son doce soles; usted debe darnos trece soles. Ay me he
equivocado – la chica lo dice con una sonrisita burlona -, aquí tiene profesorcito.
Los dos se van abrazados, Mario para un taxi y regatea; está
con la idea que todos quieren aprovecharse de su estado de alcoholismo y no
quiere dejarse sorprender. El tercer taxi le acepta ocho soles hasta Chimú, con
una parada en la Av. Universal para dejar a Jhonnatan. En el trayecto Mario cranea cómo puede ayudarle a su amigo.
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