Carta de Julián

Escribiendo la carta

Estimada Elena,

Quiero contarte que estoy nuevamente en la universidad… te sorprenderás de qué es lo que hago con mi vida… seguro te preocuparás porque no ha mejorado mi economía – decir que te preocuparás es una pretensión, pero quiero pensar que así es – y sigo emprendiendo estudios distintos.

Sabes he conocido a personas especiales, tengo amigos… ¿Puedes creerlo? Ahora tengo amigos: amigas y amigos. Me gustaría que te pusieras celosa, - voy a pensar que has tenido cierto temor porque he conocido gente interesante que podría alejarme de ti -.

Pensé que me llamarías por mi cumpleaños, pero solo te molestaste en escribirme “Feliz cumpleaños”, y ese fin de semana esperé que te acercaras a casa para ir a comer juntos. Pero no volviste… ya son tres meses que no has vuelto… ¿volverás?

Supuestamente es verano, ya deberías estar de vuelta. El año pasado, después de tu ausencia por 6 meses – un largo invierno – volviste para el verano. ¿Estás esperando que el clima loco de Lima se defina y podamos decir que ya es verano?

Mi muy querida Elena, a ver si me escribes y me compartes algo de lo tuyo.

Te adoro,

Julián 

Las cosas bonitas de la vida

Lo ves, yo lo estoy viendo… es un joven de piel clara, alto… lleva el cabello corto… lo ves… no luce bien: la misma chompa de siempre, azul para que se vea serio, pantalones de tela – que por lo usados que están parecen de seda -. 

Te has dado cuenta que lleva medias deportivas… en esos zapatos negros de vestir que me dice que le hace doler... Y los lentes… esos lentes están rayados.

Qué privilegio ser joven… Cuántos debe tener… Esta sonriendo… no, no esta sonriendo, es un tic nervioso… acaba de recordar a su padre que esta muy jejos. Acaba de recordar a su madre que esta muy ausente.

Lleva un aire inocente… a pesar que visita a una prostituta.

Lo ves… es joven.

¿Recuerdas la historia del rey?

¿Recuerdas?, ¿recuerdas el cuento del rey? Lo hice por ti, pasé toda la noche y madrugada tramando algo para emocionarte. Hubo momentos en que me decía que no servía, que no te llegaría al corazón.

Sabes qué posición ocupo del cuento y cómo se sacrificó tal personaje. En cambio, tu personaje no se sacrificó en nada, no le importó nada, absolutamente nada… solo se dolió como para no verse tan egoísta. 

No puedo pensar que tengas los mismos sentimientos que yo. No concibo, ahora menos que antes, que seas capaz de sacrificio alguno para pasar un día conmigo. Miro hacia atrás y me doy cuenta que solo me has dado el tiempo que te sobraba.

Por favor ya no vuelvas

 Espero que alguien venga y me diga si así no es su mirada.

• ¡Medias rojas!
• ¿Qué? ¿no te gustan?
• Me parece raro.
• Échate, aquí – da golpes en la cama, a su lado -. Fue un regalo de una amiga del trabajo y por lo mismo que se ven raros es que los uso solo contigo.
• Traje vino – le da de beber de la botella.
• Gracias – sonríe mirando los ojos de su acompañante, le quita la botella y le da de beber -, así… así… todo… eres tú quien tiene que perder el control.
• Déjalo allí, sabes que me tengo que ir – le acaricia la cabeza.
• Te amo – le gusta cuando le coge la cabeza -, no te vayas.
• No me pidas eso – se besan, se acarician, les salen lágrimas – Dame tus llaves, no te preocupes en bajar, abro las puertas y subo para darte las llaves.
• No, yo te despido abajo – se sienta al borde de la cama y busca sus zapatos.
• Por favor quédate aquí, no bajes te va dar frío. Aquí tengo las llaves, no bajes… ¿ya? – el joven agacha la cabeza, se pone triste y mueve la cabeza negativamente, ella vuelve a pasar su mano por su cabeza – No seas malito, hazme caso… ¿ya? – él está llorando porque sabe que va ser la última vez que la vea – Ya no eres un niño… yo voy a  volver – el joven afirma lentamente subiendo y bajando la cabeza.

Ella abrió las puertas, volvió a la habitación, él estaba en la cama mirando la pared.

• Me voy.
• Pero no vuelvas ¿ya?
• ¿Eso quieres?
• Sí, eso quiero. Por favor ya no vuelvas.