Thursday, April 28, 2016

Pesar

Sebastián sigue en la cama mirando el techo. Tiene frío, pero sobre todo está triste. Piensa en Alejandra y su desprecio. Juega con sus pies desnudos colocando la planta de uno sobre el empeine del otro para calentar las plantas.

Tiene que ir a la universidad, tiene una práctica y no ha estudiado. Además tiene que ver el trabajo de su grupo, y apoyar a Sonia con su trabajo de investigación. Quisiera quedarse en la cama, pensando en Alejandra, quisiera poder tener tiempo para llorar por lo solo que está.

Coge el poemario que tiene en su mesita de noche, lee el poema “El cuadradito de Alejandra”, y recuerda cuando ella le prometió que jamás le abandonaría. Alejandra ha sido la persona más complicada y sutil que él ha conocido y por eso mismo le embarga el miedo de no saber qué es más conveniente: si luchar por volver con ella, o dejarla ir, esperando que el tiempo la saque de la cabeza. Igual sufre, abraza su almohada. Suena el celular.

Hola Sebastián, soy Sonia, por favor no te olvides que hoy hemos quedado para que me ayudes, te espero al medio día en el comedor. No te preocupes, allí estaré.

Sebastián se levanta de la cama, pisa frío porque las sandalias las tenía lejos, se las pone y va directo a la ducha.

Deja caer agua en su nuca, no importa el frío. Se enjabona, echa champú, recuerda cuando tuvo en esa misma ducha a Alejandra y contempló su tierna anatomía, recuerda el olor de jabón de su nuca y lo bonito que fue pasar su nariz por sus oídos. No volverá hacerlo, ya no podrá olerla más, se desespera y le caen lágrimas que se combinan con el agua que le limpia la espuma.

Se viste. Sale rumbo a la universidad.

Entra al salón, una señorita le llama por su nombre y le pide para que haga el trabajo, él acepta. Mientras está haciendo la práctica, se le acerca David y le pide que le ayude con algunas preguntas, Sebastián no se hace problemas y le pide el celular a su amigo para fotografiar lo que ha trabajado hasta el momento. De lejos escucha a Keni riendo y molestando a David, no voltea, sabe que es Keni.
Termina la práctica, agradece a su compañera y sale rumbo al comedor para ver a Sonia, queda con que él hará el trabajo.

Fuera de la universidad toma un jugo, ya es la una y recién está con el desayuno. Estando sentado en ese restaurante mira que Alejandra llega en un auto, está con un joven apuesto, éste le acomoda el asiento y Sebastián se pone celoso, les sigue con la mirada hasta que entran a la universidad. Recién se levanta, paga su cuenta y camina rumbo a la Wisse para ir a su trabajo.

En el camino solo piensa en Alejandra y que  no tiene ganas de hacer nada. No almuerza, no tiene hambre. Llega al colegio, firma su entrada y la directora nota su pesar.

¿Por qué esa cara coleguita? Tengo un problema personal directora. Qué te puedo decir coleguita, problemas hay muchos y todos los tenemos, pero hay que saber sobrellevarlos. Lo sé – Sebastián quisiera llorar para que esa buena mujer le consuele -, por eso mismo estoy luchando, ahora mismo no quisiera ni siquiera trabajar ni hacer nada, pero estoy aquí para cumplir mi trabajo, voy a la universidad para salir adelante, estoy haciendo mis tareas aunque no tengo ganas de nada; siento que la vida no vale  pena. Yo sé que no crees en Dios, yo creo en Dios y cuando estoy así pienso en que Dios me ha traído aquí para una misión y eso me consuela porque cumplo mi misión; tú también debes pensar así, tendrás muchos problemas, pero tú tienes una misión, tú eres un buen maestro y cada vez serás mejor, tus alumnos llegarán a admirarte y eso te hará feliz porque estarás cumpliendo una misión, los problemas pasan por algo, para que seas mejor persona. Muchas gracias, quisiera poder tener fuerzas y ganas para seguir adelante, ahora solo me quedan pocas fuerzas, me siento muy solo, estoy muy solo – Sebastián llora -, no sabe cuánto me duele todo esto, quisiera no estar aquí, quisiera poder salir y correr, perderme – se le entrecortan las palabras -, no sabe cuán mal me siento, no tengo ganas de nada, ya no tengo ganas de nada. Hoy solo tienes un par de horas con el Cuarto “B”, yo entraré a tu salón, tómate el día libre – la directora le soba comprensiva en la espalda.


Sebastián se seca las lágrimas, se retira del colegio, toma el carro y va rumbo a su casa. Llega a su habitación, se quita la ropa y se echa a dormir. No puede dormir, escribe un mensaje a Alejandra, piensa que luego se arrepentirá, pero no se arrepiente. Él la ama, y no importa si ella le increpa algo, ya no importa nada, quizás se estará burlando de él; quizás Alejandra se dirá, podre Sebastián, sigue insistiendo; quizás ni tomará en cuenta el mensaje. 



Monday, April 25, 2016

Te pido perdón

Te pido perdón
Como todas las veces que tú NO me lo pediste
Que esperé demuestres tu miedo
De ya no tenerme.

Te pido perdón
Por no quererte lo suficiente
A pesar que quien demostró más
Fui yo y no tú.

Te pido perdón
Hoy que un débil frío me abraza
Y reflexiono que necesitaré tu calor este invierno
Como tuve la frescura de tu juventud el verano.

Te pido perdón
Porque te abandoné dos veces
Y te hice llorar
Como lloré todas las veces que me dejaste.

Te pido perdón
Porque no estaré contigo en un día especial
Y no será porque no quiera
Sino porque tú no me quieres a tu lado.

Te pido perdón
Porque tengo mucho miedo
Que te he escrito y no llega tu respuesta

Que no quiero que sea así para siempre.




Sunday, April 17, 2016

Cien poemarios

Sebastián intenta tocarla en el rostro, pero ella le rechaza. Él está jadeante de tanto correr para darle el encuentro, ella le mira y piensa en lo apuesto que está, pero no puede decírselo.

Aquí tienes Sebastián, ¿bajamos a la Chimú? Quería que me acompañes a Santa Anita, tengo que hacer unos trámites, luego podemos almorzar juntos, yo invito; hoy tengo tiempo hasta las dos y media. Estoy muy cansada, te puedo acompañar a la Chimú para lo de la Sunat, pero de allí ir a Santa Anita, no. Pero solo es un momento. No Sebastián. Entonces ya para qué ir contigo. Sebastián, no te pongas así. Alejandra, vete, yo sabré que hacer – Sebastián se voltea y trata de irse cuando Alejandra le coge del brazo. No te vayas cholito. Déjame. No, no te vayas cholito – Alejandra sabe que se ha portado mal. Ya no quiero Alejandra, me quedaré aquí, me meteré en la biblioteca, leeré y luego iré a mi trabajo. Está bien,  pero no te resientas cholito. Olvídalo Alejandra. Adiós.

Sebastián camina hacia la universidad, tiene el característico nudo en la garganta. Necesita agua, compra agua mineral y se va a la biblioteca, antes de entrar llama a Elena.

Sebastián, qué bueno que llamas, estoy muy preocupada por ti. ¿Cómo estás Elena? Feliz, Freddy está aquí y estamos ya haciendo los preparativos. Elena, estoy fatal, Alejandra me dejó otra vez. Pero ella no te ama Sebastián, qué más puedes esperar. No sé qué esperar. Déjala, olvídate de ella. Estaba tan animado con mis proyectos, ya publiqué el poemario, estaba pensando en pagar pronto mis deudas y luego sacar un préstamo para comprar un auto y llevarla a su trabajo, recogerla; me imaginaba tantas cosas. Sebastián, preocúpate en tus deudas, un auto no está a tu alcance, ya deja de endeudarte que me estás preocupando. Elena, la amo mucho. Lo sé, pero tienes que olvidarla. No puedo. Igual, tendrás que hacerlo porque ella se alejará de ti. Tienes razón, al final se irá como tú te fuiste. No digas eso Sebastián, yo siempre voy a estar a tu lado.

Sebastián entra a la biblioteca, pide un libro sobre ecología y se pone a leer. Está molesto, le envía un mensaje a Alejandra.

Quería estar contigo hoy, hace mucho que no tenemos tiempo juntos; siempre es tu trabajo, la universidad, Víctor, tu familia y hoy que teníamos un tiempo que coincidíamos, hoy estás cansada y me dejas solo.

Alejandra no contesta. Sebastián timbra al celular de Alejandra, pero ella no contesta.

Después de dos horas, Alejandra llama.

¿Qué pasó cholito? Quiero decirte que ya no te quiero ver. ¿Por qué? – Alejandra suena sorprendida. Porque tú no tienes tiempo para mí, solo tienes tiempo para tus trabajos, para tus ensayos, para lo tuyo. Estás molesto porque te dejé hoy, ¿es eso verdad? Sí, pero ya fue; no quiero saber más de ti.
Se cortó la comunicación porque se acabó el saldo de Alejandra. Sebastián no la llama y se va a su casa.

*******  
Elena mira a su pequeño.

¿Qué pasa mi amor? Verlo así tan tierno, me ha hecho recordar a Sebastián. ¿Qué pasa con él? – Freddy se pone celoso. Nada, solo que está mal y me ha puesto nostálgica. Sebastián es muy complicado, déjalo que él está acostumbrado a sus problemas; a veces pienso que nunca dejará de estar en problemas, quizás el día que no tenga problemas ese día dejará de ser Sebastián o será que habrá muerto. No digas eso, Sebastián es muy creativo, hizo su poemario, ¿lo leíste?, allí tengo uno. No, pero ya vi que le estás ayudando con sus ventas. Sí, en mi trabajo logré vender treinta.

***** 
Sebastián entra al baño, se lava la cara y sale rumbo a la casa de Alejandra.

Le regalaré estos libros, ella podrá venderlos y así sacar algo para que se compre lo que guste – son 101 ejemplares del poemario, uno de ellos está autografiado -, de esta manera se despedirá de ella.
Llega a la casa de Alejandra, ella no está porque salió con Víctor. Sebastián deja los ejemplares a la madre de Alejandra, ella con gesto poco amistoso los recibe.

Sebastián escribe un mensaje de texto: Tienes cien ejemplares del poemario, son tuyos; tú te los mereces, véndelos y cómprate lo que más te guste.

******  
¡Sebastián!
Sebastián escucha su nombre, pero es la voz de un varón que él desconoce. Sale a ver por la ventana, es muy tarde para que alguien le visite.

No hay nadie, solo ve que afuera han dejado un bulto. Asustado baja.

Allí están los ciento un ejemplares y una hoja rota. 




Saturday, April 16, 2016

La despedida






Hice un poemario para Alejandra, ella no lo quiere. Haré otro mejor, uno que le guste y quiera quedárselo por siempre. 





Thursday, April 14, 2016

La deuda con Alejandra

Keni mantiene el carro estacionado por un momento, mira cómo Sebastián se marcha. Piensa si jugar o no un par de fichas, se desanima y arranca.


Sebastián está estresado, se quedará en la universidad tres horas sin saber qué hacer. Piensa en ir a la Biblioteca, leer, pensar en Alejandra como cada día lo hace, pensar en sus deudas, intentar leer un poco más, ver la pasta del poemario y recordarse que en vez de “Elizabeth” debería decir “Alejandra”, sufrir porque Alejandra está con Víctor, darse ánimo para hacer las tareas, sufrir mucho más pensando en como Alejandra se aleja cada día más.

Sebastián se encuentra con Jiménez y le devuelve el billete antiguo que éste le dio. El celular de Sebastián timbra.

Aló. ¿Con el Príncipe de Cleves por favor? Dígame señor, soy Sebastián, autor del poemario – Sebastián piensa que puede ser un cliente. ¿Qué no me recuerdas? No, disculpe, ¿quién es usted? Soy un padre de familia que quiere conversar con usted. Disculpe, me puede decir, ¿papá de quién es? Jajajaja, cholito, soy yo, cómo no me reconoces mi voz. La verdad no. Soy Julio. Julio, qué tal cholo, qué ha sido de tu vida, pensé que vendrías el domingo. Nada cholito, ahora te voy a contar, ¿estás en la universidad? Sí, estoy afuera. Yo estoy en el ascensor, qué tal si nos vemos en el cafetín. Perfecto, voy para allá.

Sebastián se despide de Jiménez y va al encuentro de su amigo.

Julio le llama desde una esquina antes que Sebastián entre al cafetín.

Cholo, estás regordo – los amigos se abrazan -, eso sí que es la buena vida y la poca vergüenza. Jajajaja, cholito – Julio mira el rostro de Sebastián y le nota su tristeza -, ¿pero qué te ha pasado cholito? – la misma entonación de characato que admiraba Sebastián. Discutí con alguien. Para variar – Julio le abraza y caminan juntos como saliendo de la universidad. Cholo, me siento muy mal, perdóname, ahora no tengo ganas de comer ni nada, ni siquiera de conversar, quiero ir a leer algo para distraerme, perdóname, mejor voy a la biblioteca. Ya, no te preocupes, igual yo te voy a visitar para colaborarte con un poemario. Muchas gracias. Me tienes que contar quién es esa tal Alejandra. Claro.
Se despiden. Entra en la biblioteca, no pide ningún libro, solo se pone en un cubículo y saca el dinero que le queda. Dos billetes de veinte soles y unas monedas, mira el dinero y se dice para sus adentros: Sebastián, como dice tu amigo, tú con micro nomás. Mira su celular y lee el mensaje de Elena.

Mensaje: Sebastián, Freddy volvió a Lima, estoy muy feliz. Te pido por favor no te olvides de la deuda, que pronto me casaré.

Sebastián responde.

Mensaje: Elena, he perdido cien libros, no ganaré nada con lo del poemario; pero no importa, tendré el dinero para mayo, tomaré de mi sueldo.

Sebastián se da cuenta que también perdió diez soles, él tenía cuarenta cuando salió de casa y solo gastó en el desayuno unos cuantos soles, así que debería tener tres billetes de diez coles, y solo tiene dos. Seguro se le cayó.

Siente una mano en su hombro, voltea y es Julio quien se pone a reír.

No mientas cholito, no que ibas a ponerte a leer. Sí, pero no tengo ganas. Con ese dinero también estaría deprimido, ¿qué pasa? Es que perdí diez soles. No es eso cholito, tú has perdido más que diez soles. Sí, perdí el amor. Jajajaja, ya me imaginaba, ¿quién es Alejandra? Te recuerdas cuando conversábamos de una chica engreída. ¿La de contabilidad? Sí, ella es Alejandra. Pero esa es una orgullosa, soberbia, no vale la  pena cholito. Tienes toda la razón, pero qué se puede hacer cuando la tienes aquí – Sebastián se apunta a la cien -, no se puede hacer nada; por ella hice el poemario, hace mucho quería hacer el poemario, pero no tenía dinero y estaba endeudado, pero por Alejandra me animé más y por ella es que me endeudé más y fue en balde. Yo te voy a ayudar a vender. Gracias, pero ahora ya no quiero vender nada, ahora me siento tan mal, siento que soy un tonto que no aprende con respecto al amor. Ya te va pasar, tú siempre te pones así, seguro por alguna tontería que ha hecho esa loquita, pero luego se te pasará y seguirás trabajando bien. Sí, lo haré, pero ahora no me siento bien. ¿No tienes clases? No, y entro a mi chamba a las dos y media. Entonces te hubieses ido con Keni. No, él se iba con su enamorada. A ya, bueno yo estoy acompañando a mi prima aquí, ella está que hace su cola y pensé que podría encontrarte. Vamos a tomar algo mejor, te invito una gaseosa. Perfecto, como los viejos tiempos cuando estaba en esta universidad.

Caminan, salen de la universidad y entran a un restaurante. Piden una gordita y dos empanadas.

¿Y ahora cómo es tu horario? Full, estudiaré todos los días en la mañana y también en la tarde – Julio saca un papel donde ha escrito su horario. Pero cómo traes esto, no se entiende nada. Solo lo apunté, allá no hay tanta tecnología como aquí. Jajajaja, después de todo algo bueno tiene la UCV.


Terminan y Sebastián decide irse a su casa. Prefiere ir para allá a seguir lamentándose en la universidad. Quizás pueda tomar otra ducha, ya su día se le estropeó. 




Los libros que te llevaste

Sebastián se levanta sin ganas, son las seis y tendrá que ir a la universidad.

Toma una ducha, se viste, se mira en el espejo reparando en lo antiguo que se ve. Se fija en un ejemplar de su poemario “Poemas para Elizabeth” y recuerda cómo es que le abandonó Alejandra. Suena su celular.

Profesor Arias, tiene que ir temprano hoy porque viene Semáforo, tome en consideración eso. No se preocupe directora, como siempre estaré cinco minutos antes. Muchas gracias. A usted, directora.
Baja las escaleras, camina rápidamente hasta llegar a la Chinchaysuyo. Toma un colectivo, dos chiquillos conversan irreverentes en el carro y él los mira alegremente.

Sebastián timbra a Alejandra, quiere contarle sobre el poemario, quiere decirle tantas cosas.

“Quisiera contarte por que el poemario mantiene el nombre de “Elizabeth” y no tiene tu nombre. Quisiera que sepas que en mis planes estaba cambiar el nombre por el tuyo, “Alejandra”, pero no lo hice porque cuando debía decidir, ese día me abandonaste y me hiciste añicos los sentimientos como hoy lo has hecho al abandonarme.

Quisiera que sepas que releo los poemas pensando que algún día los leerás con los mismos sentimientos que yo tengo.

El poemario tiene una carta, en ella te digo que lucho por dejarte; en verdad es así. Lucho para que no estés en todo momento en mi pensamiento, pero no he dejado de pensar en ti; lucho por que ninguna canción me recuerde tus gestos bonitos, pero toda melodía evoca tus movimientos que me han embriagado tantas veces; lucho para que alguien entre en mi vida y así olvidarte, pero nadie puede ser mejor que tú, nadie tiene lo que tú.

Me abandonaste y no tengo nada. Me abandonaste porque no soy joven, me abandonaste porque no tengo fortuna, me abandonaste porque no me amas. Pero yo te di todo, lo poco de mi tiempo, mis escasos recursos en cada hoja de los libros que te llevaste y no conformándote con eso, te llevaste mi última oportunidad de amar.

Alejandra, qué bonita eras, qué bonita eras cuando me acariciabas tiernamente, cuando me dejabas probar de tu aliento, cuando mi mano podía tocar tu mano, qué bonita eras cuando me tocabas con naturalidad, qué bonita debes ser aún siento tú misma, aunque eres para otro”.


Alejandra no contesta. Sebastián baja del auto, camina hasta llegar a la universidad.




Sunday, April 10, 2016

El voto de Alejandra

Te quedaste con él, y me dejaste.
Alejandra se levanta tarde como de costumbre. Se acicala, acomoda rápidamente su cabello, se pone un colé. Reniega porque tiene que ir a votar. Escribe a Víctor.

Mi amor, en treinta minutos nos vemos para ir a votar. Está bien mi negrita.

Alejandra toma un poco de leche, hace un gesto gracioso con la boca y se ríe pensando en las cosas que hizo con Víctor.

Está solo con un short, que le queda muy sexy, y un polo blanco virginal como ella ya no lo es. Se quita el polo y busca en su ropero alguna prenda más alegre, pero no encuentra nada, así que se vuelve a poner el polo. Se coloca unas medias que solo le cubren la mitad del pie, estas medias le gusta mucho a Sebastián, él desearía tocarle el pie cuando está con estas medias, ella lo sabe porque le ha visto cómo le mira los pies con tantas ganas y a ella esto no le molestaba, por el contrario le parecía gracioso y hasta excitante.

Alejandra mira su Facebook y le da un like a la publicación de Sebastián, él ha publicado su poemario. Ella sabe que los últimos poemas son para ella, que aunque el título lleva el nombre de “Elizabeth”, Sebastián solo lo conservó porque así es que llamó antes los poemas que dedicaba, pero que los poemas – al menos los que últimamente creó – han sido para ella. Se contenta por él y piensa que podría comprar uno. Su celular suena.

Hola. Mi amor estoy afuera. Ay, Víctor, ya voy para allá – Alejandra exagera al hablar.
Se besan y él le agarra la cintura y caminan juntos.

Mi amor, primero vamos a mi centro de votación – Alejandra se hace la niña. Ya mi amor, no ¿quieres tomar algo antes? No mi amorcito, recién he tomado mi desayuno. Yo no desayuné, pero ya saliendo comemos algo.

Llegan al colegio. Entran, Alejandra sube al segundo piso y encuentra que el salón donde votará es el 112, hay dos colas y se pone en la que hay menos personas.

Ay amorcito, no podré soportar esto, pero los de la ONPE son unos ineptos, esto es falta de organización, mira cómo está la cola, tómales foto mi amor, para denunciar este abuso de la autoridad, nos tratan como si fuéramos el pueblo. Mi amorcito, somos el pueblo, jajaja; negrita  un ratito voy a ir al baño. Ya cholito.

Víctor baja al primer piso y entra al baño. Se siente raro, ver un urinario común, siente un poco de vergüenza de que le miren así que espera que se desocupe un wáter para hacerlo allí.

Cholito, ¿ya hiciste mi amorcito? Sí mi negrita, ya vas a entrar. Sí cholito, ya me estaba cansando de esto, si estuviera mi amigo aquí, seguro que ya estaría grabando todo esto para denunciar la incompetencia de la ONPE; mi amorcito puedes ver en qué número de la lista estoy, allá está la lista. Mi amor, pero si allá está la lista, allá tienes que hacer cola. No mi amor, igual es, las dos colas son para este salón, yo quiero hacer aquí que hay menos gente. Mi amorcito, en cada salón hay dos mesas, tú tienes que hacer la cola allá porque allá es tu mesa. No cholito, no, no quiero, yo me quedo aquí. Pero mi amor, no seas terca.

Un señor mira a Alejandra graciosamente y Víctor se ríe.

Mi amor, tienes que pasar allá. No mi amor, yo me quedo aquí, voy a pasar. Pero no podrán atenderte porque estás haciendo una cola que no te correspondes. No, a mí no me pueden tratar así, yo no voy hacer esa cola, prefiero pagar mi multa, que esto ya es un abuso, me siento ultrajada con todo esto – Alejandra se hace la graciosa, pero también está un poco molesta. Negrita, compórtate, te están viendo. Pues que me vean, que los de la ONPE se pasaron, y todo para que igual gane la Keiko esa, porque ahora pasará a la segunda vuelta y los de la ONPE van hacer otro proceso así de ineficiente y la gente decente como yo no va querer votar y va ganar la desgraciada esa. Mi amorcito, estás en la cola equivocada y estás haciendo escándalo.

Víctor sonríe y le dice bajito al señor que está detrás de ellos.

Es que es su primera vez. A pobrecita la negrita, es primeriza – el señor se vacila. Ja – Alejandra se molesta con Víctor -, nada que es mi primera vez Víctor, yo ya he votado dos veces y esto no me había pasado. Claro mi amor, no te pasó porque estuviste en la cola que te correspondía y no como ahora estás haciendo. No, no, no… yo me voy de aquí, por 75 soles no voy a estar aquí quemando mi piel. Jajajaja, mi amor, vámonos a mi centro de votación y ya volvemos para que tú votes.

Víctor la abraza y la saca de la cola.

Toman un taxi para ir al Ciro Alegría. Allí Entra Víctor, y sale después de 10 minutos, su mesa no tenía cola. Alejandra no dice nada porque Víctor es el que esperará más ahora que le acompañe a votar.

¿Nos vamos? No, creo que primero comemos algo mi amor. Ya negrita. ¿Qué quieres comer? Lo que tú gustes mi amor, tú sabes que tus deseos son órdenes. Ay mi cholito, por eso te quiero – Alejandra le da un beso y él responde mordiéndole el labio inferior que es lo que más le provoca y le excita.
Comen una causa en una tienda al frente del colegio.


Mi amorcito, ¿y si  gana la Vero?, ¿tú crees que puede ver golpe de Estado? No creo que gane esa terruca. Ay cholito, tú no sabes, pero aquí en San Juan la mayoría va votar por la Vero. Jajajaja, mi amorcito, no gana la Vero, va ganar PPK. Yo también estoy pensando que va ganar PPK, pero que tal gana y le da un infarto de la emoción, imagínate, nos quedamos sin presidente y luego Keiko será la presidente. No mi amor, sería la Mercedes Araoz, Keiko ya  no podría ser presidenta. Cholito, se dice presidente, no presidenta – Alejandra recuerda cuando Sebastián le corrigió. ¿Estás lista para votar? Sí cholito, pero estoy con miedito de enfrentarme a esa cola. Mi amor, no te paltees, yo te voy a esperar tranquilo, es más te voy a tomar foto para que todos sepan lo aguerrida que eres, que ante tal adversidad tú igual cumples con tu deber de votar. Ay sí mi cholito – Alejandra posiciona los ojos como si fuera una muñeca y Víctor la ve tan linda y graciosa que en ese momento quisiera darle un beso, pero se inhibe porque hay mucha gente. Te amo negrita. Yo también te amo cholito. 



Saturday, April 9, 2016

Poemario

Estimados amigos que leen los post de “El Príncipe de Cleves”, este mes pude publicar – impreso – mi poemario “Poemas para Elizabeth”, si desean adquirirlo, pueden comunicarse conmigo a través del celular, mi número es el 993200783.


El costo del poemario es de diez nuevos soles. 





Saturday, April 2, 2016

Sábado

No te vayas, por favor no te vayas. Lo siento Sebastián, pero se acabó – Alejandra está decidida. No, no me puedes dejar, mira, puede que te vayas ahora, está bien, me puedes dejar ahora, pero sé que algún día volverás; me necesitarás y volverás, yo siempre voy a estar aquí esperándote…

Sebastián llora, está en la universidad, en un apartado. Es de noche, no quiere salir de ese lugar porque todos se darán cuenta que ha llorado.

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Es sábado por la tarde, Sebastián sale de la universidad y toma un carro rumbo a Abancay. En el trayecto sube una hermosa señorita con un niño que probablemente sería su hermano porque éste la tutea y ella le enseña cómo convertir los centímetros en milímetros.

Sebastián la mira, le parece hermosa, es blanca y tiene el cabello sedoso largo. Ella se da cuenta de la mirada de Sebastián, le sonríe y acomoda su cabello dejando expuesto su cuello.

En todo el trayecto Sebastián la mira y compara con Alejandra. Alejandra es morena y sus cabellos ensortijados, ella tiene la piel blanca y sus cabellos son lacios; Alejandra se ve fuerte, pero algo inmadura; esta señorita se ve delicada, sofisticada y madura. Alejandra tiene una voz amigable, suena con mucha simpatía; la mujer que admira tiene una voz pausada y seria, pero agradable.

En Abancay, el carro está avanzando lentamente por la congestión. Sebastián decide bajar y caminar.

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Sebastián regresa a su aula y se encuentra con Adelayda.

Querido, ¿qué ha sido de tu vida?, después de subir a la Cruz ya no supe más de ti. Perdóname, planifiqué mis días para visitar los museos y parques que ya no puede visitarte, pero estoy muy agradecido por lo linda que fuiste conmigo en Chiclayo. Jajajaja, fuiste tú el más lindo por visitarme, por lo renegón que eres pensé que ni te acercarías a mi casa, después que no te esperé en el terminal. Nada, cómo piensas eso; estuve muy contento de pasear contigo y subir a la Cruz de Motupe – Adelayda observa que los ojos de Sebastián están rojos. ¿Qué te ha pasado querido? Nada. Pero has estado llorando. No, solo que he estado en la computadora mucho tiempo; vamos te invito a tomar un jugo. Vamos.

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Sebastián retira dinero para comprar frutas para Alejandra. Al salir del cajero encuentra a la mujer con el niño haciendo cola. Ella le sonríe y él le responde con otra sonrisa.

Sebastián camina para la casa de su hermana. Mira el celular para saber que hora es, todavía son las dos, tiene que regresar a las cuatro para poder hacer el video con Keni.

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Adelayda ríe y Sebastián la admira. A pesar de todos sus problemas, ella siempre está feliz, es alguien a quien admira por esa capacidad de sonreír. Piensa que esa capacidad para expresar felicidad debe ser de todos los chiclayanos, Alejandra es de allá y se la ve muy feliz, al igual que Adelaida y Keni. ¿Será que la gente del norte ha nacido para ser feliz?, ¿será que la gente del centro es más triste? Henry, Camila y él son tristes.

Su celular suena.

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Sebastián conversó con su hermana, todo quedó como siempre. Él seguirá teniendo la subvención de sus padres adoptivos, pero debe renunciar a toda posesión, firmará los documentos necesarios para que no pueda reclamar parte de la casa.

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Llega a su cuarto, prende su computadora y le envía a Keni la foto que tomó en el salón. Su amigo no le responde, así que va a la casa de Nella para preparar refresco. Cuando regresa, Keni le está escribiendo por Facebook.

Cholo, hay que trabajar en la noche. No podré Keni, voy a salir con Alejandra. Entonces mañana. Nada Keni, mañana voy a estar ocupado. No importa, lo hago yo solo, para la próxima fíjate bien en tus horarios. No te enojes papi. (Pone caritas tristes). No te preocupes; ve tranquilo ya estamos en contacto. Ya pes Sebastián, estamos en contacto.

Revisa su celular, lo tira en la cama.

Sebastián se desnuda y va a la ducha, está muy cansado. Alejandra no vendrá. Siente que no tiene a nadie.

Se queda en la ducha pensando, timbra el celular. Sale de la ducha, puede que sea Alejandra, seguro se arrepintió y vendrá. Se seca la mano con la toalla y coge el celular, mira y es Keni.