Thursday, June 29, 2023

La postulante

Sebastián escucha a la postulante, una mujer que debe estar en sus primeros treinta: Decidí ser maestra porque tengo vocación de servicio y si volvería los años atrás volvería a elegir esta carrera. La postulante le sonríe y agacha la mirada, cosa que le recuerda los gestos de Azul. Es usted joven, personalmente hablando, ¿cuáles son sus aspiraciones?

La postulante responde, Sebastián escribe para tener mejor criterio de evaluación, pero en este momento solo la juzga por sus gestos. Tiene una tendencia a imponer su voz, es coherente al hablar, aunque responde con una olímpica capacidad de flotar. ¿Será que está coqueteando conmigo? Es tan bella como Azul, pero en Azul hay algo de desesperado, de heroico y al mismo tiempo de necesario para quererla. Esta joven lo tiene todo, por sus ropas y ademanes se puede dar cuenta uno que goza de mamitis. Azul no tiene la suerte de estar cerca de las faldas de su madre.

Sebastián se levanta, le da la mano a la postulante y la acompaña con la mirada hasta que ella desaparece de su vista. La profesora Mávila comenta como para ella misma: No me gusta el yoísmo, podrá estar muy capacitada, pero eso de que ella lo puede todo, eso no va conmigo. Sebastián pensaba darle todos los puntos, puesto que respondió con coherencia y además le habló de literatura dando ejemplos que coincidieron con las obras que había leído, pero tras el comentario de su colega, tendrá que ir por el promedio.

Lo siento profesor, pero me tengo que ir, yo aquí le dejo la calificación que le hice a esa postulante, confío en usted para que termine la rúbrica y se lo pase a la directora. La profesora Mávila se pone el elegante sacón y sale llevando consigo la taza donde tomó su café. Sebastián coge su celular y busca la foto de Azul para contemplarla en tanto tiene ese espacio libre. Lucha para no escribirle ni timbrarle.

Mientras escribe, el joven Kevin se le acerca con la reverencia que es costumbre de los niños de primero.

(-) Profesor, ¿hoy hará clases de reforzamiento? – Kevin es el más interesado de su salón.

(-) Claro, en cinco minutos estoy en el auditorio, ¿cuántos niños se han quedado?

(-) Cuatro profesor, los demás piensan que como usted está trabajando de otra manera, ya no habrá clases de reforzamiento.

(-) Pues yo les he dicho que sí voy hacer las clases de reforzamiento. Por favor, baja y diles que me esperen, ya estoy bajando.

(-) ¿Qué vamos a estudiar hoy?

(-) Seguimos con nuestra lectura de cultura clásica, hoy vamos a charlar sobre Alejando Magno y el helenismo.

(-) Ya profesor – Kevin entusiasmado -, ahora les digo a mis compañeros.

Sebastián termina con el documento, agarra sus cosas y baja al auditorio. Se da con la sorpresa que la postulante está sentada en la dirección. Ella se le acerca.

(-) Quería preguntarle cuándo será la clase modelo – la postulante le hace el mismo gesto coqueto.

(-) Pregúnteselo a la directora, ella es la que debe hacer el cronograma.

(-) Ay, pero está ocupada, pensé que usted podría ayudarme.

(-) No se preocupe, al igual que se le ha comunicado con tiempo para la entrevista, también se le enviará un correo para su clase modelo.

(-) Pero me darán tiempo para poder preparar mi clase, me darán el tema y la sección con quien voy hacer la clase. ¿Hay la posibilidad que converse con los chicos antes de hacer la clase modelo? Quisiera conocerlos como para darme una idea de ellos.

(-) No, eso no es posible, pero sí le alcanzaremos el tema y el grado con quiénes hará la clase modelo.

Sebastián ve a Kevin que está esperando en el auditorio.

(-) Tenga buenas noches – Sebastián le ofrece la mano a la postulante.

(-) Buenas noches profesor – la postulante le responde acercando su rostro para un beso.  

Thursday, June 22, 2023

La mejor versión de Sebastián


Sebastián se desnuda, mira frente al espejo su escuálido cuerpo, agacha la mirada y mira su sexo. Ironiza, “quizás sea que no le gustó lo que vio, quizás sus expectativas eran más grandes”. Se mete a la ducha y toma el baño, se da tiempo para sentir la lluvia cayendo sobre su cuello, siente el contraste del calor de su cuerpo y el frío del agua, como ese contraste que hicieron al juntarse sus pies cálidos con los fríos pies de Azul.

Masculla, te amo; dice quedito, te amo; llora amargamente, te amo Azul. Recuerda al guerrero que no llevaba su caballo de la rienda durante los combates, sino que blandía el sable con la mano derecha y disparaba su revólver con la zurda. Parecía un diablo rojo y triste, gestado en los andes peruanos y pulido en el desierto de Lima. Sebastián compara la bravura inútil de la lucha de ese guerrero, con su constancia para rogarle por amor a Azul. Todo estaba vencido para el guerrero, él lo sabía; todo está perdido para Sebastián, él también lo sabe. El guerrero andino sabía que perdería su vida, el profesor Sebastián ya ha perdido varias veces, ahora va por la cuarta vez, así se lo ha dicho Azul.

Es una pena que Azul no podrá conocer la mejor versión de Sebastián, no sabrá sobre lo honesto de este profesor peruano de escuela pública, no sabrá lo buen hijo y hermano que dicen sus padres y hermanas que es, tampoco tendrá la dicha de estar con él en un viaje a los andes tropicales, quizás Azul ni se entere de los cuentos que ha escrito Sebastián para ella. En cambio, él sí conoce la peor versión de Azul, esa versión de orgullo, de sentirse superior a uno, de la que supuestamente es más fuerte, pero no tiene fuerza porque no es ella la que dice NO, es un tonto orgullo que dice NO, porque ella grita desde sus entrañas, desde la intimidad de su sexo, Sí.

Las lágrimas de Sebastián discurren con el agua de la ducha.

Es la peor versión de Azul, esa en que piensa que es mejor quedarse sola, que lo que le pasó fue suficiente para no volver amar, que para qué hacerse problemas con alguien si es que ya se va de Perú, palabra que le retumbará como también el nombre de Sebastián cuando escuche de lo grande de este país hospitalario y cuando sepa algo del buen maestro que seguro que disfrutará su mejor versión con otra.

Ella recordará el día en que decidió dar un paso, pero que la promesa de Sebastián de no tocarla hasta más allá hizo que no se consumara lo que tanto deseaba. Y al recordar ello, se lamentará por no haberle pedido a Sebastián que siga, que avance tanto como ella deseaba. Pero es pena, vergüenza, es un falso orgullo de son sentirse nuevamente de otro, por ese prejuicio es que se está perdiendo la mejor versión de Sebastián.