Wednesday, March 26, 2014

Cuando no importa qué es lo que pasará después

Hola Eduardo, ¿qué haces aquí? Te estoy esperando, quería invitarte a comer algo. Sí, pero yo tengo que ir a mi casa a almorzar, además debes ahorrar, no tienes por qué invitarme. Pero quiero invitarte a comer pollo. Gracias, pero no, mejor guárdate tu dinero para algo que necesites. Y si te invito una ensalada de fruta. Ya, pero… ¿Pero qué? No sé, quizás se moleste Mario, ¿sabes que estoy saliendo con él?

Vamos a una fuente de soda y le invito una ensalada de frutas. Ella me cuenta sus cosas, que está en una iglesia y que tiene sus hermanas, que su madre está mal y que su padre también, no sé cuánto me habrá contado; pero yo solo la miraba y admiraba sus bonitos ojos, sus cabellos ensortijados, sus labios perfectos, su rostro angelical, su figura delgada pero redondeada en donde debe ser.

Gracias, me tengo que ir. Te acompaño. Ya, aquí nomás tomo mi carro. Te acompaño hasta tu casa. ¿Para qué? Para conocer tu casa. ¿Y para qué quieres conocer mi casa? Para visitarte otro día. No, creo que te estás confundiendo, yo estoy saliendo con un chico, que por cierto es tu amigo. ¿Y yo qué dije? – a veces me sale lo conchudo -. Lo que pasa es que no me parece que me estés invitando cuando yo tengo enamorado. ¿Qué hay de malo?, no hay nada de malo, somos amigos ¿no? No, no somos amigos, yo a ti solo te conozco de la disco, además no vas al colegio, sabes, gracias adiós.

Estaba tan trastornado que un día le esperé a la salida, estaba con mi bicicleta y me puse un gorro para que no me reconociera. Vi el carro en que se subió y comencé a seguirlo, hubiese descubierto dónde bajaba Eli, si no fuera porque un auto me chocó y caí en la pista. Se hizo todo una congestión vehicular porque estaba en medio de la pista. 

Pero para qué frenas así, yo estaba atrás tuyo pero tú te paraste en seco. Pero no ve que el carro que estaba adelante también paró. ¿Estás bien? Sí – me levanto y siento que mi pierna está húmeda -. Te has hecho una herida. Ay me está doliendo, ay duele, duele, duele mucho. Pero ¿no decías que estabas bien? Sí, pero no me había dado cuenta de esta herida – no me dolía, pero creo que debía gritar para que ese señor me lleve a curar -. Vamos, te llevo al hospital. Ya, ¿mi bicicleta? En la maletera.

En el hospital me vendaron la pierna, el señor fue muy atento conmigo. Se preocupó que me atendieran rápido y luego me llevó a almorzar, y me dio cincuenta soles.

¿No me vayas a demandar? No, ha sido mi culpa, yo estaba persiguiendo el carro y por eso paraba en seco para que la persona que me interesa no me vea. ¿Es un pariente? Es una chica. Pero así la vas a asustar, ¿cuál es tu nombre? Eduardo, y ¿el suyo? Soy Mario Rivas - qué pena que lleve el nombre de ese idiota – me dije -; no seas tonto, a las mujeres no las vas a conquistar comportándote como un esquizofrénico, tienes que tratar de ser su amigo, dale su tiempo. Pero ella está interesada en mi amigo. Entonces, pórtate bien, si tu amigo es bueno y ella también, entonces ambos se merecen y si la quieres vas a querer que sea feliz. Pero él no es bueno. Entonces, ella se dará cuenta y como te has portado bien te va corresponder; ahora, no quieras hacerla tu amiga a la fuerza, es mejor que las cosas fluyan, que todo sea natural si es que se dan las cosas, a nadie le gusta que le fuercen – me parece que tiene mucha razón y me doy cuenta que me he portado como un tonto -. Gracias señor Rivas, yo no debo recibir este dinero, ha sido mi culpa, por favor tome. No te preocupes Eduardo, yo te los regalo. Señor Rivas – solo le digo por su apellido porque el nombre de Mario me hace recordar al aniñado que me estaba quitando el amor de mi vida – ¿usted tiene hijos?  Sí tengo un hijo, y debe ser de tu edad. Usted debe ser un buen padre.

Nos despedimos, me voy con la bicicleta, no me duele, pero estoy llorando porque me he dado cuenta que Eli no me quiere y que no puedo hacer mucho para cambiar eso, porque acosándola no voy a lograr nada.

Lalo, ¿dónde has estado? Por ahí. Mierda, así contestas a tu padre. ¿Qué quieres que te diga? – le alzo la voz -. Mírate, por qué estás llorando. ¿Te importa? Carajo eres una niña, de todo lloras; tú y tus hermanos son una sarta de vagos; te has enterado que el Chino ya no va al colegio hace dos semanas. ¿Y qué querías?, sí hace tiempo que la profesora quiere hablar contigo y tú no has ido. Para qué voy a ir, para que me diga que ustedes no sirven para estudiar, para que me diga que he tenido burros en vez de hijos. Pipo… - hago una pausa y digo bajito para que no me escuche – eres una mierda. ¿Qué quieres maricón?, déjate de huevadas, desde mañana tú y el Chino se van conmigo, aquí solo estudia Julio, espero que ese huevas no me salga igual que ustedes; si quieres tragar tienes que trabajar; no voy a estar manteniendo pendejos aquí.

Me voy a mi cuarto y encuentro a Chino tirado llorando diciendo incoherencias, me acerco y trato de calmarlo.

Qué te pasa, por qué estás así. Quiero ver a mi mamá. ¿El Pipo te ha pegado? Quiero ver a mi mamá Lalo, quiero ver a mi mamá. Mierda, ¿el Pipo te ha pegado?, si te ha pegado le saco la reconchasumadre, dime. No, no me ha pegado, he fumado. ¡Qué! He fumado marihuana Lalo – me da ganas de pegarle, pero tengo miedo de que Pipo se dé cuenta del estado del Chino -. ¿Y es bueno? No, no es bueno, me siento triste. Eres un huevón, por qué no piensas, qué quieres que va ser de nosotros ah – lo samaqueo, porque Pipo ha salido -. ¿Ahora me vas a pegar? Sí, - lo sigo samaqueando – cómo puedes pensar en que la puta de nuestra madre se merece tu llanto, esa mujer nos dejó y lo peor que hizo, nos dejó con Pipo y la América. Tú te recuerdas de ella, yo no; tú la puedes odiar porque sabes cómo es ella, yo no; yo no me recuerdo su rostro, solo recuerdo que tenía un regalo, era un carrito que me dio en una noche buena; Lalo, yo quiero a mi mamá; estoy cansado de América, estoy cansado del Pipo, estoy cansado de ti; ustedes me pegan porque no soy bueno, se abusan de mi; mi mamá no se abusaría de mí. Vete a la mierda Chino.

Me ha herido con sus palabras, me voy al baño y me quedo allí encerrado meditando todo lo que nos estaba pasando, pienso que mi familia no tiene solución, pienso en Eli, y pienso en drogarme. Salgo a la calle y busco a Walter - él y yo nos hicimos amigos después de lo de la Chata - le pido un troncho y me lo regala porque dice que la primera siempre es de cortesía. Me invitó que lo fumara allí con sus amigos, pero me fui a una casa abandonada, a solas, allí probé. No me puso triste, por el contrario me puso alegre. Veía mi mano y sonreía y recordaba el tic nervioso de Eli. 

Thursday, March 6, 2014

Un particular mundo

A Eli no la vi sino el año siguiente, cuando ya me había retirado del colegio porque repetí por segunda vez. Yo estudié en el Mariátegui, el que está en la Atarjea. Quizás, ese año hubiese ido a marzo porque solo tenía tres cursos para jalar: matemática, inglés y computación; pero el profesor de religión pedía a todos los chicos que compremos unos dominicales que vendían en su iglesia y cómo no los compré me jaló. Le reclamé y a secas el muy conchudo me dijo, con Satanás no hablo. Le miré con odio y no le dije nada; en esa época no sabía si podría quejarme con alguien, creía que el profesor era el que tenía toda la autoridad y que una vez que te había agarrado de punto ya no podías hacer nada. Me resigné.

A Eli la encontré en la misma disco que discutí con Walter, ella estaba con un grupo de compañeras y yo con mis patas del barrio. Las vimos, nos acercamos y les hicimos el habla. La invité a bailar y ella aceptó.

Ya nos conocimos el año pasado, ¿te recuerdas?, me sonreíste cuando estabas con Karina. No, no me recuerdo haberte visto antes. No mientas, tú me sonreíste de una manera especial. No, ni te recuerdo, yo siempre sonrío así a la gente, a veces pasa una mosca y también se me da por sonreír – eso me sonó malicioso -, quizás me habrás visto, pero si te sonreí es porque le sonrío así a todo el mundo, es un tic nervioso. Ah ya, tic nervioso ¿no? Sí, jajajaja.

Salimos de la disco, Mario y yo invitamos a Eli y su amiga a comer en un chifa; para eso el dinero no era un problema para mí, lo que trabajaba con Pipo me lo juntaba para mi ropa y mis salidas, por eso mismo tenía muchos amigos, porque siempre era el que invitaba. Yo no tomaba, pero les acompañaba y luego cuando sacaban la cuenta yo ponía como si hubiese participado de la libación.

Eli, ¿de dónde eres? – pregunta Mario -. De Huánuco – ella le sonríe de igual manera como me había sonreído en la escuela, era verdad, tenía el tic ese, pero le sonrió más tiempo -. Ah mira, mi familia es de Tingo María. Ah que bueno, yo conozco Tingo María – le miro con cierta incomodidad a Mario, pero no le importa-. ¿Y tú de dónde eres? – me pregunta la gordita que acompaña a Eli -. Yo, de Lima pues. Lemeño es él – se burla Mario -.

Mario era un presumido que se creía la gran cosa porque sabía hablar inglés, siempre paraba alardeando que se iría a Estado Unidos, pero hace poco me enteré que está en Venezuela. A Eli le interesó mi "amigo" y en esa conversación quedaron ambos para verse, además él seguía en el colegio y yo ya no iba para allá. Pero no iba a permitir que un aniñado me quite a Eli, conversé con Mario.

Mira Lalo, a mi me interesa y a ti también, en ese caso creo que ella debe elegir. Sí, pero cómo va elegir si tú estás más tiempo con ella, tienes más ventaja pues. Ya, pero qué quieres que haga, sí estuvieras en mi lugar aprovecharías esa ventaja. Oye, pero yo la vi primero. Qué pasa chochera, acaso Eli es una mercancía o qué. No, no es eso, pero yo la amo, no quiero pasar el tiempo, yo la quiero de verdad – me dio un poco de vergüenza declararle a un insensible mis sentimientos -. Yo también la amo – lo decía sin convencimiento -. Pero no como yo. Tú que sabes.

Pero Eli le interesaba Mario, y no entiendo qué le veía, aparte de ser un aniñado y presumido es feo. Es de mi vuelo, cabello trinchudo, ojos achinados y amarillentos, narigón, orejón, dientón y flaco.

Cuando no me parecía atractiva

¿Te gusta? No… ¿por qué ha? Entonces no hay problema, porque a mi Elizabeth me gusta y quiero intentar algo; si me hubieses dicho que te gusta creo que te hubiese dejado el camino libre porque fuiste tú quien la vio primero. Ya, déjalo allí, esto no es una carrera de caballos.

Jhonnatan se había interesado por Elizabeth. Para eso ella no me parecía atractiva, solo una chica dulce, muy alegre y además tenía la esperanza de volver a ver a Elena.

¿Y qué piensas?, ¿qué te parece la doctora Mosqueyra? Terrible, doctora de la Facilazo tenía que ser. Sí pues, imagínate que dijo que no tildaba porque era un tema que ya habíamos tratado la semana pasada, qué salida más estúpida. Pero no sabes, que cuando llegué tarde, porque estaba en reunión de delegados, se me acercó diciendo que me pasaba las tardanzas siempre y cuando sea considerado con ella para cuando las evaluaciones a los docentes.

Mi amigo y yo nos quejábamos de los profesores de la Cantuta.

Ah por cierto, hoy la “doctora” dio examen. Asu, y yo metido en esta tontería de los delegados. Pero no te preocupes, justo a esa hora estaba una amiga de Karen que es una estudiante de lingüística de la San Marcos y le pedí que dé una evaluación por ti. Qué bien, entonces fácil tengo una buena calificación – me contento porque a mi tampoco me va muy bien con la ortografía -.

Elizabeth se nos acerca, me pregunta sobre los acuerdos de los delegados.

Creo que hoy a las dos vamos a hacer una movilización para que nos designen un salón porque hasta ahora no tenemos salón seguro. Entonces diles a los chicos. Bueno, me dijeron que todavía no es seguro, todo depende de si está el director de la Corune, que ellos van a bajar cuando sepan. Ah ya, ¿entonces vamos a comer algo? Vayan ustedes, yo voy a buscar a un profesor de Agropecuaria. ¿Un profesor?, ¿no será una profesora? - Elizabeth dice esto con una entonación que sube y baja y me gusta imitar - No nada que ver, es un amigo que me está ayudando con unos papeles - y me río. 

Mis amigos salen juntos y al verlos pienso que ellos se merecen el uno al otro y me pregunto si yo me merezco a Elena. Me dirijo a la Conejera y espero al profesor Arana para ir a comer juntos. 

Saturday, March 1, 2014

Comportándome como si ya no me doliera

Subo a mi cuarto y en la sala de estar encuentro a Mercedes, quien esta tirada en el piso llorando. su hermano y amiga, consolándola.

Perdóname Juan Carlos, no me dejes por favor no me dejes, te necesito, te necesito, no me dejes.

Juan Carlos permanece en su habitación y no sale, parece que han terminado y Mercedes no lo acepta.

No sé que hacer, pero esa mujer me da mucha pena. Ingreso a mi habitación, saco un poco de agua – felizmente compré agua mineral el día anterior – y se lo ofrezco, pero Mercedes esta tan alterada que lo rechaza.

Déjenme, yo quiero estar con él, quiero estar sola con él, déjenme, por favor déjenme.

Pero no podemos dejarte aquí, estas haciendo el ridículo, esta no es tu casa y Juan Carlos ya te dejó, ya te dijo que te fueras. Vámonos.

Vámonos Meche, vámonos hermana, ya no te quiere, no puedes seguir rogándole.

La observo, no sé si decir algo o meterme a mi cuarto.

Juan Carlos, Juan Carlos, ven, por favor ven, no te vayas, ven. ¡¿Por qué no me dijiste que estabas con otra?!¡¿Por qué me engañaste?!, por favor ven, no me dejes, por favor no me dejes. Yo te amo, no me dejes, por favor, por favor, por favor no me dejes.

¡Te vas a quedar aquí!, ¡llorándole!, ¡él no va salir!, ¡vámonos! – Se molesta su hermano, queda con su amiga que la tenga allí que traerá su auto.

Amiga, déjalo, vámonos, estás haciendo un papelón. Te vas arrepentir de todo esto.

No, no me quiero ir, yo le cuidé su perro, yo le limpié su cuarto, yo le lave su ropa, yo hice todo. Mi Kika, ¿dónde está mi Kika?, quiero a mi Kika, ¡Juan Carlos!, ¡Juan Carlos dame a mi Kika! – Juan Carlos abre la puerta y suelta a Kika, que estaba ladrando.

Allí tienes a Kika, ahora puedes llevártela – Me arrodillo y le digo a Mercedes que es momento que se marche -, es momento que te vayas, ya no tienes nada que hacer aquí. Él no te quiere Mercedes, tú ya lo sabías.

Yo lo amo Mario, lo amo tanto, compré los cuadros y la cocinita para estar bien, para vivir juntos… y me deja, me deja porque no le puedo dar hijos.

Es  falso, sabes que no es eso, Juan Carlos ya te había dicho que no te quería, solo volvió contigo porque le lloraste y porque se sentía responsable de ti; pero no te ama, ya no te ama y tú lo sabes.

No quiero, no quiero que me deje. Por favor Mario, dile a Juan Carlos que venga, que me de otra oportunidad.

¿Para qué? Ya no te va hacer el amor. El está enamorado de otra, ya no te quiere. Dime, ¿quieres dormir con alguien que no te ama? Mercedes, van a pasar los días y te vas a dar cuenta que lo que estás haciendo ahora es pura escena y te vas arrepentir. Tú eres más joven que él, eres bella, tienes una profesión… Ya no vale la pena.

Su amiga le acaricia los cabellos y ella llora más despacio y gime. Kika, se le acerca, llora al lado de su dueña. Su hermano llegó, ella se incorpora, sigue llorando, carga a su perro y se va.

Toda esta situación me ha puesto melancólico, prendo la computadora y escucho “Aléjate” de Corazón Serrano. Recuerdo a Elena, de todo lo que le lloré porque esté a mi lado, y lo cruel que fue al decirme que no me amaba. Es que tanto los varones como las mujeres sufrimos en la misma intensidad por amor, quizás las formas no serán las mismas; pero recuerdo que a Elena le lloré, le supliqué y también me dolió el pecho como ahora Mercedes se quejaba que le dolía.