Tuesday, January 16, 2018

Los colores de tu alma


Los colores de tu alma
Son tan hermosos
Tanto lo son
Que no dejo de evocarlos.

No olvido el rojo
De la comisura de tus labios
Por donde salen
Tus ingenuas palabras.

No olvido tu piel rosada
Que ante cualquier roce
Se marca más
Tu delicada humanidad.

Y los blancos de tus pies
Lindos pares
Que nada que calcen
Serán dignos para ellos.

Pero de todos los colores
El de la puerta de tu alma
El azul de tus ojos
Es por el que pierdo mi alma.




Sunday, January 14, 2018

Tu Religión

Sonríes
De tus experiencias religiosas
De San Agustín
Y Santo Tomás
Que entre razón y fe
Siempre fe.

De los mitos
Sonríes.
De evangelios
De los orígenes
Y principios
Que por ti creí

Verdades
Oráculos
De tu historia
Sonríes
Que con tus creencias
Coincidí.

Y no importa si son verdades
Las pasiones de tus demonios
Y las confesiones de tus divinidades
Religión
Que me contaste

 Y por eso sonríes.



Saturday, January 13, 2018

Cuando tu historia coincide con la mía

Se quita los zapatos y camina con las medias puestas, tiene miedo que le de algún resfrío. Sebastián está triste, más que siempre. Pone música, una de Macaco, que le enseñó Elena en una de esas noches que se le apareció.

Yo coincidí con tu historia – Elena tiene los ojos vidriosos. No, tú pasaste, yo te vi, y me equivoqué. No… yo no iba a ir a comprar el pan, yo no voy a comprar el pan, tú sí pasabas por allí por lo de tu tía, por mi parte yo no frecuentaba ese lugar, decidí comprar en una panadería que estaba lejos, yo coincidí con tu historia, me crucé en tu vida. Algún día coincidiríamos, ¿te arrepientes? – pregunta Sebastián. Parece que eres tú quien se arrepiente. No, para nada, por el contrario me arrepiento que no estés aquí, me arrepiento que nuestras citas hayan sido sin flores.

Sebastián quiere tocar el oído de Elena, pero ella desaparece.

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El Caballero Blanco sale con los lentes negros, que son para cuidar sus ojos, pero que le hace ver más pretencioso. Acomoda su cabello ensortijado, razona que en verano le molestará llevar el cabello largo, pero así se le ve mejor. Tendré que soportar, igual, la belleza también tiene sus sacrificios; piensa. El chofer de su padre le llevará a su trabajo.

Gracias Julián, vas a tener tu recompensa cuando llega tu paga. No se preocupe joven, estoy para servirle. ¿Le dijo mi padre que venderá este auto? Sí, quiere renovar. Estaba pensado en comprarlo, pero mi viejo no quiere vendérmelo, le estoy ofreciendo diez mil. Pero joven, este auto vale sus veinte mil. Con razón no quiere vendérmelo, además le iba a pagar en cómodas cuotas mensuales. Jajajaja, no pues joven, conociendo a su padre, se habrá molestado. Sí – Rafael se permite conversar con Julián como nunca -, pero ya no quiero, estoy pensando mejor juntar para mi departamento. Eso está bien.

En una parada, un venezolano se acerca a la ventana, la toca para ofrecerle sus dulces, pero Rafael ni siquiera le mira, hace como que no escucha, como si estuviera perdido en un pensamiento.

Estos venezolanos ya me tienen cansado, puedes creer que se están viniendo 700 venezolanos cada día. Sí joven, justo lo leí hoy, hay mucho venezolanos aquí. Y lo peor es que el presidente les permite que estén de ambulantes, esto no me gusta, yo no tengo nada en contra de los venezolanos, pero ya me están comenzando a hartar, los veo en todas partes, en nuestra calle nomás hay como unos diez y encima exigen sus derechos. Bueno joven, yo no lo veo tan mal, creo que siempre que sean chambas deben ser bienvenidos. Sí, pero no estás viendo que en nuestro país hay tanta gente pobre y ahora tenemos que estar apoyando a estos extranjeros. Pero joven, si así fuera nuestro pensamiento no podríamos ayudar nunca, porque nunca se acabará con la pobreza. ¿Sabes que las venezolanas están que venden sus chupetes a tres soles? – Rafael cambia de argumento -, yo ni por más culo que tengan les compro un solo chupete, y más viendo que mis compatriotas que lo venden a un sol. ¿Usted compra chupetes joven? – se admira Julián. No, pero me dicen que los ambulantes nacionales lo venden a sol y estas venecas porque tienen más culo y tetas creen que pueden vender sus chupetes a tres soles, pero la culpa la tenemos nosotros los peruanos. Me sorprende joven, pensé que usted estaba de acuerdo en apoyar a los venezolanos -Julián se sorprende del discurso chauvinista del joven Rafael. Yo estoy de acuerdo en que no me ensucien la calle, que no haya más ambulantes y que primero solucionen los problemas de nuestra gente y después del resto.

Rafael mira a un grupo de venezolanos y reafirma lo que dicen de la mayor belleza que tienen frente a los peruanos. En promedio estos venecos son más guapos que nosotros los peruanos, claro los peruanos promedio, porque yo soy más guapo que estos… - lo piensa -, en realidad soy tan guapo como ellos.

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Pero si es un niño Elena – Camucha bebe su chicha. No, debe tener sus 25 como menos. ¿Cuántos años tienes Elena? – a Camucha no le importa lo incómodo que puede ser esta pregunta. 35. Ay Elenita, tú sabes que para mí estás muy bella, y no solo para mí, te vez fresca, joven y súper bella, pero la verdad amiga, ese chico es muy pequeño para ti, y se ve que es un niño pretencioso. Pero yo no quiero nada con ese joven, solo que se parece tanto a Henry… ¿puedes irte? Parece que crees mucho en tu suerte amiga. No es eso amiga, se acercará, pero yo no me voy a involucrar con una persona muy joven. Bueno, me voy, pero lo voy hacer así como medio arrebatada, cosa que el Caballero Blanco se te preguntará por mí. Ya, no hay problema. Si te pregunta mi edad, no seas malita, dile que tengo 25. Jajajaja, pero tú tienes 32. Ay por dios, pero si no se me nota. No te preocupes, yo le digo, ahora vete, que el pobre está sufriendo comiendo despacio. Ya, me voy, me voy molesta porque algo malo hiciste, así que arrebatada volteo mi cabeza y te digo secamente – se levanta rápidamente - ¡ya terminé!

Rafael, se alegra que Elena se haya quedado sola. Se levanta y, así como lo había querido Elena, se acerca a la mesa de la bella mujer, para preguntarle.

¿Le podría acompañar? Será un gusto – Elena le ve tan apuesto.

El Caballero Blanco pide al mozo que le traiga la comida y los cubiertos. El mozo se apura para servir al mejor comensal.

¿Y por qué se fue? – Rafael se saca los lentes y Elena le mira fijamente pensando cuánto es que se parece a Henry. Camucha está loca, solo que le he cambiado de puesto y por eso se molestó. ¿Tú eres su jefa? Sí. Ella es él, ¿verdad? Sí, pero no se nota mucho. No, se ve como una mujer. Jajajaja, sí, mi Camucha es bonita, ¿trabajas cerca? Sí, en el Hotel Las Lomas. ¿En la gerencia? Cerca, soy el contador… no quiero ser grosero, solo quiero saberlo, ¿por qué me miras mucho? No me has dicho tu nombre, yo soy Elena, ¿tú? Soy Rafael, me puedes responder. Sí, te miro mucho porque te pareces mucho a alguien que conozco. ¿Un ex novio? No, te pareces mucho a mi esposo. ¿Tú eres casada? Y con tres hijos.




Tuesday, January 2, 2018

Ya No Tiene Amor

¿No es una pena?- dijo al tiempo que se sentaba. No te entiendo Elena, ¿nuevamente aquí? – Sebastián se pone nervioso. ¿Qué dijiste? – Elizabeth pregunta. Nada, ¿prefieres pollo con arroz? Está bien… ¿Y Elena? Este era nuestro lugar preferido para comer después de clases, de eso ya años. Está bonito, pero te pregunto qué sabes de ella. Nada, pero está en Lima – Sebastián sonríe mirando a Elena – Elizabeth se levanta y va a los servicios. ¿Por qué estás aquí? – Sebastián habla solo. Solo para ver si hace falta algo… para hacer acogedora tu vida. ¿Puedes irte por favor? – La fantasía se levanta molesta. ¡Un momento! – Sebastián se levanta – ¿puedo verte esta noche? – Elena voltea y le responde triste. Estaré.

Sebastián se sienta contrariado, unas turistas le han mirado sorprendidas. El mozo se acerca y pide dos platos de pollo a la brasa con chaufa. Elizabeth regresó.

¿Te recuerdas de Josefina? Sí, tu compañera de prácticas, ¿qué le pasó? Ya no será  mamá, su pareja y ella decidieron abortar. Pero qué tontería, cómo es posible todo esto, esto ya no tiene sentido. Ellos tenían mucho miedo. ¿Y todos lo saben? Sí, es como se dice, un secreto a voces, ¿te recuerdas de Jimena? Sí, ella también abortó. Sí. Pero parece tan sensata. Para que veas.

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Josefina mira sus fotografías, se detiene en la que estaba embarazada, se queda mirando esa foto donde levanta un gran libro de los archivos, sonríe. Ya lo sabía, pero no lo había asimilado, después de ese día, después de conversar con Anderson.

¡Qué chucha!, lo tendrás que abortar. Pero es nuestro hijo. Será tuyo, porque es de quién lo desea, yo qué mierda voy a pensar en tener un hijo, no ves cómo estoy con mis asuntos, no ves la pobreza en que vivo y tú tampoco estás holgada. Pero podemos salir adelante. Jajaja, no seas idiota, con un bebé, solo estropearás tu carrera, déjate de cursilerías, aborta y la pasamos como antes, si tienes ese niño todo cambiará. Y cómo sabes que será niño – Josefina intenta hacerle reflexionar. No me importa si es niño o niña, me tiene sin cuidado, pero si tú lo tienes, te juro que no me va importar, y si me demandas pensión, pues le daré de mi pobreza, pero te odiaré como nunca he odiado a nadie en mi vida. Es tu decisión, no dicen que las mujeres deben tener derecho a decidir sobre su cuerpo, allí está, tienes la oportunidad de elegir entre tu autonomía o el envidiable futuro que te espera como madre soltera.

Josefina se quedó sola llorando, busca el teléfono y llama a Jimena. Ella la consuela y le sugiere lo mismo que Anderson.  

Yo no tuve ningún problema, es algo rápido, solo tienes unas pocas semanas. Pero tengo miedo. Ya te falta poco para terminar la universidad, no lo estropees, no solo perderás a Anderson, sino que te será difícil culminar tus estudios, ponerte a trabajar, y tus padres te joderán la existencia. ¿Pero no tuviste ningún remordimiento en eliminar una vida que es tuya? No, porque sé que ese niño está mejor en el cielo, aquí en la sucia Lima el pobre iría a un nido del Estado, le harían bullying, sus profesores lo maltratarían, no podría comprarle buena ropa y tampoco alimentarlo bien; más adelante podré tener un hijo o dos y le podré dar mejores cosas.

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Se jode si lo tiene, se jode sola, puta yo la amo, pero si me hace esto, la voy a dejar de amar. Pero no solo es responsabilidad de ella. Yo le pregunté si se había puesto su inyección, y me sale con que se le olvidó. ¿Y por qué no usas preservativo? Es que es otra cosa – Anderson tiene los ojos vidriosos de tanto tomar -, no quiero tener un hijo, mi vieja me va sacar la reconchasumadre. Puede que sí, pero luego tendrá que apoyarte, los padres siempre apoyan a sus hijos, al comienzo se molestarán, pero tú eres muy joven y ellos te apoyarán. No vez las necesidades que está pasando mi familia y voy a estar trayendo problemas… tengo miedo cholo. La cagaste Anderson, pero lo mejor que se puede hacer en estos momentos es ser bien varón y hacer frente tus responsabilidades. Yo le estoy haciendo frente, si no me corro, este problema tiene solución y yo estoy dispuesto a darle solución, he sacado de mis ahorros y se lo he dado para que aborte y punto final, más adelante, cuando ya sea un profesional, cuando ella y yo trabajemos y podamos solventar los gastos de un niño, más adelante puede ser, pero ahora no.
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Josefina sale, siente como que le corre sangre entre las piernas, pero solo es el frío que le ha causado la intervención. Jimena le espera en el pasillo, le abraza que ahora viene el llanto, pero no… Josefina ya no tiene amor.

Me voy, tomaré un auto aquí, te dejo en el camino – Josefina tiene lo que le sobró de Anderson. Qué bien que estés tranquila, ahora debes estar tranquila, el tiempo lo curará todo. Así será.

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En esa fotografía se le ve linda, con su tremenda sonrisa de niña como ya no hace así. Esa foto se la tomó Anderson, también él era un niño por esas fechas. Ahora es un hombre, un poco hombre para ella, porque de todos con quienes se acuesta Anderson es el menos ducho.

Te miro y pienso que ha pasado años de cuando era tú… pobre niña tonta, cuánto tiempo perdiste, Anderson no era lo máximo, ni siquiera el promedio, niña tonta… Pero tú creías en el amor pues.

Apaga la computadora y corre el visillo para hacer entrar luz; desde la ventana, mira al señor que habla solo, se parece al amigo de Elizabeth.