Thursday, March 31, 2016

Debería ser feliz

Debería ser feliz
Contigo
O sin ti
Debería ser feliz
Porque igual te he tenido

Debería ser feliz
Porque jugué contigo
Como tú conmigo
Debería ser feliz
Porque feliz fuimos.

Debería ser feliz
En este verano que muere
Y no estuvimos juntos
Debería ser feliz
Porque fue el verano que lloraste por mí.

Debería ser feliz
Porque miles te han visto
Y nadie te ha conocido
Como yo.

Pero no soy feliz
Sino no es cuando creo
Una historia
En que me dices
sí.


Acompáñame a un viaje.






Monday, March 28, 2016

El discípulo y su maestro

Cedric está emocionado porque el maestro Miqueas aceptó que él sea su discípulo. Aunque ha escuchado muchas cosas negativas del maestro, Cedric cree en que trabajar con Miqueas le servirá bastante y si algo negativo tiene es porque al maestro aún le falta mucho que recorrer, es un maestro joven.

Cedric aprende con rapidez, y aunque no le gusta el convencionalismo de la enseñanza, se somete a las disposiciones de Miqueas. Ambos se tratan sin jerarquía.

Cedric parece tan elocuente como Miqueas y pronto está dominando el lenguaje del maestro, aumentó su léxico y su raciocinio es cada vez más propio.

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Cedric es feliz, pero Miqueas no lo es. El joven discípulo se sorprende por el pesar de su maestro y conversando con un sabio éste le responde:

“Tu maestro es feliz, ¿cómo no podría serlo si es un hombre que produce, que crea constantemente?, entiende que la felicidad es acción y no unas expresiones faciales”.

********
Cedric tiene una gran oportunidad que su hermano mayor le ha ofrecido.

Irás a la mejor universidad del reino, allí aprenderás la ciencia del debate, estarás con los mejores oradores, los más conspicuos políticos, solo te pido que lo aproveches para que nuestras relaciones públicas se amplíen y favorezcan el negocio de nuestro padre. No me interesa ir con ellos, yo me quedaré aquí con Miqueas, con él aprendo más. ¿Serás ingenuo Cedric?, no pierdas tu tiempo con ése hombre que éxito no ha alcanzado, solo escribe para un grupo menor y nada sobresaliente tiene. Pues te equivocas, me tiene a mí, de él aprenderé, pero mejor que él seré y mi gloria contribuirá a su gloria. No seas cabeza dura, lo que te ofrezco es algo que nadie rechazaría. Estoy bien en esta universidad y quiero mantenerme como discípulo de Miqueas.

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El tiempo está caluroso, Miqueas recibe a Tristán.

Señor Miqueas, es con usted con quien quiero hablar. Dígame Tristán. ¿Cómo conoce mi nombre? – Tristán se sorprende. Sé quién es usted y la influencia que tiene en la ciudad, un hombre de negocios. Pues que bueno que me reconoce, y sabrá de mis aciertos para la vida, le vengo a pedir que me ayude con mi hermano Cedric, es un discípulo suyo. Claro, Cedric, ¿qué hay con él? Señor, quiero que mi hermano vaya a la Concordia, es una mejor universidad. ¿Crees que el nombre de una universidad hará mejor a tu hermano? Claro que no señor, en la Concordia conocerá a verdaderos sabios – Tristán lo dice despectivamente. Si es así, Cedric aceptará, aunque no es de guiarse por los títulos y honores, él siempre estará con los mejores. Se lo he propuesto ya, y se ha negado. Entonces nada puedo hacer. Señor, usted puede hacer mucho, eche a Miqueas, no lo acepte más a su lado, si usted es un sabio como pretende que lo es, sabrá que si su discípulo llega a ser alguien importante, contribuirá en su prestigio y le vendrán más discípulos. Tristán, ¡cómo te atreves a pedirme tal cosa!, ¿tus maestros en la Concordia te han enseñado tales argucias? No, yo he aprendido que todo tiene un valor, así que le ofrezco una generosa compensación por apoyar al crecimiento profesional de mi hermano. Guárdate tu dinero, no tengo nada que ofrecerte para que me pagues nada, y aun así si aceptara echar a Cedric, él no iría a la Concordia, le conozco, él solo quiero aprender de la verdad. La verdad que no es usted, déjelo, usted solo es un mediocre maestro de este pueblo mediocre. Así es – Miqueas es orgulloso -, tiene toda la razón, soy un maestro mediocre de este pueblo mediocre, pero soy el maestro y soy a quien Cedric sigue.

Tristán se da la vuelta, monta su caballo y retira del lugar.

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Cedric y Miqueas van a la ciudad.

Ves aquella universidad, es la Concordia; es la mejor universidad, allí conocerás los más sabios filósofos, Paulo y Narsez, quiero que vayas con ellos. No quiero ir allá, quiero quedarme en el pueblo y aprender de ti por ahora, después que me sienta suficiente bueno aprenderé de otros, pero no quiero entrar a la Concordia porque sé que es un lugar donde hay mucha corrupción y que lo bueno que tienen esos Paulo y Narsez es su capacidad para engañar.

Miqueas no puede mantener más a sus discípulos, así que ha decidido despedir a Cedric.

Cedric, no soy tan bueno como tú crees, tampoco soy un sabio apenas tengo un título y el más insignificante, es mejor que vayas a la Concordia allí encontrarás otros maestros mejores que yo. No Miqueas, quiero estar contigo. Basta Cedric, además no podría darte lo que otros maestros, yo mismo necesito de uno; así que he decidido dejarte, en la entrada del mercado encontrarás a Tristán y con él irás a la Concordia o la universidad que tú quieras, no regreses al pueblo que no me encontrarás. No me dejes Miqueas, he apostado por ti. Basta Cedric, no seas terco vete.

Muy triste Cedric va al encuentro de Tristan.

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Miqueas se encuentra con Elena, tienen que comprar los enseres para el mes y seguir bregando contra la pobreza que en el pueblo gobierna.

¿Y por qué no recibiste la ayuda del hermano de Cedric? Porque no sería justo. Tampoco ha sido justo que eches a Cedric de esa manera. Sí lo ha sido, él merece una preparación formal con verdaderos maestros, en nuestra escuela se estaría echando a perder. Miqueas, no digas eso, tú siempre dices que eres el mejor y ahora sales con que un discípulo tuyo se echa a perder por estar contigo. Elena, te digo que nada bueno tengo para ofrecer a Cedric, no sé nada más que el conocimiento de los libros y la experiencia de la pobreza, qué podría darle a un hijo de ricos. Justamente eso, tu sed por el conocimiento y tu experiencia de vida.

Elena pide dos sacos de arroz y uno de azúcar, éstos los llevarán en la carreta.

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Cedric encuentra a Tristán junto al maestro Owen.

Y hablando del muchacho, aquí lo tenemos – Tristán presenta a Cedric. Encantado, conocerte Cedric, soy el maestro Owen, conmigo aprenderán la historia sobre política. Dice que usted me enseñará sobre la corrupción que impera en este reino. Jovencito, estudiaremos el arte de administrar el poder, de cómo nuestros reyes han logrado que nuestro reino sea uno de los más ricos. ¿Y uno de los más injustos con respecto a la distribución de las riquezas? – Cedric le pregunta rápidamente. Modera tus comentarios Cedric – Tristán le resondra. Parece que el muchacho ha sido influenciado de una corriente pesimista. Discúlpelo maestro, estuvo tratando con el profesor del pueblo Marcondio. Ah, el pueblo más pequeño del reino. Sí, el pueblo de donde vengo – Cedric es agresivo. Sí maestro Owen, nosotros somos de allá, pero tenemos negocios en todas partes y yo vivo aquí en la capital, en Escandilao, como así lo hará Cedric. Pues no he quedado en nada con respecto de pasar a vivir aquí, sabes muy bien que no comulgo con tus formas de administrar la fortuna de nuestro padre y tampoco quiero estudiar en la Concordia, entonces te darás cuenta que no estaré aquí. ¿Qué otra universidad es la que te interesa? – pregunta Owen. No se equivoque señor, no he dicho que me interese ninguna, volveré a mi pueblo al lado de mi maestro. ¿De qué maestro hablas Cedric? – Tristán piensa que su hermano no se atreverá a decir que admira a un maestro como Miqueas. Qué pasa Tristán, crees que no diré quién es mi mentor, pues reconozco a Miqueas como mi maestro. No hables tonterías, Miqueas te ha echado de su lado porque acordé con él un beneficio si conseguía que tú vinieras conmigo a la Concordia. Mientes. Jajaja – Owen ríe -, no seas ingenuo muchacho, ese Miqueas no es nadie, muchas necesidades pasa, su talento no le sirve ni siquiera para procurarse un hogar decente; tu hermano le ha dado una fortuna que él jamás juntaría en años. Así es Cedric, pagué cincuenta “astros”.

Cedric corre, no cree en que su maestro le haya echado por dinero.

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¿Y de dónde has sacado ese dinero? – Elena se sorprende del monto con que cuenta Miqueas. Lo he tomado de lo que estaba ahorrando para construir la sala de simulación. ¿Y por qué lo gastas entonces? Porque quiero pagar tus deudas, además no me alcanza para la construcción, más adelante lo haré. Miqueas, muchos favores te debo, no lo puedo aceptar. Claro que lo harás, sino condenarías a tus hijos, algún día podrás tu pagarme, o serán tus hijos quienes lo harán al menos cuidando un anciano solitario. No digas eso Miqueas, eres joven aún y tienes mucho que recorrer. Vamos al usurero, que será mejor hacer el pago ahora.

Van con la carreta, llegan ante el prestamista.

Cedric ve cuando Elena y Miqueas salen del lugar, había ido a empeñar sus joyas para procurarse dinero.

Buenas tardes señor. Buenas tardes jovencito. ¿Y los señores que acaban de salir? ¿Qué te interesa de ellos? ¿Quisiera saber si se han hecho un préstamo o han venido a pagar? Esa información te constará dos “astros” – moneda del reino. Con lo que me dé por este anillo de allí descontaremos. Está bien, esos señores vinieron a pagarme una cuantiosa deuda que tenía la mujer conmigo. ¿Cuánto? Eso te costará dos astros más. No hay problema. Me debía una fortuna, estamos hablando de cincuenta astros. ¿Y es ella la que pagó o fue el señor? Fue Miqueas, el maestro del pueblo más pequeño del reino. ¿Le sorprendió que pagara el maestro? Claro, Miqueas es conocido por un espíritu iracundo, pero sobre todo porque tiene bien fundados sus principios por los cuales se ha quedado en la miseria.
Cedric consiguió seis astros de los dos anillos, lamentando que su maestro le haya vendido, decide ir ante su hermano.

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Pasó un año. Miqueas en la granja les habla a los animales.

Ustedes no serán mejor tratados que los hombres, pero son dignos de vivir en mejores condiciones. Yo procuraré eso para ustedes, y nadie los matará para que sean alimento. Su tarea es que nos acompañen en esta vida y que contribuyan al bienestar del hombre con el calor y canto.

Kenneth se le acerca a Miqueas y conversan.

Maestro Kenneth, cómo así me honra con su visita. Miqueas, en la ciudad hablan sobre su sapiencia y elocuencia, te vengo a invitar a que dictes clases en mi centro de enseñanza, en la capital. Maestro Kenneth, sabe cuánto lo admiro y cómo he anhelado este pedido por años, pero ahora no podría pagarme una vida en la ciudad, he usado todos mis ahorros y he decidido seguir aquí por lo menos un par de años más. Miqueas, eres joven y en la ciudad podrías desarrollarte más, te ofrecemos lo suficiente como para que vivas cómodamente en nuestro claustro. No puedo, mi vida la he consagrado al pueblo y mis discípulos esperan. Con nosotros está su más reconocido discípulo, Cedric; él ahora enseña y cuenta con buenos seguidores, él será quien le dará al bienvenida.

Miqueas se aparta y piensa en Cedric.

Llegaste a caer en un buen lugar Cedric, bien por ti porque conociste a Kenneth; después de todo tu hermano tenía razón.

Kenneth le da palmadas al hombro a Miqueas.

Miqueas, te repito la propuesta, ven con nosotros a “El Tiempo” – nombre de la universidad. Kenneth muchas gracias, iré siempre que Cedric sea quien me dé la invitación. Entonces ahora mismo te lo pedirá, él está aquí.

Miqueas se pone nervioso, sabía que Cedric pensaba mal de él, ya que le echó y además Tristán le contó posteriormente sobre cómo había hecho que Cedric no volviera con él.

Cedric entra.

Maestro – Cedric hace una inclinación -, he esperado tanto este día para agradecerle que parte de mi éxito es suyo. Cedric perdóname, te eché de mi lado y además me aproveché de la propuesta de tu hermano. Sé cómo fueron las cosas, usted no tomó el dinero de mi familia, usted pudo pagar la deuda su servidora con el dinero que había ahorrado, y además le pidió al usurero que me contara tal cosa para alejarme irremediablemente. Y sabiendo todo eso, ¿por qué no estás enojado conmigo? Cómo podría maestro, si me guie de los libros y documentos que envió a nuestra universidad, todos terminando con su seudónimo, “el agnóstico que ora”; aprendí de sus escritos y de su sacrificio más. Estoy agradecido, mucho me enseñó de joven, y al final me dio la mayor experiencia de fidelidad, quería volver con usted, pero no podía contradecirlo. Eres tú quien me da una lección Cedric, todo este tiempo he pensado que estabas enojado conmigo porque no te ayudé como así lo habíamos acordado, mi miedo a no poder darte mayor conocimiento y experiencia hizo que decidiera alejarte de mí, sin embargo tú me has sido fiel, no me negaste y hoy vienes a mí con una nueva oportunidad. Como le dije maestro, mi gloria contribuirá a su gloria y viceversa, por usted más grande seré.




Saturday, March 26, 2016

Quiera de ti Alejandra

Quisiera que algún día tus ojos brillosos ya no se pongan así tan solo para decirme que no, como cuando te amargas porque te toco; quiera que esa luz de tus ojos – que solo yo veo – se pongan así de felicidad porque compartes conmigo.

Quisiera besar tus labios que me provocan cada día más, sobre todo los de la comisura de tus protuberantes labios inferiores que sueño apretar con los míos para probar el saladito de esa parte de tu piel.

Quisiera no más esperar en balde que me acaricies como antes. Que me toques tenuemente aunque sea de pura compasión, que me roces en los oídos, que me hagas cosquillas y renegar por lo viejo que estoy.

Quisiera no insistir más en el choque de las estrellas para que un día duermas conmigo, que no quiero poseerte en cuerpo más que en alma, que acostados en mi cama se haga la luz de un nuevo día. Quisiera que una coincidencia, de sueño y cansancio te haga preguntarme ingenuamente… ¿me puedo quedar a dormir?

Quisiera que de ti salga la idea de ir a la montaña, porque ya no te lo pediré; que estando allá solo miraremos la naturaleza que de mis orígenes te he contado y conocerás dónde reposaré mi eternidad.

Quisiera que me ames como yo te amo, sin ningún convencionalismo, ningún romanticismo, sin ningún alarde de nada, todo blanco entre tú y yo, como te gustó decirlo, tú y yo.




Friday, March 25, 2016

Peregrinación



Viaje que no hago
Viaje que tú haces
Para yo
Llegar a la madurez.

El bien concreto
Placer de una tarde
De una noche
Que no estás conmigo.

Te escucho
Qué te salió mal
Porque soy yo
Quien te acompaña.

Que no hay virgen
Ni lugar sagrado
Que tu motivación
Nada santa es.

No es un dios personal
No es omnipresente
Ni omnisapiente
Pero te recordará
Al agnóstico
Que ora por ti.

Peregrinación en sueños
A lugar blanco
Que no me vez
En donde yo te amo.

Desplazamiento descalzo
Por peligrosas cuadras
Hacia tu casa
Morena santa.

Que no nos encontramos
Porque yo no viajo
Y tú te marchas
Porque yo sueño contigo
Y tú te engañas.






Tuesday, March 22, 2016

La historia

Todo comenzó cuando reinicié el primer ciclo en la universidad, ese gran día conocí a Sebastián.

Me levanté temprano, aunque soy dormilona, me esforcé por el recuerdo de Javier, me puse de negro porque de luto estaba recordándole, hice las cosas como no estaba acostumbrada, me despedí de mi madre, tomé el colectivo.

Llegué tarde, pero el profesor me hizo pasar; al entrar vi a Sebastián. Me di cuenta del desprecio que me tuvo. Ahora que lo pienso, es fácil entender por qué me miró así; más de diez años de diferencia, una chica flaca con trapos lúgubres, descuidada; igual le miré y me reí como diciéndole, a mí qué me importas.

Durante la clase, Sebastián participaba tanto que me molestaba ya escucharlo. Aunque lo hacía con mucho criterio, la cosa era que me pareció como que aburrido, la clase era una conversación entre él y el profesor.

Cuando salí del salón, le vi acercándose al docente para pedirle permiso para salir más temprano porque tenía que ir a su trabajo. Recién pude darme cuenta de que no era tan joven y también que era profesor. ¿De qué curso? Seguro de matemática, por eso podía hacer los ejercicios con facilidad; pero no, era profesor de Historia, él siempre lo dice completito, de Historia, Geografía y Economía.

No le hice mucho caso, pero era imposible no saber que estaba en el aula, siempre interviniendo, con mucho acierto eso sí. Le comencé admirar, poco a poco me pareció como un sabio, y aunque en mi grupo todos hablaban de lo presumido que era, de lo patero con el profesor  – cosa que era mentira porque él era el único que le cuestionaba y el profesor ya le había hecho entender que no le gustaba su insistencia -, todos pensaban que Sebastián se creía la gran cosa, pero a él como si nada, como si el aula fuera él, el profesor y los conocimientos que éste le pude dar.

Javier había sido mi vida, la vida que me hacía volar junto a las estrellas, mirar a la luna de igual a igual, yo más viva que el mismo sol. Javier, siendo más joven que Sebastián, le veo más grande, poderoso, más real que mi treintañero amigo. Pero ese maduro profesor – que la verdad no es tan maduro – me comenzó a enamorar.

Coincidimos en la biblioteca nacional; dicen por allí que hay ratas de bibliotecas, Sebastián – que no es muy alto – literalmente parecería una rata de biblioteca, estaba de estante en estante revisando los libros. Sé que no lee tanto como se cree, pero lo poco que lee concluye muy bien, infiere y eso me enamoraba. Le miraba, me volteaba para que no me diga nada, pero se me acercó.

Hola, ¿qué buscas? – no me parecía ser tan mayor. Lo de la tarea de Contabilidad pues. Ya, tengo aquí copias que hablan de la historia de la contabilidad, si gustas les sacas copia. Gracias, pero yo ya elegí los libros que voy a utilizar para mi ensayo, es más aquí tengo mi ensayo. ¿Lo puedo revisar? Ah – moví la cabeza tontamente y le di mis hojas – sí. Pero esto está mal – cerré mis labios y sonreí como cuando cometo algo malo y solo sonrío para que mi papá no me diga más cosas – pero ni siquiera has hecho la introducción. Esa es mi introducción. Mira, para la introducción puedes comenzar con una anécdota, un pasaje de la historia o una cita, así no Alejandra – y dijo mi nombre y se detuvo el tiempo.

*********
Recuerdo lo fea que se había puesto, desordenada, recuerdo que justamente una semana antes había comenzado a dictar clases y comencé a renegar con mis estudiantes – tanto varones como mujeres – por lo desarreglados que estaban, no es que sea obsesivo con el tema, pero los adolescentes son así de, no me importa lo que el resto piense. Además, la impresión que me dio todo su salón era bueno, pero de pronto llega una chica así, flaca, con el cabello suelto revoloteado, de negro como Morticia, la miré como diciendo: y ésta de dónde ha venido; noté que me miró como respondiéndome: qué te importa.

Coincidimos en la biblioteca y me dio pena ver su trabajo, eso obviamente no podía ser un trabajo. Claro, los docentes en la universidad califican generosamente, pero ese ensayo estaba fatal, ella ni siquiera había fichado ni nada. Le quise ayudar, pero la muy orgullosita me dijo que no.

No me interesaba, no la quería, no la deseaba; si le hablé fue de pura pena que me daba que tan joven se estaba estropeando. 




Monday, March 21, 2016

PRINCESA DE CIUDAD POBRE



Muñequita de color canela
De labios grandes
De mirada ingenua
Con pestañas risadas
Y ojos de caramelo
Que me mira
Y yo miro
Tras un cristal.

Muñeca
Que se traslada en ruedas
Que no camina
Para con la plebe
No rozar
Y no por soberbia
Sino porque miedo tiene
A no saber actuar.


Princesita de herencia incierta
Que si hereda casa
En la capital
U otra ciudad calurosa
No alcanza
Para tener hijos
Como los tantos que desea
Que miedo tiene traerlos
A este mundo
Que de nobles no es.

Princesa que escribe
Pero no para mí
Que dice
Tú y yo
Y en oposición
Me deja
En un lugar que no se ve.







Saturday, March 19, 2016

No confío en ti

Sebastián se levanta temprano, va a la casa de Nella para hacer gelatinas y agua de piña.

Hola Nellita. Hijito, ¿cómo estás papito? Bien Nellita, voy hacer agua de piña para los chicos. Qué bueno, con este calor tu papá está que compra gaseosa a cada rato. Ya Nellita, traje piña y azúcar, tú me dirás cómo hago.

Sebastián mira unos papeles que están en la mesa, es una relación de las propiedades de la familia y un esquema de cómo se repartirá la herencia de sus padres. Su nombre no aparece, recuerda que él no es hijo de los señores de la casa. Nellita, ¿y estos papeles? Son de tu papá – Sebastián se pregunta de quién papá está hablando. Creo que el viejo ya quiere hacer la herencia, como me ve que me estoy por morir. Ay Nellita, déjate de cosas.

Sebastián se pone triste, pero luego lo piensa, igual ellos le están apoyando bastante con lo del cuarto y la comida, así que como recogido tampoco podría exigir más, y menos cuando la propiedad del Sr. Rivas solo es una casa de cuatro pisos que debe repartir entre sus cuatro hijas primero.

Nellita me voy, me llevo esta jarra de agua. Ya papito, ¿te vienes a comer? No, no te preocupes Nellita voy a comer en la calle, voy a salir con mi amiga. Ya, llévate estas rosquitas de anís que están buenas, me vendió la abuelita. Entonces vino mi abuelita, yo también quería comprarle ahora, la otra vez no puede colaborarle. No te preocupes, yo le colaboré a tu nombre. Gracias Nellita, ahora sí me voy porque mi amiga ya va llegar.

********* 
Alejandra le espera abajo. Él baja, le da un beso y ella responde secamente.

¿Qué pasó Ale? Aquí te traigo los informes. ¿Y por qué no subes? Es que ya me tengo que ir. ¿Has comido? No, pero voy a comer a mi casa. Ya es tarde, vamos a comer juntos, yo recién estoy saliendo a comer. No, gracias, a mí me gusta comer en casa – a Alejandra no le gusta comer con Sebastián. Ya – a Sebastián se le hace un nudo en la garganta -, ¿vienes mañana? No, es día de familia, me lo mandas por correo por favor. ¿Pero ya no quieres revisarlo conmigo? Tú lo haces bien Sebastián, no habrá problema. Está bien, te lo mando mañana en la noche. Muy bien – Alejandra está aburrida de Sebastián -, entonces nos vemos Sebastián. Déjame acompañarte a tomar el carro. No hace falta Víctor me espera en la avenida.

*******   
Sebastián tomó otro camino para no incomodar a Alejandra, caminó hasta la Iglesia San Juan Bautista y entró a un chifa de mediano costo.

Se sienta, ya es muy tarde y tiene dolor de estómago, piensa que debe ser gastritis. Se le acerca el mesero, pide un arroz chaufa con sopa. Escucha la música y se siente muy solo.

Deberías hacerle caso a todos, ¿y si aceptas el trabajo de César y así tienes motivo de decirle adiós? – Elena le habla. Elena, ya me estoy acostumbrando; poco a poco y ya no me dolerá – Sebastián tiene los ojos vidriosos. Sebastián, perdóname Sebastián, perdóname por no dejarte. No Elena, muchas gracias por no abandonarme, eres la única persona que ahora tengo, si tú no estuvieras ya no tendría sentido nada para mí.

El mesero le alcanza la sopa y mira al cliente hecho un zombi.

Señor sírvase. Gracias – Sebastián despierta.

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Si yo ingresara en política, y te ofrecería ser mi asistente de campaña, lo harías. No sé cholo, tendría que pensarlo; creo que diría que voy a votar por ti, pero no haría campaña, yo no metería las manos al fuego por nadie – Keni responde. Eso está bien Keni, yo no creo que podría postular a algo ahora, no sé cómo pensaré más adelante pero ahora no me interesa hacer política; pero sabes, esperaba que me respondieras de otra manera. No sé pues cholo, lo que pasa es que en la política todo es sucio y ya no puedo confiar en nadie, qué tal y te metes en el partido de Keiko o Alan. Sí cholo, no debes confiar en nadie; yo he confiado en algunas personas y esas me han defraudado, pero aun así seguiré confiando en mis amigos, claro siempre que no me den idea alguna de que están rompiendo los principios con los que comulgo; tu respuesta si confiaras en mí, hubiese sido que sí, pero como no confías en mí has respondido como lo has hecho. No es eso Sebastián, no te vas a poner mal ahora por eso. Keni, lo malograste cholo, ya fue. No Sebastián, no es así, es que yo no voy a confiar a ciegas. Pero no te estoy pidiendo eso, estoy pidiendo que confíes en mí, yo soy tu amigo y socio. Pues no, no confío en ti. Ya – Sebastián sonríe.

Keni no confía en nadie porque ha entrado en un escepticismo total, y no confía en Sebastián porque piensa que él puede ser tan corruptible como cualquier político; ve en el profesor Rivas a un tipo extraño de quien puede aprender algo, pero no confiar del todo. Aunque estuvo en un momento de su tristeza – piensa que debe ser por la edad – Sebastián debe ser como el resto, alguien que solo ve por sus intereses personales, que debe estar maquinando cómo ganar dinero o sacar provecho de los demás.

*********  
Sebastián saca de su bolsillo diez soles, los únicos diez soles que tenía. Si Alejandra le hubiese dicho que sí estaría en aprietos porque él pensaba que tenía veinte soles, felizmente que Keni le devolvió los cinco soles que le debía. El chaufa le costó once soles.

Elena le sonríe, Sebastián le devuelve la sonrisa.

Si yo tuviera dinero, si tuviera mucho dinero compraría un auto para pasear con Alejandra, la llevaría a donde ella quiera, le serviría como si fuera su chofer y le llevaría a comer donde su capricho. Si tuviera dinero, invitaría a comer a ese niño que vende frunas, le compraría las pastillas a la mamá de Arturo y los muebles para Susana. Si tuviera dinero comería bien y a mi hora, si tuviera mucho dinero compraría un departamento para que Alejandra venga y esté cómoda conmigo, llenaría mi refrigeradora con lo que ella pudiera desear.

Elena se admira y le da pena que Keni piense mal de Sebastián, no conoce a éste ingenuo profesor que solo quiere dinero para satisfacer las expectativas de alguien a quien ama y si le alcanza dárselo a quien lo necesita. 



Friday, March 18, 2016

Esclavo del amor



Vuelve a su rutina
Que séptimos días no hay
Pegado a una silla
Para escribir
Sobre un plástico de luz.
Todos los días.

El símil de sus mañanas
Pensando en la joven que duerme
Preparando escritos para ella
Que no sabe si los lee
Si le importa
Un poquito
El amor que le expresa.

Cada cual en sus afanes
El esclavo que brega con sus quehaceres
Que sus cargas no son tan pesadas
Como los sentimientos que agrandan su corazón.
La noble que come exquisiteces
Enamorada de un vil patricio
Que la veja con sus demandas
Y ella no considera su traición.

Esclavo que espía a su ama
Que no le importa los golpes que ella le infringe
Lo que desprecia sus sentimientos
Que siempre estará allí
A las órdenes de su señora.

Noble criatura por su belleza
Confundida por sus prejuicios
Que no puede amar a alguien que nació así
Que una noble y un esclavo
Juntos
En un mundo que no es civilizado
Jamás la ley lo permitirá.







Wednesday, March 16, 2016

Alejandra y Sebastián van rumbo a la montaña

Entra a su habitación, tiene un dolor de cabeza muy fuerte; piensa en Elizabeth, en que nada sucede con ella, en que también fue una farsa, que le mintió.

Qué puedo hacer, tengo que mentir. ¿Pensé que no mentías? –Sebastián se dio cuenta de una serie de cosas que Elizabeth ocultaba. Es que es así, a veces tengo que mentir para que no se preocupen. ¿Pensé que no me mentías? Te quiero, pero tú tienes algo en tu cabeza que no puede ser y por la forma en cómo te comportas es que decidí mentirte con lo de mi pareja, cuando volví con él y le llevé la comida, y cuando no tenía tiempo porque estaba con él. Lo noté y eso me dolió más – Sebastián mueve la cabeza. ¿Pero para qué lo querías saber? Quería pensar que tenías confianza en mí, que al menos si no tenía tu amor, tenía tu confianza. Lo siento Sebastián, pero no te puedo contar mi vida en detalles. Tienes toda la razón, y es por eso que ahora solo veo a alguien que desconfía de mí, que no me quiere.

****** 

Alejandra y Sebastián van rumbo a la montaña, viajaron tres horas, comieron pollo antes de empezar la caminata.

¿Sebastián es mucho lo que tenemos que caminar? La verdad es casi una hora de camino, pero no lo vas a sentir. Ya viejito, sino me cargas. Con gusto ahora mismo te cargo – Sebastián abraza a Alejandra por atrás, ella ríe y se zafa. Ay viejito estás con ganas no. Alejandra, te ves tan hermosa. Gracias, siempre me dices lo mismo que ya me estoy creyendo. Es que lo eres, no sabes cuánto deseo nuevamente tocarte, besarte, estar como antes estábamos.

******  
Lo recuerdo muy bien Sebastián, comenzaste a cambiar y yo me fui. Sí, es que ya no te soportaba Elizabeth, no soportaba que me mientas, que me ocultes cosas, solo pensaba en que no me habías dicho tal o cual cosa, en que no eras gestual, en que no te interesaba. Y me di cuenta lo mucho que sufrías, pero no podía hacer nada. Creo que sí pudiste hacer algo y que lo hiciste bien, te fuiste de mi vida. ¿Eso quieres que haga Alejandra ahora? No, no lo soportaría; la amo tanto, y lucho conmigo mismo para no acabar con esto. Si todos te decían que yo era una chiquilla a quien debías abandonar, que nada bueno te podía ofrecer ni contribuir, yo ahora también te digo, Alejandra no es nada, ella solo es una niña mimada que en nada te puede mejorar. No es así, no quiero compárate con ella, pero ha sido la única que me ha dicho las cosas que hago mal de frente, en su inocencia me ha mostrado lo inmaduro que soy y me enseña muchas cosas más con sus gestos. Pero te hace sufrir, y eso no te contribuye, déjala, olvídate de ella, solo es alguien que te da trabajo, una cliente más, puedes hacer otros ensayos, otras estadísticas, puedes trabajar más en tus videos o en el colegio, ya no le permitas que vaya a tu casa, no le hables. No puedo, la amo. Se acabará ese amor con el desprecio que ella te demuestra. Esta vez no se acabará, es mi última oportunidad.

Elizabeth abre sus ventanas para que corra aire. Sebastián está en la mesa con la cabeza gacha.

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Hola Sebastián. Hola Hugo, ¿qué novedades? Aquí tranquilo, más bien me sorprendiste ayer que pasé por tu zona, te vi con una flaca alta, ¿es tu enamorada? No, es una amiga. Ya, porque esa flaca es una pendeja, es una loquita que anda con uno y otro. ¿Tú la has visto? No, pero en su cara nomás se nota que no es nada seria. Hugo, déjate de hablar tonterías, tú no conoces a Alejandra para que hables de ella, yo sí la conozco, es mi amiga y es una persona correcta como creo que tú no lo eres. Es que yo he escuchado cosas de ella pues, en la universidad la gente habla de ella. Pues habla porque la gente no tiene nada que hacer, qué van hablar de ella si ella trabaja, estudia, hace deporte y no tiene tiempo para nada. Bueno, de todos modos te digo nomás, además es bien jovencita y tú sabes cómo están a esa edad la chibolada. Con todo el respeto Hugo, pero te pido que no hables nada de Alejandra que tú no la conoces.

Hugo pasa hacer el pago de la matrícula. Sebastián se contuvo porque no quiso pelear como antes lo hizo con uno de sus mejores amigos porque comenzó hablarle mal de Alejandra. Hasta ahora no puede visitar la casa de Fabricio, porque la discusión llegó al extremo de que éste le botó de su casa.

********
Sebastián, déjala – Elena le aconseja. Elena, la amo tanto. Por eso mismo déjala, ella comprenderá, ahora tú la estás incomodando y encima te estás poniendo en una situación negativa que te podría perjudicar, ya ni comes. Elena, todos me dicen que la deje, todos me dicen que me olvide de ella, pero yo no puedo, no puedo dejarla, la quiero tanto. Estás enloqueciendo Sebastián, se te va pasar, luego todo volverá como antes, ella por su lado y tú por el tuyo. Pero no quiero que sea así.

Elena le cubre con las sábanas blancas.

Sebastián, ella no confía en ti, ella te ve como alguien mayor, te puede admirar un poco, puede que te vea como un amigo, pero jamás te verá como hombre; eso ya pasó, tuviste tu oportunidad; tú mismo lo dijiste, ella fue tu última oportunidad – Elena le alcanza el cuchillo con que Sebastián cortó los mangos para invitárselo a Alejandra. ¿Qué propones? – Sebastián tiembla. Acabar con este dolor que tienes Sebastián – Elena le mira a los ojos y dirigiendo la mano de Sebastián que posee el cuchillo acomoda la punta en el pecho de éste -, es la única manera.

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Sebastián y Alejandra llegaron a la montaña, ella vio el paisaje y se alegró. Sebastián compra unas papas rellenas de un quiosco y le ofrece a Alejandra un plato.

Qué rico Sebastián, muchas gracias, este lugar es maravilloso, no sé por qué no vine antes. Ahora estás aquí conmigo y eso es lo que importa. Sebastián, te quiero mucho, no me abandones. Nunca lo voy hacer – Sebastián comienza a llorar. ¿Pero por qué lloras Sebastián? Porque me pediste lo que quería oír, lo que tanto he deseado que me digas, porque todo me dice que esto no tiene sentido, y tú me das la razón para seguir adelante.

Alejandra se pone de pie y comienza a transparentarse.

Sebastián, ¿sabes que esto es un sueño verdad?

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Elena empuja el cuchillo, le da un beso a Sebastián.


Perdóname, todavía te sigo amando.



Thursday, March 10, 2016

Elena, Elizabeth y Alejandra

Sí los he visto y me han gustado mucho, aunque parece que imitas a MAD – se refiere a Marco Aurelio Denegri. No, para nada, pero antes lo veía y por allí que me haya aprendido algo de sus ademanes, dime qué necesitas. Mira – Elizabeth se recoge el cabello y se acerca más a Sebastián para explicarle -, es sobre semiótica. ¿Y qué es eso? Recién lo estoy llevando, yo misma no lo sé, me han pedido que haga un ensayo y estuve leyendo este libro, pero me parece filosófico. A ver, Jacques Fontanille – Sebastián se admira del libro de autor francés -, bueno leamos, primero la introducción, la introducción nos ayudará a entender mejor.


Elizabeth se acerca y le coge la pierna de lo más natural. Sebastián no se inmuta, pero piensa por qué no es Alejandra quien le toca.

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Tu tío ha muerto. ¡Qué!, ¡qué pasó! Lo siento Sebastián, el tío a muerto.

Sebastián sale de la casa y apresurado camina por la Chimú rumbo a su cuarto.

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¿Alejandra estás viniendo? Sí viejito, me demoré un poco porque acompañé a mi mamá al centro, pero ya estoy en camino – A Sebastián le gusta cuando le llama “viejito” y además le gusta cuando Alejandra le cuenta los detalles. Está bien, te espero.

Sebastián va a su casa para hacer jugo e invitarle a Alejandra.

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Te parece si hacemos un alto para tomar algo. ¿Algo? Sí, te recuerdas que cuando iba a tu cuarto me invitabas jugos de fruta. Sí, lo hacía con mucho gusto por ti. Pues ahora yo voy hacer un jugo helado para ti. ¿De qué fruta? De fresas con leche. Perfecto, me gusta. ¿Es tu fruta preferida? No tanto, pero me parece un buen jugo la fresa con leche, mi fruta preferida es el mango y cuando hago jugo de mango le hecho limón. A mí no me gusta el mango. Sí, me lo dijiste una vez y por eso no te invité.

Elizabeth saca de su refrigeradora las fresas que están congeladas, hielo y agua embotellada. Las pone en su mesa de cocinar y hace el jugo.

Mientras muele, voltea a ver a Sebastián y él la ve muy linda; pero Sebastián se dice que no podría verse mejor que Alejandra.

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Lo siento brother pero no te van a perdonar por un tío, si fuera una madre o un padre, quizás un hermano, pero por un tío bien difícil; si gustas puedes faltar, pero igual te descontarán. Sí lo sé, no me importa el descuento, lo que me molesta es que es el primer día de trabajo, pero no importa, mi tío se lo merece.

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Alejandra llega, Sebastián la recibe con mucha alegría. Él se acerca para darle un beso y ella reacciona positivamente.

¿Estarás cansada? No, estoy muy bien; quería verte, varios días que no nos vemos. Gracias – Sebastián se maravilla de la delicadeza de Alejandra -, ahora vamos hacer tu informe. ¿Estás apurado? No, solo para que no se te haga tarde. No hay problema viejito, no hay apuro, el informe lo hacemos mañana, ¿vemos un video? Ya – Sebastián abre más los ojos de contento -, ¿qué quieres ver? A ver, no sé, a mí me gusta una romántica, pero… ¿tú que quieres? Yo – Alejandra siempre ha decidido sobre las películas y ahora le pide que lo haga Sebastián -, yo, no tengo idea, prefiero que seas tú quien decida. Ay viejito, ahora que te doy la oportunidad, por favor dime qué podemos ver. Ya está bien, veamos una sobre Hitler. ¿Hitler? Bueno, no sé, si no quieres normal. No, veamos la película, así me culturizo. Perfecto, estoy seguro que te va a gustar.

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¿Sabes?, mi amigo Luiz descubrió quién era Elizabeth – Sebastián le confiesa a Elizabeth. ¿Qué?, ¿quién te dijo que era? Me dijo, ya sé quién es Elizabeth; lo estuvo leyendo y ató cabos y medio Elizabeth es “…”.

Elizabeth se sorprende al escuchar su nombre, ella sabía quién era en la novela, pero nunca Sebastián le tocó el tema de frente.

¿Y qué le dijiste? Sonreí y le felicité por su demostración de inteligencia, luego le dije que Elena es “…” y que Alejandra es “…”.

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Terminó la película, a Alejandra le gustó y se lo agradeció a Sebastián.

Sabes, quería pedirte perdón por haberte abandonado la otra vez. No te preocupes, soy yo el tonto, no tenía por qué resentirme. No viejito, es mi culpa, lo reconozco, pero quiero que sepas que no quería fallarte, he estado tan atareada con el trabajo y además mi mamá me absorbe con sus cosas. Ya, no te preocupes Ale, yo te entiendo; más bien perdóname por molestarme a veces. Sabes, quiero ir a la montaña, quizás podríamos ir el domingo que estoy libre. Sería genial, ya el lunes voy a comenzar con los chicos, sería salir a caminar antes de mis labores propiamente pedagógicas. Entonces está dicho, vamos a caminar juntos a la montaña.

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Elizabeth siempre quiso saber quién era Elena, pero después de saber la existencia de Alejandra, ya no le interesaba tanto la primera musa. Ella sospechaba más o menos quién era Alejandra y al corroborarlo la odió mucho más.

¿Por qué le dijiste eso? Porque quería confundirlo, me pareció demasiada pretensión decirme quién era una de las musas de mi novela; por eso cuando le vi sorprendido por escuchar el nombre verdadero de Elena y que obviamente no se lo creería, es que me sonreí más y luego me carcajeé y le dije que le estaba bromeando y que se había confundido con Elizabeth.  

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Sebastián está muy tranquilo como para despedirse para siempre del tío Lobo. No ha recordado los detalles, no ha recordado cuando aprendió a manejar bicicleta, tampoco las confesiones que compartieron. 




Wednesday, March 9, 2016

Resentido

Tengo mucha expectativa por ti, quizás tú no lo tengas conmigo, pero yo por ti – te habrás dado cuenta – me esfuerzo. Pero me fallas, me fallas.

Entiendo que a veces suceden cosas que no puedas controlar y por eso me fallas, pero entiende que cuando me fallas, me duele, porque me doy cuenta que me estoy engañando con respecto a ti. Nada se puede hacer con este respecto, pero sí se pude ser gestual y sincero.

Siempre te espero, y antes era increíble porque venías a mi deseo. Pero ahora no es así, y ahora que menos tiempo tengo, es que menos deseas verme, aun así, siempre te espero.

Cuando es tu carga, me preocupo para yo también llevarla; cuando es tu pesar, me preocupo para que te pese menos. Yo creo por encima de tus dificultades y deficiencias y estoy contento a pesar que consumo mis últimas fuerzas.

Por el contrario, cuando son mis dificultades no te encuentro, y si estás, estás cansada, ocupada o de mal humor. Entonces se me hace un nudo en la garganta porque me fallas.

Te has dado cuenta que no me es fácil decirte adiós, que es como un apagón tu marcha; en cambio para ti, a la ligereza te despides y es así que me fallas.

Ahora, todo esto no es tu culpa, es mi culpa porque soy yo quien te tiene en gran estima y al mínimo detalle me resiento. Y algo me preocupa, me inquieta que de tanto que me fallas, me acostumbre a eso y un día ya no me resienta, y me dé igual que me falles. Será muy triste ese día, el día que ya no me importe cuando me falles y digas: cuánto ha madurado, ya no se resiente.  

Todavía te sigo amando. 

El Príncipe de Cleves. 











Sunday, March 6, 2016

El regreso de Elizabeth

No tienes por que acompañarme hasta mi casa. Claro que tengo que hacerlo.

Ambos conversan durante el viaje, Alejandra es ingenuamente divertida. Ella quiere pagar en esta ocasión, le da cinco soles al cobrador – Sebastián le permite ese gesto.

Señorita, su moneda está mal. Pero, no puede ser, me lo dio mi papá. ¡Qué! No me digas que ahora don Walter también se dedica a la falsificación de monedas. Oye qué te pasa, mi papá no hace esas cosas, quizás tu papá será el que comete delitos por eso piensas mal de los padres de otros. Jajajaja, solo es broma negrita; no se preocupe señor, aquí tiene – Sebastián paga los pasajes. Gracias Sebastián. Está bien – Sebastián se siente feliz al lado de Ale.

Bajan en paradero “Pollo”, ella se para en la esquina y se acerca para despedirse, pero él le indica que irá hasta la puerta de su casa. Ella, muy cortés no le hace ningún miramiento. Se despiden al llegar a la casa.

¿A dónde vas ahora? A mi cuarto, pero antes estaré caminando por la Chimú – Sebastián está perdido. Cualquier cosa me llamas Sebastián – Alejandra se compadece de su amigo. No te preocupes, estaré bien.

Alejandra sonríe y se voltea para entrar a su casa. Sebastián la mira, se entristece.

Sebastián camina hasta paradero “Pollo”, su celular suena.

¿Elizabeth? Soy yo cholito, no sé si podrás, pero me ayudarías bastante. ¿Qué pasó Elizabeth? Es que mi prima cumple quince años y no tengo con quién ir, pensé que quizás tú podrías acompañarme. ¿Yo?, pero ahora estoy en la calle y mal vestido. No te preocupes, tienes una hora para venir, recién son las diez,  por favorcito Sebastián. Ya está bien, voy a cambiarme e iré a tu encuentro, ¿estarás en tu cuarto? Sí, yo recién me hice el peinado, voy a cambiarme, y te esperaré. Ya, no te preocupes.
Sebastián toma el carro, baja en Pirámide del Sol, llega a su cuarto.

Rápidamente se quita el polo, los zapatos, las medias, los pantalones y la trusa. Se mete en la ducha, se ve gordo y piensa que Elizabeth lo notará. No importa, igual ahora solo son amigos.

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No pensé que te tendría así. ¿Cómo así? Así tan alegre, bailando conmigo. Te he extrañado cholito – Sebastián recuerda las veces que le pedía que le llame así y ella no lo hacía- todos piensan que eres mi novio. ¿Y no se molestan por la diferencia de edad? No, no se nota – ella es mayor que Alejandra, la diferencia de edades entre Sebastián y ella no es abismal.

La quinceañera sale, Sebastián mira su reloj, está cansado.

Qué pasa Sebastián – Elizabeth le agarra de la mano. Es que estoy muy cansado. Pero no me vas a dejar aquí sola, ¿no? No, claro que no, nos vamos juntos.

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Sebastián y Elizabeth caminan hasta el Óvalo, allí toman un taxi.

Sebastián, ¿podrías ayudarme el domingo con un trabajo? Sí, pero en la mañana, porque en la tarde voy a grabar un video con mi amigo. Ya, es una cosa pequeña, solo una lectura. No te preocupes. Te has portado muy bien conmigo, qué tal si te invito el almuerzo el domingo. No, yo te voy a invitar almorzar. Pero si me vas hacer un favor, yo debería invitarte. Elizabeth, hace tiempo que no nos veíamos y ahora estoy muy solo, has llegado en un momento que necesitaba a alguien. ¿Estás bien cholito? No – Sebastián está mareado -, es lo de Elena. ¿Elena? Sí, no me ama. Pero me dijiste que ya la habías olvidado. Nunca la he dejado de amar y cada vez está más lejos de mí.

Sebastián deja a Elizabeth en la casa donde ella alquila un cuarto y él se va con el mismo taxi.

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Son las ocho de la mañana. Keni llama.

Hola cholo – Sebastián hace notar con su voz que está en cama -, ¿qué fue? Oe dormilón, levántate, conseguí la cámara y un trípode – Keni suena muy feliz. Perfecto cholo, estoy bien cansado, pero ya me voy a levantar. Ya papi, voy a mi casa, cualquier cosa me pasas la voz, a las cinco vamos a la casa de la tía. Perfecto cholito.

Sebastián se levanta, se pone las sandalias y se mete a la ducha. Piensa en Alejandra, piensa que a ella no le importa nada, que él le da de todo, pero que lo único que consigue es una simple amistad, que quizás deba acabar con esa relación dañina, que sería mejor que se alejara de todo.  Se da cuenta que su depresión le está ganando, desea abrazar a Alejandra. Se enjabona y trata de pensar positivo.

Se seca, se pone medias negras de vestir, pantalones de tela, bivirí, camisa blanca, una corbata negra y zapatos negros bien lustrados. Acompañará a Nellita al cementerio a visitar al tío Lobo, es un mes de su fallecimiento.

Revisa su cuenta de Facebook, la candidata al congreso se echó para atrás, se lo comunica a Keni por el chat y sale a la casa de su madre. 





Te regalaría toditas las estrellas, solo por un beso. 


Thursday, March 3, 2016

Un mes de año bisiesto

Un mes ardiente
De año bisiesto
Que sin querer acompañarme
A mi lado estuviste.

Un terrible mes
De dudas
Que si debo y no puedo
Dejarte.

Un nudo mes
Que a mi garganta
Más que tus rechazos
El hielo no afectó.

Un descorazonado mes
De olores de rosas
Que percibo en las prendas
Que inocente dejaste.

Un mes infeliz
Que te miro
Y me enamoro
De cada imperfección tuya.

Un mes que no salimos
Que encerrado me quedé
Y no subimos a la montaña
Porque no me amas.

Un mes de sonrisas de verano
Que te burlaste de mí
Porque a tu servicio estoy
Y no te importa mi vida.

Un mes que no festejamos
Porque insignificante es para ti
Y yo no me atrevo
Por tu rechazo.