Thursday, June 26, 2014

El resultado

Qué mierda, ¿tengo que hacerlo? Ya pagué, solo tienes que acercarte a Roe. ¿Cuánto pagaste? 70 soles. Ya… ¿Ya qué? Ya no quiero hacerlo. Pero Julio si no lo haces no voy a poder dejar los calmantes. Sí lo sé, pero no quiero hacerlo, me da miedo. ¿Pero por qué te da miedo?, ¿no dices que no hay nada malo en ti? Es que me da miedo que me pinchen. Pero será algo rápido y eso me ayudará. Ya que chucha, pero no tengo dinero para ir hasta allá. He depositado 20 soles en tu cuenta, con eso puedes tomar un taxi, o… ¿necesitas más? No, eso es suficiente.

Julio revisa sus bolsillos y cuenta cinco soles y treinta céntimos, tomará un público y gastará solo un sol, los veinte los va conservar; aunque piensa que si sale positivo los utilizará para irse lo más lejos que pueda. Piensa que hubiese sido mejor esperar a que Albert llegue a Lima, al menos tendría con quien llorar.

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Toma los morados y llega en media hora a la Hacienda, pregunta por el Laboratorio Roe y fácil lo encuentra. Es un lugar cómodo y no hay mucha gente, solo un vigilante y dos señoritas.

Sr. Julio Valle. Sí, soy yo. Por favor, sígame. ¿Ya está pagado verdad? Sí, usted hizo el pago vía una transferencia. No, no lo hice yo, lo hizo mi enamorada – se pone nervioso y no se da cuenta cuando la señorita ha abierto la aguja descartable -, ¿cuánto tiempo tengo que esperar para saber el resultado? Mañana a las 4 de la tarde estará el resultado. ¡Tanto!, pensé que sería cosa de horas. No señor, mañana a las cuatro, pero no tiene necesidad de venir aquí, ahora le vamos a dar un usuario y contraseña para que pueda verlo desde nuestra página web.

La señorita le pincha, Julio siente un punto agudo y le duele, pero más le duele la idea de saber que hay posibilidad de que su sangre esté contaminada.

¿Por qué lo hace?, ¿tiene alguna duda? Yo no, yo siempre he sido responsable; pero mi enamorada me ha insistido. Pues es la mejor prueba de amor que se puede hacer. Seguro, pero duele.

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Julio sale del laboratorio y le caen lágrimas de miedo. Piensa en su madre, pero más en su padre. Siente que ha defraudado a su viejito. Él le ayuda pagando Cibertec. Cree que su madre, llorará y sufrirá bastante, pero como toda madre estará para consolarlo y no lo rechazará; pero qué hay del viejito: él maldecirá… sufrirá por tener un hijo maricón y sidoso. Le manda un misio a Albert, éste le timbra.

¿Estás bien? No, no estoy bien… siento que hice una tontería, no tenía que hacerme la prueba, hoy no podré dormir, ni quiero ir a Ciber. Si tú estás así, trata de pensar cómo estoy yo. Tú, tú eres un huevón que me ha puesto en esta situación. Por qué tanto dudas. Es que yo soy así, siempre he sido un inseguro. No, no es eso Julio, es tu conciencia. Mierda, sí es mi conciencia… eres un huevón, yo estoy tranquilo con mi conciencia, pero uno nunca sabe, uno puede tener una enfermedad como esta de tantas formas, acaso las relaciones sexuales es la única forma de contagio. Sí lo sé, pero debes estar tranquilo; yo también cuando me lo hice estaba así con dudas. Pero salió negativo y me jodes con que tengo que hacerme una prueba. Solo para descartar posibilidades. Ya huevón, pero después de esto ni más contigo. Cálmate, si deseas te puedo mandar dinero para que te compres algo. No huevón, voy a irme a Ciber, quizás así me distraiga.

Albert, toma dos calmantes, y piensa en irse a la cama, pero su jefe le ha pedido unos informes con urgencia.

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¿Qué pasa cholo? Juan, estoy en un problema, y de esto depende seguir aquí o irme a la mierda. ¿Por qué? He cometido una tontería. Dime, quizás te pueda ayudar. De esto nadie me puede ayudar cholo, si mañana no vengo es porque ya fue todo. Cholo todo va salir bien – Juan bate el cabello a Julio.

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Julio se levanta muy temprano, prende su laptop y pone música romántica; recuerda a Dialeny, fue su primera vez. Apaga el ordenador y se pone de rodillas y conversa con Dios, llora, cree que si llora Dios le escuchará mejor.

“Diosito, no soy digno de hablarte – siempre comienza con su indignidad -, no soy digno de pedirte nada señor, pero no tengo a nadie ahora y estoy muy angustiado con esto. Señor por favor que la prueba sea negativo. Te prometo que esta vez ya no haré más tonterías, no visitaré el chat y me voy a quedar solo”.

Se levanta, tiende su cama y levanta la ropa que está tirada en el suelo, las coloca en el cesto y va al baño para tomar una ducha, prefiere hacerlo temprano para no incomodar a nadie.

Piensa que la última hora antes de las cuatro será la hora más angustiante. Quiere que el tiempo pase rápido. Va a la cocina, se sirve el quaquer que su viejito ha cocinado y come un pan con soledad.

Ma ya me voy. Ya Julito, tu papá dice que Ernesto no ha pagado el mes, si lo vez recuérdale. Ya mamá, chao.

En el restaurante, tiene que limpiar el piso y luego a lavar los platos. Se da ánimos, se dice que debe estar tranquilo; que habiendo tantas personas por qué a él; además, siempre ha usado preservativos; debe ser una tontería, es un exagerado; pero luego viene la duda: el preservativo no es 100% seguro.

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Son las cuatro, pero no puede salir de su trabajo, pide permiso para ausentarse un rato con el pretexto de una llamada urgente. Va a una cabina, antes de ingresar el usuario y la contraseña hace una oración, abre, y lee, negativo.

¡Mierda!, ¡mierda!, ¡mierda!..

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