Catarsis, ella hace catarsis, él hace catarsis, los dos
hacen catarsis con sus cuerpos. Terminan, ella se recuesta tiernamente en el
pecho de él. Él la abraza y mira al techo para iniciar la conversación.
¿Por qué siempre eres muy callado? Porque no tengo mucho que
decir, prefiero decir poco si tengo la duda que no vaya ser nada inteligente.
¿Y no te molesta?, ¿no te apena que la gente se aleje de ti?, – el doctor
Correa no se inmuta - porque cuando salimos a comer tú vas solo al restaurante
de abajo y todos nos vamos al de la Teresa. Es que Teresa cocina con mucho
condimento. Tienes razón, pero sabes que nadie va a comer contigo porque a
nadie le gusta acompañarte, eres muy serio. ¿Y qué te han dicho de mí?
El doctor Correa es aburrido, solo te va hablar de sus
experiencias pasadas. Además allí donde come, todo es desabrido. Pero – Juan
replica – yo he comido allí y me ha gustado, ayer hicieron Salsa a lo Alfredo,
estaba buenazo. Ya – Ernesto se hace el
gracioso -, ¿pero el doctor no convirtió tu almuerzo en un ejercicio
intelectual? No, me pareció que su conversación era interesante. Entonces,
¿quieres ir a comer con él? – Juan se siente incómodo con esa pregunta -.
Pues qué te puedo decir – Verónica contesta al doctor -, la
gente te quiere, pero le pareces un poco distante y medio renegón. Salvo Juan,
todos prefieren pasarla sin ti. Lo entiendo, no me molesta saber que a los
chicos no les parezco agradable, además es la edad y el hecho que sea el jefe; lo
importante es el respeto.
Suena el celular del doctor, es un mensaje de texto.
¿Quién es? Es Juan, me está preguntando porqué aún no llego.
Ese chico siempre está muy pendiente de ti. Es muy bueno, lo estimo bastante. Es
así contigo porque tú eres su jefe, no te confíes de él, te va pasar lo mismo
que te pasó con Carlos. No hables así, él es otra persona, es un buen chico.
No es que quiera ir todos los días con él, me gusta estar
con ustedes, pero el doctor Correa es interesante, tiene mucho conocimiento. Es
que es catedrático pues, por eso siempre te va estar haciendo una clase –
responde Arturo -. Sí, sus conversaciones son de su clase, ¿ya te enseñó la
deontología del abogado? – socarrona, Karen -. Ah no sabía que podría ayudarme
con eso, a la próxima le pregunto – responde irónico Juan. Ni su hijo lo
soporta, no ves que se va a comer sin él; además al doctor no le incomoda que
lo dejemos.
El doctor contesta el mensaje.
¡Qué!, ¿le vas a responder? Claro, para que no se preocupe.
Ni por Iván – el hijo del doctor – usas ese celular para escribir un sms y lo
haces por este chiquillo. Pero está preocupado, y me parece de mal gusto no
contestarle; y no digas que no le escribo a mi hijo, a Ivan no hay necesidad de
escribirle, le llamo. Sí pues, y él nunca contesta.
Mensaje de texto: Cholo estoy con mi mujer, se me hizo
tarde, ya no voy, cualquier cosa pasas la voz.
Juan recibe el mensaje del doctor.
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