Recuerdo cuando Eduardo dejó a su mujer, Jesús apenas tenía
cinco meses de nacido. Pero él se fue para Estados Unidos para trabajar y
hacerle una casa a su familia.
Toñito – así me llamaba Eduardo – me voy a Estados Unidos. ¿Cómo
así?, ¿tienes visa? No, me voy de ilegal. Pero es muy peligroso, sabes que
tienes que cruzar la frontera entre México y Estados Unidos y dicen que allí
mucha gente ha perdido la vida, hasta te ultrajan – esta última oración lo digo
en todo trágico -. Sí lo sé, pero necesito hacerlo, estando aquí nunca podré
lograr nada. Y tu mujer, ¿está de acuerdo? Sí, ella misma me lo ha pedido, ella
quiere dejar de vivir en la casa de su madre, como me han dicho que son las
cosas, fácil en dos años puedo hacerme del dinero necesario para comprarme un
terreno y construir mi casa. No me parece Eduardo, ¿y tu hijo?, él es muy
pequeño aún y vas a dejarlo en esta etapa en que te necesita para formar su
carácter. Por eso mismo confío en ti para que lo veas, eres mi mejor amigo y
eres una buena persona, confío en que no vas a dejar de ver a mi familia. Pues
no, desconfía, sabes que soy muy egoísta y solo pienso en mí. No es así,
eso es lo que dices, pero tú eres bueno y me lo has demostrado todo este tiempo.
Me hiere que piense que soy bueno y que soy su mejor amigo, solo
me conocía medio año. No debería haberme hecho su amigo, no era mi intensión.
Él fue quien se me acercó estando en la iglesia. Era quién menos me interesaba
para formar pareja misionera; a pesar que es bien parecido, parece lento para
entender porque habla muy pausado.
Eduardo llegó a la iglesia por su esposa. Desde muy pequeño,
tuvo que cuidar de su casa y hermanos; su madre los abandonó para irse con otro
hombre y su padre – que era un borracho – se volvió a casar con una mujer que
los maltrataba. Además tenía un hermanastro del que se defendía muy bien a
pesar que éste era más grande que él. Por estas cosas – y eso es curioso porque
era cristiano – odiaba a su padre, a quien achacaba el abandono de su madre.
Pero cómo puedes odiar a tu padre y ser cristiano, no seas
gracioso. Sé que está mal, lo perdonaré cuando cambie. ¿Quién tú o él? Cuando
cambiemos los dos; no sabes ayer vi al Chato – su tercer hermano – tirado en la
esquina y mi viejo estaba viniendo y ni siquiera lo recogió, me dolió que él
estaba bien vestido y bañado, seguro venía de haberse acostado con una
prostituta, y que al ver a su hijo ni siquiera se sorprenda, no diga nada – le
caen lágrimas -, y lo peor fue que le increpé porqué no se interesaba en
su hijo y me responde que no era su problema – me gustaría pasarle la mano por
el hombro, pero me inhibo porque no soy gestual -, allí mismo casi le meto
su combo. No sé qué decirte, qué indignante es ese señor, con razón lo odias.
Almorzamos juntos en el comedor de mi casa – para ese
entonces vivía con mis padres – y luego a mi habitación para estudiar un
conjunto de lecciones bíblicas llamada la fe de Jesús.
Cuéntame cómo así te hiciste cristiano. Yo estoy asistiendo
a la iglesia eso de cinco años, pero he tenido varias recaídas, así
cristiano constante será algo de un año recién. ¿Me supongo que vienes por tu
esposa? Sí, a ella la conocí en el colegio, no estábamos en el mismo salón,
ella estaba en cuarto y yo en tercero, repetí el segundo año. ¿Elena es tu mayor? Sí, tiene 26.
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