Thursday, January 9, 2014

¿Qué voy hacer?

Terminé tarde porque el director quiso que le acompañe a comprar un nuevo proyector, lo bueno es que me ha dado una propina y con eso voy a recargar el celular y cenar algo rico. Pero para qué recargar el celular, si la única persona a quien quiero llamar es Elena y ella no va contestar.

Voy al parque principal para comer un caldo de gallina, me envuelve la tristeza de estar solo, igual tengo un saldo de dos soles en el celular y le envío un mensaje a Elena preguntándole cómo está, pero no me responde.

Tan ocupada debe estar; o peor, tan poco le intereso, no entiende de mi necesidad de saber algo de ella. Ya son cinco días que no sé nada. Qué le habrá sucedido, cómo estará su madre – estaba enferma y ella la está atendiendo -, estará trabajando, estará sola o con Eduardo, pensará en mí. No, en mí es en lo que menos piensa, sino hace rato que me hubiese escrito algo.

Ya no estoy triste, ahora estoy molesto. La señorita del restaurante se acerca y me pregunta por lo que me voy a servir; le pido un caldo solo, para llevar. No voy a comer allí solo, mejor lo llevo y como en mi habitación escuchando música.

Son cinco soles. Aquí tiene, me puede dar una bolsita más de cancha por favor.

Cruzo la pista, voy a Inkafarma para comprar un cepillo de dientes y Kleenex, necesito kleenex porque voy a llorar. Luego en la tienda, - no el de la esquipa porque esa señora nunca me fía y no se merece ser mi casera, sino en la tienda de doña María – compro una San Luis helada. Voy a la casa de mi madre para que me preste un pocillo, porque el caldo de gallina me gusta comerlo en pocillo, y una cuchara facusa hotelera – esas cucharas de casa yo las compré -. Luego a mi cuarto.

Ya tengo todo, pocillo, cuchara, caldo, agua, cepillo y kleenex. Abro el facebook, tengo el chat desconectado, solo abro el facebook para ver las fotos de Elena mientras escucho alguna canción de Corazón Serrano o de algún grupo de cumbia. Veo la foto de Elena cuando era niña y me contenta porque la veo tan inocente, tan buena, tan inmaculada y pienso que no es que me desprecie, lo que pasa es que es así de inocente que no quiere contestarme porque piensa que no debe, que quizás tenga algunos miedos porque es aún una niña. Pero luego veo otras fotos en la que está con sus parientes y con mensajes que me ponen celoso, porque comentan sobre su belleza, y me atormento viendo a los tipos que le han escrito tal o cual comentario subido de tono, busco el perfil de estos tipos y me consuelo cuando veo que son feos y desmerecen toda atención de Elena.

Terminé mi caldo, ya escuché dos veces “Alejate” - pienso que Elena me está consumiendo la juventud,  la poca que me queda -, y voy a cepillar mis dientes. Tomo dos vasos de agua – he puesto música de Mozart como fondo -  y sigo mirando las fotografías de Elena.

Se olvidó de mí, se olvidó lo que siento en mi interior. ¿Por qué eres así Elena?, ¿por qué me has dejado en esta amplia habitación?, ¿por qué Elena?, ¿por qué?

Me he embriagado de la tristeza, son cinco días que no sé nada de ella, ciento veinte horas, siete mil doscientos minutos, qué terrible, has un alto y deja pasar un minuto… Ahora me entiendes, es mucho tiempo. Me pongo a llorar, tengo kleenex, no hay problema, hay que llorar.

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