Monday, January 6, 2014

La chata Karina

En el colegio, era un chico tranquilo hasta segundo año, no le molestaba a nadie, hacía mis cosas como podía, era bueno en lenguaje, pero en matemática era malazo, no le entendía. Tenía a dos amigas que siempre me ayudaban con mis tareas, creo que les gustaba porque era bien callado – solo contigo soy fluido – y las defendía cuando alguien las molestaba. Una de ellas era Karina, le decíamos la Chata, era un mate de risa, siempre metida en problemas, era inteligente; pero estaba de enamorada de Walter, a quien habían expulsado del colegio, y salían a discos y todo.  Un día el coordinador de normas hizo una requisa y le encontró en la mochila una botella de pisco y cigarros, llamaron a su mamá, la expulsaron por una semana. Fui a visitarla, la encontré limpiando su vereda y me invitó a comer a su casa, ella vivía cerca de mi casa, ahora vive en Estados Unidos. Ese día me contó que había terminado con Walter porque le encontró chapando con otra, y ella se puso así media llorosa y me salió lo gilero y la besé; y así nomás se hizo mi enamorada, no le dije si aceptaba ni nada, solo era un hecho porque desde entonces agarrábamos en el recreo, salíamos juntos, iba a su casa hacer mi tarea – aunque en realidad era para que ella lo haga, pero hacíamos buen equipo, ella hacía las tareas y yo dibujaba -.

Pipo – mi padre – me llevaba a trabajar todos los fines de semana, no me molestaba acompañarlo porque me gusta siempre estar haciendo algo; en una de esas fuimos a Pisco y nos quedamos una noche y él me quería llevar a un prostíbulo, pero yo no quise, le conté que tenía enamorada.

¿Y te la has tirado? No, porque solo somos enamorados. No seas huevón, déjate de mariconadas, ya tienes edad para tirar. A mira, recién me entero. Mira pendejo no me contestes, vamos a que conozcas a unas amiguitas, yo invito. No quiero.

Me jala para llevarme, me suelto y me salgo del cuarto y me voy a la plaza y me quedo allí hasta el día siguiente, pensando en que quizás podría tener sexo con la Chata el próximo fin de semana.

El siguiente fin de semana, la Chata y yo fuimos a una disco cerca de la Universal, bailamos – nos gustaba mucho la salsa romántica – y tomamos regular, yo más que ella, y ya estaba ebrio, cuando de pronto veo que alguien me empuja y veo que es Walter, la Chata sale en mi defensa porque piensa que Walter me va a pegar, pero mi reflejo es rápido y le lanzo la botella que tenía en la mano, para mi mala suerte Walter lo esquiva y me lanza otra botella y como estaba mareado no puede esquivarla, me cayó en este lado por eso tengo esta cicatriz, me pico y peor agarro una silla y para esto ya habían venido los de seguridad y nos sacan. La Chata gritando como loca, diciendo se están peleando por mí – estaba borracha y le alardeaba a la chica de Walter que nos estábamos peleando por ella -, me lleva a su casa para limpiarme.

Te pasaste Lalo, te pasaste, cómo se te ocurre hacer eso, es que estás borracho. Sí, tú también estás borracha, qué no te has dado cuenta que me has demostrado que te sigue interesando Walter. Para nada, ¿por qué dices eso? Porque le has estado molestando a la enamorada de Walter. A es que esa chiquita… No seas sin vergüenza, esa chica es tan chata como tú. Nada que ver, no viste que llevaba tacos, esa chiquita estaba que me miraba mal, y solo le quería sacar pica, porque me cayó mal. No, no, a ti te sigue gustando Walter. No, si yo te quiero a ti. Entonces, ¿me lo demuestras? ¿Cómo?, qué quieres decir. Quiero hacer el amor contigo. No jodas Lalo, ya vámonos que es muy tarde. Mierda, si Pipo me ve así me va a pegar. Ya ves, por eso mismo vamos a mi casa, te limpio y te cambias de polo y solucionado, te vas a tu casa.

Siéntate, voy a traer agua - agarro un adorno del mueble y lo aplasto sin querer, lo dejo sobre la mesita de centro - ¡Ay!, el búho de mi mamá, ¿qué le ha pasado? No sé, yo solo lo toqué e hizo traz. Qué, no seas conchudo Lalo, mi mamá me va a matar – Me va limpiando la cabeza - , creo que vas a necesitar puntos. No, cómo crees no es nada. Pero está sangrando harto. Por eso debe ser que a pesar que me estás mostrando las tetas no se me para. Oye, no seas mañoso – se acomoda su polo-, ya está, ahora sí, con este parche estará bien. Y tú crees que nadie se dará cuenta. Les dices que te hiciste una pequeña herida. Con tremendo trapo en la cabeza les voy a decir que es “una pequeña herida”. Ay no sé, diles que te hiciste una gran herida pues.

En mi casa todo estaba a oscuras, sería eso de la una de la madrugada, entonces decido entrar por el techo, pero cuando estoy encima, veo que Pipo esta abriendo la puerta. Me mira allí, me carajea y saca su correa y me tira de alma, caigo en el sofá. Me sigue lanzando los correazos, mientras mi madrastra gritaba: Qué clase de hijo tienes, ha salido a su madre, este chico está metido en drogas, mira la hora que llega, seguro nos está robando, con qué plata está tomando, porque ahora nadie invita. Y me lanza un cucharonazo que me cae en la espalda. Y yo: No Pipo, ya Pipo, mierda, duele Pipo, duele, mierda, conchatumadre, Pipo ya pe, ya pe Pipo. Me marcó toda la espalda, lo odié mucho ese día, felizmente que no me golpeó en la cara. Al día siguiente, mi madrastra me deja encerrado y me amenaza para no salirme por el techo.

Pero tengo que salir. No, mejor descansa que tu padre te ha maltratado bien, voy a comprar la merca y luego me ayudas a cocinar. Ya – ya vas a ver conchatumadre, pienso -.

Descansé el sábado y el domingo, aunque es un decir porque América – mi madrastra – me hizo limpiar la casa – la dejé reluciente -, cocinar – la muy conchuda se chupaba los dedos por mi sazón – y lavar la ropa – también sus interiores con su inmundicia –.

El lunes vi a la Chata junto a Eli – mi esposa -, Eli me sonrió y en ese momento me enamoré de ella. Me dice que ella siempre sonríe así, pero a mí me sonrió de una manera especial, me sonrío y me di cuenta que era para mí. La Chata se me acercó.

Sabes, creo que debemos dejarlo allí, mi mamá dice que no eres sano. Ya está bien. Yo sé que esto te va a doler, pero así son las cosas, Lalo, lo que pasa es que eres un impulsivo y yo no puedo estar con alguien impulsivo. No te preocupes, creo que es lo mejor. Ah, y lo del búho, son veinte soles. Ya, yo te los pago – estoy viendo que Eli se va, le doy los veinte a Karina y le pregunto por su amiga -. Ah es una monga del cuarto año.

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