En el colegio, era un chico tranquilo hasta segundo año, no le
molestaba a nadie, hacía mis cosas como podía, era bueno en lenguaje, pero en
matemática era malazo, no le entendía. Tenía a dos amigas que siempre me
ayudaban con mis tareas, creo que les gustaba porque era bien callado – solo
contigo soy fluido – y las defendía cuando alguien las molestaba. Una de ellas
era Karina, le decíamos la Chata, era un mate de risa, siempre metida en
problemas, era inteligente; pero estaba de enamorada de Walter, a quien habían
expulsado del colegio, y salían a discos y todo. Un día el coordinador de normas hizo una
requisa y le encontró en la mochila una botella de pisco y cigarros, llamaron a
su mamá, la expulsaron por una semana. Fui a visitarla, la encontré limpiando
su vereda y me invitó a comer a su casa, ella vivía cerca de mi casa, ahora
vive en Estados Unidos. Ese día me contó que había terminado con Walter porque
le encontró chapando con otra, y ella se puso así media llorosa y me salió lo
gilero y la besé; y así nomás se hizo mi enamorada, no le dije si aceptaba ni
nada, solo era un hecho porque desde entonces agarrábamos en el recreo,
salíamos juntos, iba a su casa hacer mi tarea – aunque en realidad era para que
ella lo haga, pero hacíamos buen equipo, ella hacía las tareas y yo dibujaba -.
Pipo – mi padre – me llevaba a trabajar todos los fines de
semana, no me molestaba acompañarlo porque me gusta siempre estar haciendo
algo; en una de esas fuimos a Pisco y nos quedamos una noche y él me quería
llevar a un prostíbulo, pero yo no quise, le conté que tenía enamorada.
¿Y te la has tirado? No, porque solo somos enamorados. No
seas huevón, déjate de mariconadas, ya tienes edad para tirar. A mira, recién
me entero. Mira pendejo no me contestes, vamos a que conozcas a unas amiguitas,
yo invito. No quiero.
Me jala para llevarme, me suelto y me salgo del cuarto y me
voy a la plaza y me quedo allí hasta el día siguiente, pensando en que quizás
podría tener sexo con la Chata el próximo fin de semana.
El siguiente fin de semana, la Chata y yo fuimos a una disco
cerca de la Universal, bailamos – nos gustaba mucho la salsa romántica – y
tomamos regular, yo más que ella, y ya estaba ebrio, cuando de pronto veo que
alguien me empuja y veo que es Walter, la Chata sale en mi defensa porque
piensa que Walter me va a pegar, pero mi reflejo es rápido y le lanzo la
botella que tenía en la mano, para mi mala suerte Walter lo esquiva y me lanza
otra botella y como estaba mareado no puede esquivarla, me cayó en este lado
por eso tengo esta cicatriz, me pico y peor agarro una silla y para esto ya
habían venido los de seguridad y nos sacan. La Chata gritando como loca,
diciendo se están peleando por mí – estaba borracha y le alardeaba a la chica
de Walter que nos estábamos peleando por ella -, me lleva a su casa para
limpiarme.
Te pasaste Lalo, te pasaste, cómo se te ocurre hacer eso, es
que estás borracho. Sí, tú también estás borracha, qué no te has dado cuenta
que me has demostrado que te sigue interesando Walter. Para nada, ¿por qué
dices eso? Porque le has estado molestando a la enamorada de Walter. A es que
esa chiquita… No seas sin vergüenza, esa chica es tan chata como tú. Nada que
ver, no viste que llevaba tacos, esa chiquita estaba que me miraba mal, y solo
le quería sacar pica, porque me cayó mal. No, no, a ti te sigue gustando
Walter. No, si yo te quiero a ti. Entonces, ¿me lo demuestras? ¿Cómo?, qué
quieres decir. Quiero hacer el amor contigo. No jodas Lalo, ya vámonos que es
muy tarde. Mierda, si Pipo me ve así me va a pegar. Ya ves, por eso mismo vamos
a mi casa, te limpio y te cambias de polo y solucionado, te vas a tu casa.
Siéntate, voy a traer agua - agarro un adorno del mueble y
lo aplasto sin querer, lo dejo sobre la mesita de centro - ¡Ay!, el búho de mi
mamá, ¿qué le ha pasado? No sé, yo solo lo toqué e hizo traz. Qué, no seas
conchudo Lalo, mi mamá me va a matar – Me va limpiando la cabeza - , creo que
vas a necesitar puntos. No, cómo crees no es nada. Pero está sangrando harto.
Por eso debe ser que a pesar que me estás mostrando las tetas no se me para.
Oye, no seas mañoso – se acomoda su polo-, ya está, ahora sí, con este parche
estará bien. Y tú crees que nadie se dará cuenta. Les dices que te hiciste una
pequeña herida. Con tremendo trapo en la cabeza les voy a decir que es “una
pequeña herida”. Ay no sé, diles que te hiciste una gran herida pues.
En mi casa todo estaba a oscuras, sería eso de la una de la
madrugada, entonces decido entrar por el techo, pero cuando estoy encima, veo
que Pipo esta abriendo la puerta. Me mira allí, me carajea y saca su correa y me
tira de alma, caigo en el sofá. Me sigue lanzando los correazos, mientras mi
madrastra gritaba: Qué clase de hijo tienes, ha salido a su madre, este chico
está metido en drogas, mira la hora que llega, seguro nos está robando, con qué
plata está tomando, porque ahora nadie invita. Y me lanza un cucharonazo que me
cae en la espalda. Y yo: No Pipo, ya Pipo, mierda, duele Pipo, duele, mierda,
conchatumadre, Pipo ya pe, ya pe Pipo. Me marcó toda la espalda, lo odié mucho
ese día, felizmente que no me golpeó en la cara. Al día siguiente, mi madrastra
me deja encerrado y me amenaza para no salirme por el techo.
Pero tengo que salir. No, mejor descansa que tu padre
te ha maltratado bien, voy a comprar la merca y luego me ayudas a cocinar. Ya –
ya vas a ver conchatumadre, pienso -.
Descansé el sábado y el domingo, aunque es un decir porque
América – mi madrastra – me hizo limpiar la casa – la dejé reluciente -,
cocinar – la muy conchuda se chupaba los dedos por mi sazón – y lavar la ropa –
también sus interiores con su inmundicia –.
El lunes vi a la Chata junto a Eli – mi esposa -, Eli me
sonrió y en ese momento me enamoré de ella. Me dice que ella siempre sonríe
así, pero a mí me sonrió de una manera especial, me sonrío y me di cuenta que
era para mí. La Chata se me acercó.
Que buena anécdota .
ReplyDeletePodrías identificarte por favor.
DeleteQué bien escribe Mario...
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