Saturday, January 4, 2014

¿Con quién hice el amor?

Me puedes tomar una foto con el cuadro. Claro, pero te diré que ha habido problemas con la gente que se toma foto con este cuadro. ¡Qué! ¿Les ha visitado? Así es, les ha visitado en las noches. Ya, pero eso es lo que más quiero y si quiere hacer el amor, mejor. Bueno.

Me toma tres fotos, salgo del salón y siento un dolor de cabeza. Tomo el carro de regreso a Lima, son las siete y espero que Elena deje el dinero en casa y así no verla.

Son las ocho y media, estoy en Evitamiento y me doy cuenta que me voy a demorar más. Me duele la cabeza, pienso que es por el cambio de altitud. Elena llama.

¿Qué pasó?, ¿por qué no me esperaste? Tenía que salir urgente a ver a mi tío. Tengo los cien soles, pero no los dejé porque quería dártelos en persona. Pero le hubieras dejado a mi papá, no tienes que dar explicaciones. Quería verte, y si dejaba el dinero ya no tendría motivo, ¿te demoras mucho? No, ya estoy cerca del Puente Nuevo. Te espero.

Estoy muy cansado, quiero dormir. Me duelen los pies de todo lo que he caminado. Bajo del carro y me doy cuenta que me falta mi sombrero, soy un tonto, otra vez perdí mi sombrero. Timbro a Elena para que se acerque a mi casa.

Hola – ella me sonríe tímidamente -. Hola, ¿me das el dinero? – Es la primera vez que me muestro seco con ella – estoy cansado quiero dormir. Ya, pero quería conversar contigo, hace mucho que no nos vemos, ¿subimos? No, no quiero que subas, si me quieres decir algo, dímelo aquí.

Estoy muy cansado, quiero escribirle a Elizabeth, pero tengo miedo que no me conteste, eso me angustia. Elena esta en el baño, me ha pedido que apague las luces, y cuando sale deja la luz del baño; le hago notar su olvido y me dice que no se ha olvidado que así le parece mejor. Ella se echa tímida en a mi lado, y se da cuenta que tengo dos almohadas en mi cama. 

¡Qué bueno que compraste otra almohada! Compré dos, la otra la eché a la basura, estas son dos del mismo tamaño y modelo; los compré hace seis meses. Para tu cumpleaños, me supongo. Sí – ella comienza acariciarme el pecho –, pensé que vendrías ese día. Quería venir, pero en el trabajo me hicieron quedar hasta muy noche, sigo trabajando para Clarita y ahora nos ha ido bien, estamos entrando a eventos importantes.

Ya me hizo entrar plenamente en la situación con sus caricias, pero recuerdo los consejos de Maximiliano y me aguanto hasta que ella lo desee plenamente. Le quito lentamente la blusa, la miro con cierta agresividad, no con amor sino con lujuria. Estoy sudando, ella me limpia el sudor. Me duele la cabeza, sin embargo estoy bien empalmado; ella se deja llevar por la excitación y me pide que la haga mía. Me pasa por la cabeza pedirle algo diferente, pero no puedo porque cuando la veo estoy viendo a Elizabeth. Pienso si será que Elizabeth pierde su rostro ingenuo y dulce cuando está en la cama.

De pronto estoy en un acto meramente fisiológico, ya no le miro la cara. Mientras me muevo al ritmo lujurioso, sigo pensando en Elizabeth, en su sonrisa y contrasto su piel clara con la piel morena de Elena.
Suena el celular.

¿Sí? – estoy sudando y con el corazón acelerado -. ¡Eres un idiota!, ¡crees que esa chiquilla tonta te va a tomar en serio! Más en serio que tú, sí. ¡Jódete! Adiós.


Noto que mi cama está sucia, ¿con quién hice el amor? ¡Dios!, hice el amor con Enrique Guzmán y Valle. 

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