Me puedes tomar una foto con el cuadro. Claro, pero te diré
que ha habido problemas con la gente que se toma foto con este cuadro. ¡Qué!
¿Les ha visitado? Así es, les ha visitado en las noches. Ya, pero eso es lo que
más quiero y si quiere hacer el amor, mejor. Bueno.
Me toma tres fotos, salgo del salón y siento un dolor de
cabeza. Tomo el carro de regreso a Lima, son las siete y espero que Elena deje
el dinero en casa y así no verla.
Son las ocho y media, estoy en Evitamiento y me doy cuenta
que me voy a demorar más. Me duele la cabeza, pienso que es por el cambio de
altitud. Elena llama.
¿Qué pasó?, ¿por qué no me esperaste? Tenía que salir
urgente a ver a mi tío. Tengo los cien soles, pero no los dejé porque quería
dártelos en persona. Pero le hubieras dejado a mi papá, no tienes que dar
explicaciones. Quería verte, y si dejaba el dinero ya no tendría motivo, ¿te
demoras mucho? No, ya estoy cerca del Puente Nuevo. Te espero.
Estoy muy cansado, quiero dormir. Me duelen los pies de todo
lo que he caminado. Bajo del carro y me doy cuenta que me falta mi sombrero,
soy un tonto, otra vez perdí mi sombrero. Timbro a Elena para que se acerque a
mi casa.
Hola – ella me sonríe tímidamente -. Hola, ¿me das el
dinero? – Es la primera vez que me muestro seco con ella – estoy cansado quiero
dormir. Ya, pero quería conversar contigo, hace mucho que no nos vemos,
¿subimos? No, no quiero que subas, si me quieres decir algo, dímelo aquí.
Estoy muy cansado, quiero escribirle a Elizabeth, pero tengo
miedo que no me conteste, eso me angustia. Elena esta en el baño, me ha pedido
que apague las luces, y cuando sale deja la luz del baño; le hago notar su
olvido y me dice que no se ha olvidado que así le parece mejor. Ella se echa
tímida en a mi lado, y se da cuenta que tengo dos almohadas en mi cama.
¡Qué bueno que compraste otra almohada! Compré dos, la otra
la eché a la basura, estas son dos del mismo tamaño y modelo; los compré hace
seis meses. Para tu cumpleaños, me supongo. Sí – ella comienza acariciarme el
pecho –, pensé que vendrías ese día. Quería venir, pero en el trabajo me
hicieron quedar hasta muy noche, sigo trabajando para Clarita y ahora nos ha
ido bien, estamos entrando a eventos importantes.
Ya me hizo entrar plenamente en la situación con sus
caricias, pero recuerdo los consejos de Maximiliano y me aguanto hasta que ella
lo desee plenamente. Le quito lentamente la blusa, la miro con cierta
agresividad, no con amor sino con lujuria. Estoy sudando, ella me limpia el
sudor. Me duele la cabeza, sin embargo estoy bien empalmado; ella se deja
llevar por la excitación y me pide que la haga mía. Me pasa por la cabeza
pedirle algo diferente, pero no puedo porque cuando la veo estoy viendo a
Elizabeth. Pienso si será que Elizabeth pierde su rostro ingenuo y dulce cuando
está en la cama.
De pronto estoy en un acto meramente fisiológico, ya no le
miro la cara. Mientras me muevo al ritmo lujurioso, sigo pensando en Elizabeth, en su
sonrisa y contrasto su piel clara con la piel morena de Elena.
Suena el celular.
¿Sí? – estoy sudando y con el corazón acelerado -. ¡Eres un
idiota!, ¡crees que esa chiquilla tonta te va a tomar en serio! Más en serio
que tú, sí. ¡Jódete! Adiós.
Noto que mi cama está sucia, ¿con quién hice el amor?
¡Dios!, hice el amor con Enrique Guzmán y Valle.
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