Son las cuatro y aún no he comido nada, iré a ver a mi mamá
y aprovecharé en servirme algo de la cocina.
Buonasera mamma. ¿Y esa novedad? ¿Cuál novedad mamá?, soy tu
hijo. La novedad que te has acordado que tienes madre. Pero si yo siempre te
recuerdo, nada más que no lo puedes saber porque estoy trabajando o estudiando.
Sí, tú siempre… ¿ya has almorzado? Sí mamá. Pero allí hay para que te prepares
tortilla, - los lunes mi madre siempre hace lentejas y como no me gusta,
prepara tortilla pensando que voy a venir -. Ya, entonces me voy a freír un
poco para no despreciarte.
De pronto la niña Mirella – mi sobrina – se acerca y me pide
plata para comprar “algo”.
¿Cómo que algo?, plata, plata, eso nomás sabes pedir – la niña
me mira sorprendida -, siempre es lo mismo contigo niña, no hay otra cosa que
no me puedas pedir. Me compras mi chistris. No, ni siquiera me has saludado y
quieres que te compre tu chistris, pues no te compro nada.
Ella abre sus brazos para darme un abrazo, la abrazo, la
cargo y le doy una moneda de cincuenta céntimos para que compre su chistris.
Mirella se apura a llamar a Paola para que le lleve a
comprar, cosa que me demanda darle otro cincuenta céntimos a mi sobrina mayor.
Paola me da un beso y me agradece. Entonces le pido un beso
a Mirella y ella me condiciona.
Pero me das para comprar mis papitas lights. Pero qué niña para más convenida, suficiente tengo con tu abrazo de oso.
Mirella jala a Paola y salen a comprar.
Pero no le compren a la señora de la esquina porque no me
fía. Cómprenle a la señora María que ella sí me fía.
Parece que no me han escuchado. Me sirvo la tortilla con
arroz blanco, cebolla y tomate. Mientras como, reviso mi celular y leo los
mensajes de Elena, todos terminan con “un abrazo”; entonces decido enviarle un
mensaje.
Mensaje para Elena: Ya me cansé de abrazos, ahora quiero beso.
No comments:
Post a Comment