Antonio se levanta muy tarde, le duele mucho la espalda,
durmió sin pijama y le ha pasado frío. Pisa descalzo, busca su celular para ver
la hora y ve que son las diez. Seguro que Elizabeth no vendrá, pero igual voy a
estar esperándola, así que mejor le escribo.
Mensaje de texto: Vienes o no?
Recuerda que Elizabeth no tiene crédito. Así que decide,
llamarla.
Eli, ¿vienes o no? Sí, estoy a unas cuadras de tu casa. Ya,
te estoy esperando.
Se recuesta en su cama, y piensa que mejor la espera sin
ropa para que ella le vea cuando se cambia. Desiste, porque sabe que ella se
pone un poco incómoda cuando él está sin camisa.
Ve por la ventana si llega, no soporta esperar y baja. La encuentra, suben a su cuarto. La nota tranquila y con ganas de
estudiar.
Antonio la mira, se da cuenta que sus pestañas son grandes,
le gusta su cara de niña, lo rosadito de su piel, quisiera tocarla. Se acerca,
la mira fijamente y la asusta.
No te muevas. ¿Por qué? Voy hacer algo, permítemelo hacer.
¿Qué? Solo dime que me lo permitirás, no te muevas solo permítemelo. Está bien –
Elizabeth está decidida -. Ok, no te muevas, lo voy hacer. Está bien – Elizabeth piensa que es un beso -;
no, mejor no. Por favor permítemelo hacer. Ya, está bien hazlo – Antonio retira
una cana del cabello de Elizabeth.
Ella se inmuta. Antonio piensa que ha sido una tontería, que
no tuvo que hacer tal ridiculez; pero no importa ya lo hizo y a la mierda, lo
hecho hecho está.
Ya me cansé. Pero ayer me dijiste lo mismo, ¿quieres irte?
No, pero es que estoy muy cansada, tengo que hacer las cosas con mi tía; pero
tienes razón, si no soy consecuente con mis estudios no podré avanzar.
Antonio se levanta, copia en la pizarra el ejercicio y le
explica y ella le admira. Antonio sufre por dentro aunque demuestra una
sonrisa de hacer bien su trabajo. Se sienta cerca y se queda mirando los labios
de Elizabeth; quisiera besarla, pero se reprime porque quizás ella se moleste y
nunca más la volverá a ver. Se dice, lo mejor que puedo hacer es estar
tranquilo, que ella me admire al menos como maestro.
¿A quién escribes? – Elizabeth envía un mensaje a William -.
A mi tía, para que sepa que estoy estudiando; se va poner jodida porque quedé
con ayudarle trapeando la sala – No le cuenta de William, porque se dice que es
una relación pasajera y no tiene mayor importancia. Ya, pero si quieres te
puedes ir – Antonio está muy cansado, tiene muchas tareas y lo que experimenta
con Elizabeth lo agota -. No, yo quiero estudiar, y eso voy hacer.
Continúan, ella aprende y Antonio se emociona observar el
progreso.
¿Qué pasa si te toco la pierna?, ¿te incomodaría que te
toque la mejilla?, ¿me responderías bruscamente ante un beso? – Antonio le
pregunta con la mente.
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