Thursday, May 29, 2014

EL ENFERMO

Solo, sentado, esperando los resultados.

En una sala brillantemente iluminada y oliendo a pino.

Seguro Mañana vería a la dama que insistía con las llamadas y por fin sabría cómo es.

Cómo será, qué aspecto tendrá. Tiene un bonito timbre de voz, y las ocurrencias que dice me han enamorado. Después de tantas conversaciones me la imagino de una manera fantástica. Qué contraste el de su persona con esta gran sala, fría y deprimente.

Escuchó su nombre, se levantó, relajó los brazos y se dirigió a la habitación del doctor. Antonio posó en él su mirada melancólica y serena, y guardó silencio.

Tienes sida.

Sobre la barba, mentón varonilmente pronunciado y aguileña nariz, brillaba el orgullo indómito de sus ojos grandes y negros y un tanto hundidos bajo la albura de la ceja selvosa.

Sí, lo comprendo.

Se retiró de la consulta sin hacer caso a lo que el doctor le decía, se sentó nuevamente en la sala. Antonio tendió la mirada a toda la sala. Buscaba a una mujer. La sala estaba solitaria, abajo se veía masa popular abigarrada, por momentos más numerosas, llevando sus abrigos, sus chullos y guantes.

Elena estará tan sólo con un polito, en Lima está haciendo calor y aquí nosotros muriéndonos de frío.

Escuchó nuevamente su nombre, entró a la misma habitación.

Sr. Matencio, usted tiene Cáncer.

Antonio, se retiró de la habitación sin decir nada, sólo sonrió. Nuevamente no hizo caso a lo que el médico pronunciaba.

En la sala, no hay nadie. Está sólo en aquella sala. Se esforzó por reaccionar pero no podía. Vio que sus zapatos estaban con barro, alzó su pantalón para ver el color de sus medias.

Son blancas como a Elena le gustan. Y pensó que debería usar algún producto para sus pies.

Desde la habitación contigua nuevamente le ordenaron que pase, Antonio pasó y encontró al doctor Arias, con su uniforme blanco. El doctor le dio la mano y el por inercia le respondió.

Sr. Matencio, usted va ser padre. Es muy importante que sepa esto, y espero que lo tome a bien, Elena está delicada y lo que le ha acontecido es un riesgo de aborto. Ella necesita de un cuidado especial. ¿Usted la ha golpeado verdad?

El robusto Antonio rió, se dijo para sus adentros “a ti que chuca te importa”. Y se retiró nuevamente a la sala a seguir esperando.

Mañana veré a Elena, será bella. Qué ropa llevará, cómo estará ahora. Y se dio cuenta que llevaba el uniforme de la Mina.


De pronto despertó, estaba sudando tirado en unos cartones. Su jefe le estaba llamando. El flujómetro se había desconfigurado.

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