Sebastián timbra a Henry para
acordar si saldrían a manejar bicicleta para la navidad como el año pasado;
pero no le contesta. Recuerda a su mejor amigo.
******
En mis primeros días los señores
se reían de mí, porque no podía cargar ni una bolsa de cemento; yo me palteaba,
mientras ellos cargaban 3 o 2 bolsas, yo solo una, y eso, a las justas,
cansado. Pero fui entrenando y un día les dije que me pongan dos bolsas en la
espalda y me caí. Qué rochoso, porque justo estaba la hija de uno de los
señores, y ella me gustaba, me caí palteado; luego de meses me acostumbré y
puede cargar hasta tres. Mezclar el cemento es otro asunto, tienes que mover y
no dejar que se te escape el agua. Yo como canchero decía que sabía, pero el
cemento se me enfriaba y todo salía mal.
Sebastián admira a Henry.
¿Y por qué no trabajabas con
Pipo? Para eso Pipo era un conchasumadre, paraba de bar en bar; y justo un
conocido con quien jugaba partido todas las noches me pasa la voz.
Nero – Fito grita. Habla. ¿Qué
estás haciendo? Buscando chamba mientras que estoy de vacaciones. Trabaja acá,
necesitamos un chico. Ya bacán.
******
Sebastián pone
música, se quita la ropa y se mete a la ducha.
Suena el celular, es Janet.
Amiga, estoy en la ducha, te
llamo después. Sebastián, tienes que hacer el trabajo, tengo hasta las once
para presentarlo. Pero Janet – Sebastián se seca y sale de la ducha sin
terminar de bañarse -, yo no tengo tiempo para hacerlo, voy a ir a la
universidad, tengo examen. Pero Sebas, tú ya has aprobado tus cursos, no me
dices que ya no te falta nada; es urgente, te voy a pagar el doble. Janet, no
te pases, a última hora quieres que haga esa chamba. Te digo que te voy a pagar
el doble. Está bien, pero no te garantizo un buen ensayo. No importa, necesito
un 15. ¿No crees que pides mucho? Ay Sebas, para ti eso no es nada.
Sebastián se mira en el espejo,
Keni tiene razón, está panzón.
Keni timbra.
¿Papi dónde estás?, ¿ya estás
viniendo a la universidad? – Keni habla graciosamente y Sebastián piensa que
debe estar haciendo muecas amaneradas. ¿Por qué? Porque te necesito – Keni grita
como desesperada, sí “desesperada” como una loca desesperada. No Keni, ya no voy
a la universidad. Pero por qué. Es que ya pasé mi curso, no hay necesidad que
dé ese examen. Ah ya – Keni suena triste. Bueno sí, quizás vaya, pero iré al
último momento, solo para entregar la hoja. Ya Sebastián, me llamas cuando
estás aquí – sonó serio.
Sebastián se mete a la ducha,
hace caer el agua a su espalda y piensa. Es el último día de clases y Keni ha
ido a la universidad solo para despedirse de él y David; quizás se vaya a su
casa triste, mejor irá. Pero el trabajo de Janet, ella está muy confiada en que
lo hará. Llama a Hugo.
Hugo, necesito que me hagas un
favor; te voy a pagar cien – Sebastián cobra cincuenta, pero le dará los cien
soles que Janet le ha prometido. A quién hay que matar. Hugo tienes que hacer
un ensayo. Pero yo no sé hacer ensayos. Hugo, es fácil, tú lo puedes hacer,
solo resume los enlaces que te voy a dar, luego en la introducción le pones
algo general de lo que tratan los resúmenes, haces el índice y listo. Pero no
puedo Sebastián, lo veo tranca, además estoy con una chamba aquí. Hugo, te voy
a dar cien soles. Ciento veinte, tú estás cobrando más por esos ensayos. No, Hugo,
yo cobro cincuenta; pero mi amiga necesita esto urgente y por eso está pagando
cien; pero ya, te voy a pagar ciento veinte, te estás aprovechando. Ya,
cien está bien. Tienes que subirlo a la dirección que te estoy poniendo en el
correo, allí te mando el usuario y la contraseña.
Sebastián maldice a Hugo, piensa
que no es un buen amigo: Maldito Hugo, cuando uno más lo necesita te quiere
cobrar. Manda mensajes a Keni para que no se vaya a su casa.
*****
Al comienzo también me palteaba
porque tenía que cambiarme delante de todos, y no sabía dónde porque a veces trabajábamos
a la intemperie. Y otro problema era la comida, los albañiles comen como
chanchos y yo soy disticoso. Recuerdo que había un pata gordito que le decían
Toby, porque se parecía mucho a un personaje de la “Pequeña Lulú”; a él le
escondía su comida y el pobre renegaba mucho, porque al medio día te da hambre
por todo lo que has trabajado. Un día se puso en la entrada y recibió la comida
de las esposas y novias de los albañiles y se lo comió.
Henry cuenta sus peripecias como
albañil.
¿Y a ti quién te llevaba la
comida? – pregunta Sebastián. Nadie, yo no tenía mi mamá para eso, le pedía a
una señora para que me lleve la comida – Henry se puso triste. ¿A qué edad te
abandonó? Cuando tenía doce años. ¿Y tu abuela, la mamá de tu mamá? También me
abandonó, y Pipo también nos abandonó por el trago, todos nos abandonaron, mis
amigos en el colegio también porque ya no iba seguido – Henry lagrimea y sonríe
para hacer contraste -, por eso yo nunca abandonaría a mi hijo, o a mi hermano,
o a mi amigo, yo no abandonaría a nadie que cree en mí.
*******
Sebastián se mete a la ducha
rápidamente, se viste como para la ocasión – es una despedida de ciclo con sus amigos -; está
preocupado, quizás Keni se desanimó y se fue a su casa; le vuelve a escribir
mensaje de texto, pero no responde.
Baja las escaleras a dos
escalones, aun temiendo que se chanque la cabeza como cuando en la casa de
David, que le dejó una herida que a duras penas cicatrizó. Corre a la avenida
y toma un colectivo.
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