Creo que me
estoy enamorando y esto terminaba nuestra convención – Alexandra recuerda la
diferencia entre contrato y convención que Sebastián muy didácticamente le
explicó. No te preocupes Alexandra, sé en qué quedamos. Viejito – Alexandra abraza
a Sebastián -, no te vayas, aquí estarás bien. No sé qué hacer – Sebastián quisiera
gritarle que le deje en paz -, todo depende de mi economía, sacaré cuentas y si
me alcanza me iré. Sé que no te vas a ir, te vas a quedar y yo siempre te voy a
ver – Alexandra le mira con una inocencia. Quiero irme Alexandra – a Sebastián,
Alexandra le parece un delirio manipulador.
Bajan en la
esquina del Pollo, él no le acompaña hasta su casa porque tiene miedo a la
madre de Alexandra que le gritó la última vez que le vio: No cree que es
demasiado mayor para estar saliendo con mi hija, ella solo tiene veintiún años.
Disculpe señora, yo solo soy amigo de Ale, me va entregar algo que necesito y
ya me retiro. Pues, no crea que va salir, ya es muy tarde.
Alexandra le
abraza, le da un beso y se despide diciéndole como a él le gusta.
Sebastián cruza
la pista, Lima está a tono con su tristeza, llueve – para el caso lo mismo es
decir que garua -, es una noche particularmente oscura. Toma un carro para la
Chimú, baja y camina en sentido contrario a su cuarto. Quisiera desnudarse y
andar como un loco. Timbra a Elena, pero nadie contesta.
Llora.
Por qué me
sucede esto siempre en diciembre, debería mandarte a la mierda Alexandra.
******
Sebastián
prepara refresco de manzana. Azúcar, manzanas, esencia, más azúcar porque a
Alexandra le gusta azucarado, hay que ponerle hielo a lo frozen, licúa. Deja la
pequeña jarra en el refrigerador y se lleva dos vasos, cuando ella le indique
que está en camino le dará alcance para ir juntos a recoger la bebida.
En su habitación,
se pone a leer un libro enigmático que le recomendó Luiz – La Teoría del Derecho
conforme a la ley de las razas -, se entera que el estudio preliminar es de
Raúl Zaffaroni y le agradece para sus adentros a Luiz porque la chutó esta vez.
Alexandra llegó.
******
Quería verte –
Víctor sonríe coquetamente. ¿Y para qué? – Alexandra le sonríe cómplice. Quería
preguntarte por qué colocaste nuestra foto de la fiesta promoción en tu portada,
quería preguntártelo personalmente. Recordé los buenos momentos que pasamos
aquella época, ¿te molesta? No, me gusta, y más porque tú me sigues gustando y
quisiera que fuera como antes.
Alexandra mira
a Víctor con la misma ingenuidad que le mira a Sebastián, no es que ella lo
haga adrede, ella es así de espontánea; es tan linda Alexandra que yo – que soy
quien escribe la historia – también me he enamorado de ella. Alexandra baja la
mirada y Víctor repara en sus pestañas risadas, le coge la mano, quisiera
besarla, pero se abstiene porque no quiere ser agresivo.
¿Quieres ser
nuevamente mi enamorada? – propone Víctor. No puedo responderte eso ahora, yo
tengo un pacto con alguien, y quiero cumplir ese pacto; después de eso, si tú
me esperas. ¿Cuánto tiempo? No sé, quizás si me das un mes, para acomodar unas
cosas. Te dejo en tu casa – Víctor se cuestiona qué es lo que tiene que
acomodar Alexandra.
Se despiden.
Está bien, voy
a esperar ese mes.
*******
Alexandra se
baña, se pone lo más hermosa posible. Va hacer el amor por última vez con
Sebastián, como lo habían convenido. Le devolverá el anillo y no habrá nada que
explicar.
*******
Sebastián,
vengo a entregarte tu anillo. Perfecto, es como lo pactamos.
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