Es su primera vez que votará en Lima, Raúl está emocionado,
sí, muy emocionado. Se ha levantado temprano, son las seis de la mañana, va a
la sala y prende el televisor plasma que su prima ha comprado hace poco.
Vivir en Lima es muy complicado, la gente aquí es muy
conflictiva, y sobre todo muy curiosa, aquí se quiere saber de todo, todo el
mundo está pendiente del voto de los candidatos, ve a Mónica y Alvaro en canal
2 y le parece que son dos señores chismosos de su pueblo.
Las horas pasan, va a la cocina y se sirve un vaso de
yogurt; hay fresas, cuánto le gustan las fresas, pero son de Nataly y si los
coge le hará guerra. Entra su tía.
Hijito, tan temprano te has levantado. Sí tía, voy a ir a
votar temprano, quiero ser el primero en votar. ¿Y por quién vas a votar
papito? Por Susana pues tía. Ni que te escuche tu tío, te va hacer problemas
por estar votando por Susana. Ya tía, no le vamos a decir nada, ¿usted va
votar? Yo ya no soy ciudadana hijito. No tía, usted sí es ciudadana, lo que
pasa es que al haber alcanzado la tercera de edad, su voto es facultativo – Raúl
recuerda a Mario cuando le explica. Ay hijito, cada cosa que hacen los
políticos, yo votaría por Susana, pero con el dolor que tengo prefiero quedarme
aquí, un voto más un voto menos, igual va perder Susana.
Raúl sale con la bicicleta, está contento, tiene que votar
en el Colegio Héroes de la Breña, más conocido como “El Huancayito”, siente que
la gente le está viendo, es su primer voto, quizás y le tomen foto o le
entrevisten y le pregunten por quién va votar y él dirá orondamente que votará
por Susana.
Tiene un ciclo en la Villareal y todo ha sido muy bueno, sus
amigos han sido muy generosos con él, es muy popular con las chicas y los
profesores también lo estiman, le llaman el “Characato”. Piensa que volverá a San Lázaro siendo un gran
abogado y será un buen político.
Llegó al colegio, quiere entrar con la bicicleta pero unos
soldados se lo prohíben, no sabe qué hacer porque no encuentra dónde encadenar
su vehículo no motorizado – es la manera como su amigo Mario llama a la
bicicleta. Decide volver a casa, solo está a un par de cuadras, igual nada le
perturba su día, hoy está de buen humor, ayer estuvo conversando con Mónica por
el chat y se han dicho cosas bonitas.
¿Tan rápido hijito? Nada tiacita, no me dejaron entrar con
la bici. Se me olvidó prevenirte que quizás no te iban a dejar pasar con la
bicicleta. Ya vuelvo tiacita, aunque creo que regreso en la tarde porque voy a
visitar a mi amigo de Zárate y de allí nos iremos a una reunión de estudio.
*****
En la cola, Raúl se sorprende porque una señora con su hija –
que tiene síndrome de Down – están esperando para votar, él piensa que votará
la señora, pero es su hija quien entra a la cámara secreta – ella lleva un
volante de Solidaridad Nacional.
¡Qué bien hijita! – la señora le anima a su hija y nadie
dice nada, por el contrario todos sonríen-, así es hijita tú le estás enseñando
a todos que cumplan su deber ciudadano, mi hijita está votando con conciencia.
Bueno, ahora me toca a mí, creo que esta fila es para los
chicos con cualidades especiales – piensa Raúl.
Buenos días, soy el número siete – Raúl piensa que alguna
cámara le está enfocando. Aquí tiene joven – una señorita buenamoza, cosa que
se puede dudar porque Raúl cree que toda mujer es buenamoza, le entrega la
cédula de sufragio.
Se dirige a la cámara secreta, mira alrededor, y se da
cuenta que a nadie le interesa su voto, pero igual él sigue sintiendo un
hormigueo porque está votando por primera vez en Lima. Se acerca al ánfora,
está por meter la cédula, pero uno de los miembros de mesa le dice que debe
doblarla en cuatro, lo hace; firma, se mancha el dedo y estampa su huella
digital; se siente un triunfador y le da la mano a cada uno de los miembros de
mesa, como si fuera un elector importante.
Afuera todo está congestionado, así que decide ir caminando
rumbo a casa de Mario. Al cruzar el Pte. Nuevo, cerca a la caceta de seguridad,
unos policías jalonean a dos jóvenes que están en su auto.
Por qué me jaloneas, estoy grabándote. Sal de allí – el policía
de bigotes le golpea en la pierna al que va en el volante. Te estoy grabando,
esto es un abuso de autoridad. ¡Carajo bájate! – ambos policías están
descontrolados y la gente solo los mira. No, no me voy a bajar, por qué me
tengo que bajar, mira todo lo que estás ocasionando, usted debe controlar el
tránsito y lo que está haciendo es más congestión. Carajo bájate, te he dicho
que te bajes – el policía de bigotes le vuelve a jalonear. Pero estoy que me
estaciono, no me puedo bajar aquí, me has parado aquí en medio de la pista,
cómo te metes así. Carajo bájate.
Raúl, se indigna por la brutalidad de los policías, pero no
puede hacer nada, se dice que si supiera más de leyes podría solucionar el
problema. Sigue su camino.
Llega a Malecón y decide caminar por allí, a pesar que Mario
siempre le ha dicho que camine por Chimú, pero a él no le gusta estar por donde
hay mucha gente. En la primera esquina se encuentra con dos tipos más altos que
él, tiene miedo, pero decide caminar de frente, uno le golpea en el estómago y
el otro se apresura de tomarlo por el cuello, mientras quien le golpeó le quita
su celular.
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