¿Sabes qué es lo que más me gusta de ella? ¿Qué? Que cuando
le decía que me iba a tomar me decía que no tome mucho, me lo decía con una
inocencia y respeto que me hacía sentir muy bien, sentía que me quería. ¿Pero
no te quería? Sí, claro que me quería, si alguien se preocupa por ti, es porque
te quiere, y Eli me quería y creo que me quiere, nada más que yo la malogré.
Antonio toma un vaso lleno, recuerda a Elizabeth, imagina su
carita ingenua y sonríe.
¿Por qué ríes? Porque su cara es un chiste, Eli tiene una
gracia como pocas. Oye, me la estás metiendo por los oídos de tanto que hablas
de esa flaca. Perdona Negro, es que Eli… tienes que conocerla, te va encantar
como persona.
Timbra el celular de Antonio.
Es Alejandra – Antonio le enseña el celular a Henry. ¿La
flaca de la foto? Sí. ¡Contéstale! No sé qué decirle, ya habíamos terminado
creo. Pues parece que ella no está enterada. Ya le dije que no puede ser.
Contesta carajo, te haces de rogar también.
Hola, Ale, perdona que te haya timbrado es que me equivoqué,
no sé, mi cel estaba en mi bolsillo… Toñito, pensé que querías preguntarme
algo, pero no te preocupes, eso de que se te marca el celular suele pasar. Ya,
sí se me marcó así no sé cómo; pero dime cómo estás; no te vi la semana pasada
en el curso. Me cambié de turno. ¿Por qué? No querías verme. Pero, no era para
tanto. No Toñito, tú sabes que sí era, además así es mejor. Lo siento, no
quería molestarte. No me molestas, quisiera verte, ¿dónde estás ahora? Estoy
tomando con mi amigo. No debes tomar mucho – Antonio recordó a Elizabeth -,
¿estás tomando por Elizabeth? Sí, tomo por ella.
Antonio colgó y se queda escuchando la conversación de Henry
con Camila.
Camila no te molestes, estoy con Toño. ¿Y él te está
escuchando? Sí. ¿Y no disimulas? No tengo que disimular nada, él es mi amigo y
tarde o temprano se va enterar. Sí, pero no es el momento. ¿No quieres
saludarlo? No, mejor no. Te lo paso para que te salude, él me ha dicho que le
caíste bien.
Henry le pasa el celular a Antonio.
Hola Camila, un gusto saludarte. Hola Antonio – Camila no
sabe qué decir. Quería aprovechar para darte las gracias porque me trataste muy
bien en tu casa la otra vez. No te preocupes, dime recién están tomando,
¿verdad? Sí, recién estamos tomando, pero solo un par de botellas y luego nos
vamos porque el Negro tiene que trabajar mañana temprano. Ah ya – Camila está
torpe en la comunicación y Antonio se lo pasa a Henry.
****
Camila sabe que tú y Elena son amigos, por eso se paltea que
sepas lo que está pasando entre ella y yo, piensa que le vas a reclamar. Creo
que debería, pero no sé Negro, antes te estaría diciendo por qué haces esto,
por qué aquello, pero ahora que ha pasado el tiempo y he pasado muchas cosas y
he visto que has pasado muchas cosas, ya no creo que pueda recriminarte nada.
Me sorprende lo maduro que ahora eres y que no puedes ser así de maduro con
Elizabeth. Es que el amor no entiende de razones.
Se ponen a filosofar como cuando eran hermanos de la
iglesia:
¿Estuviste enamorado de Elena? Sí, por mucho tiempo. ¿Y cómo
sabes que fue verdadero amor? Porque lo sentí, porque la amé mucho. Pero no fue
verdadero, porque si hubiese sido un amor verdadero no se hubiese acabado.
Puede que tengas razón. Entonces, si no la has amado de verdad, quiere decir
que no has experimentado el amor verdadero, y hay la posibilidad de que lo que
sientes por Elizabeth tampoco sea amor verdadero. Yo amo a Elizabeth, ella para
mí es todo en este momento. Pero tú mismo lo dices, en este momento, quiere
decir que más adelante puede que sea Alejandra, Adelaida u otra mujer.
Antonio se levanta y va al baño, se baja la bragueta y
dispara. Un señor se pone a su costado frente al urinario.
Carajo – el señor mira su bragueta –, ¡dónde está mi vaina!
¡Qué pasa don!, ¿tan chiquita la tiene? – Antonio le molesta. No es eso, que me
estoy mareando y estaba disparando para otro lado. No se preocupe doctor, solo
le bromeaba. Mira jovencito, una vez con mis patas, nos las medimos ya, y un
pata que se alardeaba al final bien palteado porque la tenía como un maní. Doctor,
¿usted es abogado verdad? Sí, ¿cómo lo sabes? Por su conversación, le estuve
escuchando. Ah mira, y qué, ¿tienes algún problema?, yo soy penalista. No
doctor, lo que pasa es que yo soy estudiante de derecho. Ah ya, y en qué te
quieres especializar. Justo, me gustaría Penal, aunque creo que me va hacer
daño, porque la justicia no es precisamente eso. Todavía estás jovencito, ya verás
las cosas de otra manera a medida que pase el tiempo, toma – el doctor le da su
tarjeta -, bueno cualquier cosa, me pasas la voz, estoy para servirte – se dan
la mano sin lavarse.
¿Qué tanto hacías en el baño? Conversando con el doctor. ¿Lo
conoces? Recién, es un abogado penalista. Camila me ha llamado y me ha hecho
prometerle que voy a ir a casa a las 11, así que ya vámonos. Está bien.
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