¿Estás triste? No, ¿por qué lo
dices? Porque estás llorando, y no es porque haya sido muy excitante, no creo
que haya sido mejor esta vez. Es que – Alejandra sonríe medio raro -, es que
soy la enamorada de nadie. Lo siento – Sebastián se siente maldito al decir
esto -, pero yo amo a Elizabeth. Por eso estoy triste, mis amigas irán a la
fiesta con sus enamorados y yo iré sola. Te puedo acompañar. ¿De verdad? Sí,
aunque todos han de ser de tu edad y me verán como un viejo. El viejito más
lindo e inteligente – Alexandra coloca su cabeza en el pecho de Sebastián.
*****
¡Sebastián! – llama la bruja
Sabrina. Hola Samanta Sabrina. Hola sobrado, si tienes tiempo el sábado estaremos
estudiando acerca de los asientos contables. Ya, puede ser. Estará Alexandra, ¿no
te ha dicho nada? Sí, pero me dijo que no iría porque tiene una fiesta. Mira
allá está – Alexandra camina con unas compañeras suyas, se la ve triste, y
Sebastián se dice así mismo, camina como si fuera la enamorada de nadie -,
Alexandra, ¿vienes el sábado para la clase de los asientos? Hola – besa a
Sabrina y Sebastián -, no puedo, el sábado tengo un reencuentro con mi
promoción de colegio. Bueno, cualquier cosa te paso información para que
estudien porque los parciales ya son la otra semana, ¿tú si vienes no
Sebastián? Yo tengo un compromiso con mi enamorada, no podré ir – Alexandra sonríe.
¿Y quién será la saladita? Jajajaja – sonríe Sebastián - una bruja mayor, no
tan poderosa como Samanta Sabrina. Ay, tú siempre eres así de molestoso; espero
que puedas hacer los asientos.
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