Friday, August 15, 2014

Una hermosa Flor

Pareciera que escucha la Marcha Fúnebre de Chopin. Sebastián está en la iglesia del Convento de Santo Domingo, y le pregunta a la imagen de un Cristo doliente.


Es un mito lo de tu resurrección, ¿verdad?

Se retira sin persignarse.

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¿Y qué tal si está loco? Pues sí, Sebastián está loco, es tan loco como Luis. Sí, pero Luis es un loco bueno. Sebastián también lo es.

A Flor le preocupa su amiga.

Sabes, hoy le acompañé a comprar algunos libros y me invitó a comer en un restaurante chino. ¿Pero no era que iban a estudiar?  Él necesitaba comprar unos libros y por eso le acompañé. Dices que no tiene dinero, sin embargo gasta en comida y libros caros. Es que está estudiando y prefiere gastar su dinero en libros; la comida, pues tiene que comer, ni modo que no coma. Sí, pero gastar en ti. Yo no le hago gastar, en repetidas ocasiones he pagado mi plato.

Flor se cambia de ropa, se pone el sacón, mira cómo quedó su maquillaje.

Debes dejar a Rey y cambiar de trabajo. Yo tengo mi trabajo – Flor se molesta -, esto es un extra. Te puedes enfermar. Me cuido hijita. No es 100% seguro. Lo sé, pero yo no lo hago con cualquiera, yo selecciono mis clientes. Flor, por favor, no digas tonterías, sabes a lo que te arriesgas. Ya no molestes, si tú quieres volverte a tu pueblo es tu problema, además solo hasta que pueda conseguir un trabajo donde me paguen más, luego seré la puta exclusiva de Rey. Rey te hace daño. Bastante querida… déjate de cosas, más bien tú me preocupas saliendo con ese profesorcito –Flor cierra la puerta.

Elizabeth se queda sola en la habitación y responde a William que le está escribiendo por el Whatsapp.

William: Hola mi amor, mañana tengo el día libre, ¿puedes venir a mi casa?
Elizabeth: ¿Para qué mi gordito?
William: Quiero verte, tenerte a solas.
Elizabeth: Pero yo quiero ir al cine como me lo prometiste.
William: Ya, pero luego te vienes a mi casa, aquí escuchamos música y me haces un movimiento sexy.
Elizabeth: ¿Te has bañado?
William: ¿Por qué?
Elizabeth: Porque estás más calentón de lo acostumbrado, por favor William.
William: Pero eres mi enamorada y quiero abrazarte y besarte.
Elizabeth: Sí, pero en tu casa; qué pasa si viene tu mamá.
William: Vamos estar en mi cuarto.
Elizabeth: Peor todavía, tu mamá qué puede pensar de mí, si me encuentra en tu cuarto.
William: Nada, que eres mi enamorada.

Si William supiera que Elizabeth se la ha pasado casi un año en la casa de Sebastián a solas con él, no le diría tal cosa. Siempre le dijo que el profesor Rivas le enseñaba a ella y un grupo de amigas. Pero peor aún, si William se hubiese enterado de que Elizabeth trabajaba como meretriz, qué pasaría por la mente de este citadino que piensa que su enamorada es casi, casi virginal.

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Pero no quiero tener sexo, no soy fácil. Perdóname mi amor, es que ya tenemos seis meses de enamorados y creo que ya es momento de avanzar un paso más en nuestra relación. Pues fíjate cómo estás dando los pasos porque vamos a cruzar la pista. Mi amor – William abraza a Elizabeth -. No me abraces, estoy molesta, no pensé que eras así, eres como todos, solo piensas en tener sexo. Pero gordita, es normal, tú no has tenido relaciones sexuales con tus anteriores enamorados. No, soy virgen – Elizabeth lo dice con toda seguridad -. Ay no me digas eso, ya tienes 24 años y me vienes con que eres virgen. Sí, soy virgen – Elizabeth pone una cara curiosa, que hace notar que está mintiendo. Ya, y me lo dices con esa cara. Está bien, no soy virgen, pero no quiero apresurarme contigo para luego no arrepentirme. Pero mi gordita, ya me conoces, y sabes que te quiero. Sí, lo sé… me has demostrado que me quieres, pero no me amas; es importante que me ames para dar ese pasito.

Pasan por un hotel y William la abraza y la trata de provocar.

¿Ves ese hotelito mi amor?, debe ser bien bonito verdad. Sí, y es bien caro, cuesta ochenta soles – Elizabeth frunce el ceño y se pone tensa, William la sofoca al caminar abrazadola por detrás. Pero debe haber habitaciones más baratas, ¿qué tal si preguntamos? No hace falta entrar, allí en el cartel dicen los precios. Mi amor, ¿qué tal una de treinta? No. ¿De cincuenta? No. Mi gordita, no me alcanza para el de ochenta. Es una pena, justo ahora que me había animado.

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Flor esta preocupada, llama a Elizabeth.

¿Qué pasó?, ¿por qué no llegas a casa? Es que estoy en el carro aún, estoy por Surco; más bien qué te pasó a ti, ¿por qué te volviste de tu “trabajito”? Estoy mal, tengo una infección. Ya ves, eso te pasa por hacer esas “cositas”. ¿No será que estás con el loco de Sebastián? No, estoy en el carro, estuve con William, cenamos y la pasamos caminado por aquí conociendo el Parque de la Amistad. No me mientas Rocotito, mira que ese loco Sebastián estuvo ayer aquí y preguntó por ti. ¡Y por qué no me lo dijiste!

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Hola – Sebastián se acerca a Flor -, ¿eres Flor, amiga de Elizabeth? Sí, ¿quién eres tú? Soy amigo de Elizabeth, le ayudaba con Lógica. Ah ya, tú eres el profesor. Sí, dime, ¿está Eli? No – Flor miente y Sebastián lo sabe porque hoy es el día libre de Elizabeth. Es que estoy que la llamo y no contesta – Sebastián se quita el chullo que lleva. Seguro se habrá olvidado en el cuarto. Ya, por favor le dices que la vine a visitar. Está bien – Flor le responde secamente.

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¿Y qué fue? Nada, creo que le ha pedido a Flor que la cubra. Está bonita esa chica. Sí, es una chica linda, pero le he caído antipático; es una pena, me gustaría que fuera mi amiga. Me sorprendes. ¿Por qué? Te estaba pensado de otra manera - Luiz admira la fortaleza de su amigo. ¿Cómo? Amargado, sufriendo. El sufrimiento edifica, y enaltece al que sabe padecerlo. 

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