Pareciera que escucha la Marcha Fúnebre de Chopin. Sebastián
está en la iglesia del Convento de Santo Domingo, y le pregunta a la imagen de
un Cristo doliente.
Es un mito lo de tu resurrección, ¿verdad?
Se retira sin persignarse.
****
¿Y qué tal si está loco? Pues sí, Sebastián está loco, es
tan loco como Luis. Sí, pero Luis es un loco bueno. Sebastián también lo es.
A Flor le preocupa su amiga.
Sabes, hoy le acompañé a comprar algunos libros y me invitó
a comer en un restaurante chino. ¿Pero no era que iban a estudiar? Él necesitaba comprar unos libros y por eso
le acompañé. Dices que no tiene dinero, sin embargo gasta en comida y libros
caros. Es que está estudiando y prefiere gastar su dinero en libros; la comida,
pues tiene que comer, ni modo que no coma. Sí, pero gastar en ti. Yo no le hago
gastar, en repetidas ocasiones he pagado mi plato.
Flor se cambia de ropa, se pone el sacón, mira cómo quedó su
maquillaje.
Debes dejar a Rey y cambiar de trabajo. Yo tengo mi trabajo –
Flor se molesta -, esto es un extra. Te puedes enfermar. Me cuido hijita. No es
100% seguro. Lo sé, pero yo no lo hago con cualquiera, yo selecciono mis
clientes. Flor, por favor, no digas tonterías, sabes a lo que te arriesgas. Ya
no molestes, si tú quieres volverte a tu pueblo es tu problema, además solo
hasta que pueda conseguir un trabajo donde me paguen más, luego seré la puta
exclusiva de Rey. Rey te hace daño. Bastante querida… déjate de cosas, más bien
tú me preocupas saliendo con ese profesorcito –Flor cierra la puerta.
Elizabeth se queda sola en la habitación y responde a
William que le está escribiendo por el Whatsapp.
William: Hola mi amor, mañana tengo el día libre, ¿puedes
venir a mi casa?
Elizabeth: ¿Para qué mi gordito?
William: Quiero verte, tenerte a solas.
Elizabeth: Pero yo quiero ir al cine como me lo prometiste.
William: Ya, pero luego te vienes a mi casa, aquí escuchamos
música y me haces un movimiento sexy.
Elizabeth: ¿Te has bañado?
William: ¿Por qué?
Elizabeth: Porque estás más calentón de lo acostumbrado, por
favor William.
William: Pero eres mi enamorada y quiero abrazarte y
besarte.
Elizabeth: Sí, pero en tu casa; qué pasa si viene tu mamá.
William: Vamos estar en mi cuarto.
Elizabeth: Peor todavía, tu mamá qué puede pensar de mí, si
me encuentra en tu cuarto.
William: Nada, que eres mi enamorada.
Si William supiera que Elizabeth se la ha pasado casi un año
en la casa de Sebastián a solas con él, no le diría tal cosa. Siempre le dijo
que el profesor Rivas le enseñaba a ella y un grupo de amigas. Pero peor aún,
si William se hubiese enterado de que Elizabeth trabajaba como meretriz, qué
pasaría por la mente de este citadino que piensa que su enamorada es casi,
casi virginal.
******
Pero no quiero tener sexo, no soy fácil. Perdóname mi amor,
es que ya tenemos seis meses de enamorados y creo que ya es momento de avanzar
un paso más en nuestra relación. Pues fíjate cómo estás dando los pasos porque
vamos a cruzar la pista. Mi amor – William abraza a Elizabeth -. No me abraces,
estoy molesta, no pensé que eras así, eres como todos, solo piensas en tener
sexo. Pero gordita, es normal, tú no has tenido relaciones sexuales con tus
anteriores enamorados. No, soy virgen – Elizabeth lo dice con toda seguridad -.
Ay no me digas eso, ya tienes 24 años y me vienes con que eres virgen. Sí, soy
virgen – Elizabeth pone una cara curiosa, que hace notar que está mintiendo.
Ya, y me lo dices con esa cara. Está bien, no soy virgen, pero no quiero
apresurarme contigo para luego no arrepentirme. Pero mi gordita, ya me conoces,
y sabes que te quiero. Sí, lo sé… me has demostrado que me quieres, pero no me
amas; es importante que me ames para dar ese pasito.
Pasan por un hotel y William la abraza y la trata de
provocar.
¿Ves ese hotelito mi amor?, debe ser bien bonito verdad. Sí, y
es bien caro, cuesta ochenta soles – Elizabeth frunce el ceño y se pone tensa, William la sofoca al caminar abrazadola por detrás. Pero debe haber
habitaciones más baratas, ¿qué tal si preguntamos? No hace falta entrar, allí
en el cartel dicen los precios. Mi amor, ¿qué tal una de treinta? No. ¿De
cincuenta? No. Mi gordita, no me alcanza para el de ochenta. Es una pena, justo
ahora que me había animado.
*****
Flor esta preocupada, llama a Elizabeth.
¿Qué pasó?, ¿por qué no llegas a casa? Es que estoy en el
carro aún, estoy por Surco; más bien qué te pasó a ti, ¿por qué te volviste de
tu “trabajito”? Estoy mal, tengo una infección. Ya ves, eso te pasa por hacer
esas “cositas”. ¿No será que estás con el loco de Sebastián? No, estoy en el
carro, estuve con William, cenamos y la pasamos caminado por aquí conociendo el
Parque de la Amistad. No me mientas Rocotito, mira que ese loco Sebastián
estuvo ayer aquí y preguntó por ti. ¡Y por qué no me lo dijiste!
*****
Hola – Sebastián se acerca a Flor -, ¿eres Flor, amiga de
Elizabeth? Sí, ¿quién eres tú? Soy amigo de Elizabeth, le ayudaba con Lógica.
Ah ya, tú eres el profesor. Sí, dime, ¿está Eli? No – Flor miente y Sebastián
lo sabe porque hoy es el día libre de Elizabeth. Es que estoy que la llamo y no
contesta – Sebastián se quita el chullo que lleva. Seguro se habrá olvidado en
el cuarto. Ya, por favor le dices que la vine a visitar. Está bien – Flor le
responde secamente.
*****
¿Y qué fue? Nada, creo que le ha pedido a Flor que la cubra.
Está bonita esa chica. Sí, es una chica linda, pero le he caído antipático; es
una pena, me gustaría que fuera mi amiga. Me sorprendes. ¿Por qué? Te estaba
pensado de otra manera - Luiz admira la fortaleza de su amigo. ¿Cómo? Amargado, sufriendo. El sufrimiento edifica, y
enaltece al que sabe padecerlo.
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