Monday, August 18, 2014

Regalo de cumpleaños

Es un gusto volver a verlos después de tres largas semanas de vacaciones – Mario lo dice con una indiferencia graciosa. Pero profesor, yo lo he visto tres veces con su bicicleta – el niño que se parece al amigo de Mario lo molesta. ¡Niño!, deje de estar siguiéndome, tengo una vida privada – el profesor dramatiza y el salón ríe en pleno.


El profesor Rivas está contento de regresar a las aulas, dictar le hará mucho bien. Se sorprende pensando que estuvo bebiendo sábado y domingo seguido hasta las dos de la madrugada y está parado, sin ningún dolor de cabeza. De pronto, una llamada del Chino.

Mario, ¿qué estás haciendo? Estoy dictando clases – suena uuuu de los niños -. No jodas, ¿no estabas de vacaciones? Terminaron, ¿qué sucede? Aquí estoy con César y ya comenzamos, ven pues para recibir tu diablo. Ganas no me faltan Chino, pero estoy dictando clases, a penas termino te llamo para ver si están en el mismo asunto. Ya, entonces te esperamos. Oka.

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Henry y Sebastián vuelven del concierto cristiano. Sebastián se siente mal por pensar en la mujer de su amigo. Henry tiene problemas porque ha engañado a su mujer y además cree que ya no la ama.

¿No te gustó el concierto? Nada, la música me pareció muy estridente. Sí, parecía música mundana – comenta Henry -; dime, ¿quién es más pata tuyo, yo o el Chino? Tú por supuesto – Sebastián quiere más a Henry porque es con quien siempre anda y además lo admira bastante por todo el esfuerzo que hace para sacar a su familia adelante.

¿Si te invito un par de chelas me despresarías? No, sería la primera vez que bebería alcohol y lo haría con mucho gusto porque tú eres mi amigo. Entonces vamos. ¿Diosito no se molestará? ¿Te estás echando para atrás? No hermano, tú eres mi pata y para mí es un honor.

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Mario termina su jornada, son las seis y treinta y decide ir al encuentro de César y el Chino; igual, se puede dar el lujo de otro día más tomando ya que mañana tendrá el día libre por motivo de su onomástico. Llama al número de César, porque el celular del Chino no timbra.

César, ¿el Chino está contigo? Sí, Loco, ¿te vienes? Oye, ¿pero ustedes no han ido a trabajar? Sí, hemos terminado rápido y ahora estamos aquí en el Óvalo, vente. Ya está bien.

Mario toma un taxi para llegar más rápido, se sorprende que tenga unas ganas por beber una Cristal Trigo, pareciera que puede sentir el sabor de esa cerveza en la boca. Piensa que se está volviendo alcohólico.

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¿Qué pasa huevas?, ¿nuevamente con esa cara porque tu ficción no te hace caso? - El Chino le molesta porque su amigo estaba escribiendo un mensaje a Elizabeth -; mira, ella no te quiere; escucha Loco, ni siquiera te quiere, y que te ame ya es una pretensión de locura; pero ella se lo pierde, tú eres un tipo simpático, inteligente y buena gente; más bien, para que la saques de una buena vez por todas, vamos a mandarla a la mierda – El Chino, coge el celular de su amigo y escribe a Elizabeth, Mario se lo deja porque quiere saber qué piensa.

Mensaje escrito:
“Qué mierda te crees, solo me has utilizado; solo me has utilizado cuando me necesitabas, pero ahora que ya no me necesitas y que soy yo que te necesito, ahora me dejas. Pero ya fue, porque valgo más que tú, y te vas arrepentir por haberme dejado”.

Mario lo lee y cancela el mensaje.

¿Por qué escribiste eso? Porque estuve leyendo los mensajes que dejaste en facebook; lo dices claro, ella es la chica a quien estabas enseñando matemática; y ayer en tu celular marcaste tres veces a tu contacto “Eli” y ella no te respondió. Chino, tú no sabes quién es Elizabeth, ella no es la persona que piensas. Sí huevón, todas son así; el problema es que tú eres un huevón que te gusta que te utilicen como lo hizo Elena. Nada Chino, no me molestes con este asunto que me voy a enojar. Sí huevas, déjate de cojudeces, mándala a la mierda – Mario recuerda cuando Henry le enseñó hablar groserías.

¿Qué pasa? - César vuelve del baño. Nada – Jhonnatan no quiere incomodar a su amigo. Miriam pide tu canción – César se dirige a su esposa. A ver, pon Mix de Corazón Serrano. No, tiene que ser un tema nomás – César se molesta. Pero eso es lo que yo quiero. Sí, pero tu tema va durar más de media hora – razona Mario. Ya ves, no seas viva mujer; elige un tema ya – César reniega. Ya, pon “Decidí vivir sin ti” – Miriam mira molesta a César.

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Sebastián es virgen. Quiere solo tener relaciones sexuales con la mujer que ama; quiere que su primera vez sea con Elena. Elucubra poder esperarla hasta cuando Henry muera, que puede ser pronto, que puede demorar mucho; pero lo importante es que llegará y le dirá que se ha conservado virgen para ella.

¿Y cómo aguantar tanto? Deporte, comida sana, oración y desfogue cada cierto tiempo.

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¿Qué están desde las cuatro? Sí – responde Jhonnatan. No me mientas Chino – Mario duda. Sí, estamos desde las cuatro de la tarde, el Chino nunca dice mentiras – César apoya a Jhonnatan. Si algo aprendí de este huevón – se refiere a Mario – es a ser sincero; él siempre dice la verdad porque eso le prometió a Elena. ¿Quién es Elena?, ¿otra ficción literaria? Elena fue por quién este huevas apostató de la iglesia. No Chino, yo era agnóstico, más bien, Elena es por quién me metí a la iglesia e intenté ser cristiano. La cosa que nunca mintió, al menos a mí, porque aún estando en la iglesia, él hablaba de sus dudas; todo el mundo siempre le tenía recelo porque cuestionaba todo y siempre estaba hablándonos de Max, Sócate y Plantón. Chino, es Marx, Sócrates y Platón. Ya, esas huevadas.

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¿Mañana es tu cumpleaños? Sí – Sebastián se sirve lleno. Suave Loco, esto no es gaseosa; ahora voy a tomar lleno para estar a la par. ¿Por qué estás mal? Sabes que estoy haciendo papeles para irme a Estados Unidos. ¿Eso te pone triste? No, quiero irme lo más pronto, quiero que me hagas el favor de ver a Elena y a Juanito – Henry decía Juancito, pero Sebastián le corregía hasta que se acostumbró llamarlo Juanito. ¿Y por qué estás con apuro? Porque Elena y yo ya no soportamos vivir juntos; en verdad creo que soy yo quien no soporta vivir con ella; es controladora, me jode. Creo que debes conversar con ella y tratar de entenderse. Tú no sabes Loco, además he cometido un error que creo que con esto ya lo cagué todo.

Sebastián se sorprende porque es la primera vez que escucha a Henry hablando groserías. ¿Qué pasa? Nada que me pareces gracioso que hables así, nunca antes te había escuchado hablando palabras soeces. ¿Y tú nunca dices groserías? Nunca, por eso siempre se abusaban mis compañeros del colegio. Mierda, tienes que aprender, insúltame. No, cómo te voy a insultar. Dime cualquier cosa, no me voy a ofender, además jamás me voy a molestar contigo. No digas eso. Loco, nadie me había invitado a su casa a comer, nunca antes había tenido un amigo que se interesara por mis problemas; el Chino es como un compañero de chamba, es buena gente con uno, pero tú sabes que con su mujer es una mierda, ¿verdad? Sí, todos saben que le pega a su mujer, ¿pero a qué viene eso? Nada, solo que quiero saber que tú vas a estar de mi lado si algo sucediera. Yo siempre voy a estar de tu lado.

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¿Qué pasa Loquito? Nada Chino, es que cometí un error. ¿Qué hiciste? Fui a buscar a Elizabeth a su casa y no la encontré; además, ¿te recuerdas del mensaje que escribiste en mi celular? ¿Qué pasó con ese mensaje? No lo había borrado, cuando me levanté, estaba tan furioso porque me dejara en ridículo de no contestarme el celular delante de ustedes, que cuando me levanté me dije, voy a mandarla a la mierda y le envié el mensaje. Es lo que se merece. No Chino, Eli no se merece eso; si tú la conocieras – cosa que le daría mucho celos a Mario – te darías cuenta que se merece todo el respeto; tiene una bonita personalidad, es una buena persona y no se merece que la moleste. Estás enamorado Loco – César admira a Mario. Sí, pero ahora lo digo no por amor, en verdad Eli es buena.

Miriam trae comida para Mario.

Sírvete. Esto se ve rico. ¿Ayer tomaron también? Sí, perdóname Miriam, no es mi intención incomodarte con mi presencia. No te preocupes Mario, prefiero tenerlo aquí viendo que está tomando, a que esté en un bar con otras mujeres. Esto sabe riquísimo – Mario cambia de tema -, y eso que suelo ser muy exigente con la comida, porque mi madre cocina muy bien.

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¿Henry has hecho algo malo?, y eso ¿tiene que ver con el Chino? No te lo voy a decir ahora, pero quiero que sepas que confío mucho en ti y espero me sepas comprender. Puedes confiar en mí – Sebastián ve todo en movimiento y se ríe, se sabe mareado. ¿Ya te mareaste?, es la falta de costumbre. Sí, es mejor ir a casa. Sí, hay que tomar un taxi para, ¡asu! No digas asu, di mierda. Mierda, mi mamá se va molestar, ya son las once.

Sebastián toma un taxi y embarca a Henry; él se queda porque cerca de la Municipalidad de Vitarte tiene un compañero de la Cantuta.

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Mamá, estoy en la casa de un compañero de la universidad, tengo que terminar un trabajo y como no tengo computadora estoy haciéndolo aquí; me voy a quedar no te preocupes. Ya está bien, pero cuidadito de estar allí tomando. Mamá, soy abstemio. Sí, ya lo sé, pero por si acaso.

Sebastián se va a la casa de Miguel, allí pasará la noche; no quiere escuchar ningún sermón de su madre. Toca el timbre.

Hola, ¿sí?, ¿a quién busca? – Es Diana, la famosa bomba sexy. Estará Miguel, soy su compañero de la Cantuta. Ah, hola Sebastián, él no está; salió con mi papá. Disculpa Diana, es que se me hizo tarde y estaba tomando con un amigo por mi cumpleaños por aquí y ya se me hace tarde para ir a mi casa porque por el Pte. Nuevo es peligroso y quería pedirle a Miguel para quedarme aquí. No hay problema, ahora no hay nadie en mi casa, ellos se fueron a Huacho y vuelven mañana tarde, pero yo no tengo problemas de que te quedes aquí conmigo. No, contigo no, más bien sí contigo, pero vamos a dormir separados ¿ya?. Claro, pasa.

Diana le abre la puerta, él entra y ella le alcanza una colcha para que se abrigue; para esto ella supuestamente se puso su ropa de dormir, un short bien pegadito y un polo que solo le cubría los senos y se quejaba del frío.

¡Ay mi cama está fría!, podrías estar un ratito conmigo para poder tener un poco de calorcito y luego ya te vuelves al sofá. Ya, pero un ratito nomás, ¿ya? Sí solo un ratito – se dirigen en el cuarto de ella.


Pero quítate los pantalones, vas a ensuciar mi cama. Pero cómo voy a estar en trusa nada más. Pero no hay problema, te metes a la cama, yo no te voy a ver. Está bien – Sebastián pone su cara feliz, se quita el pantalón y se queda parado cubriendo con sus manos en la altura de su sexo excitado. Qué pasa, estás nervioso – Diana se le acerca -, suéltate – le coge las manos. Es que es mi primera vez. Será tu regalo de cumpleaños.

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