Sunday, August 17, 2014

Le fallé a la ficción

Suena el celular de Mario.

Elena, ¿qué pasó? Ayer me estuviste llamando de madrugada – Elena había dejado el celular apagado. Sí, estuve tomando y quería saludarte. Vamos a comer. Me esperarías ocho horas, porque eso es lo que se demora el bus en llegar a Arequipa. Estoy en Lima. ¿Cuándo llegaste? Ayer, estoy en el Ovalo con los niños, ven al Mall. Pero ahora no tengo dinero, ayer me gasté lo último que tenía. No te preocupes, yo te invito, así te adelanto el saludo de cumpleaños. Ya, en veinte minutos estoy allá.


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Jhonnatan pone los ojos llorosos. ¿Qué pasa Chino? – Mario le pregunta a su amigo. Nada, así se pone cuando habla de sus hijas – responde Juver - ; yo tengo un hijo varón, César dos hijos varones y el Chino solo tiene hijas mujeres y eso le duele. No digas tonterías, - Mario se dirige a su amigo -; Chino, tú estás feliz con las niñas, ¿verdad? Sí, estos huevas piensan tonterías. Claro, yo tengo cuatro hermanas y ellas lo atienden a mi padre y mi padre feliz con sus hijas; las hijas son mejor para dar afecto y cuidado al padre. Y también al marido – responde César.

La mujer de César está incómoda con la presencia de los amigos de su marido; a Mario le apena bastante; el Chino no quería subir a la casa, pero César insistió; Juver – que es el chacal del Chino – no dijo nada.

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Son las doce de la noche, Mario está en la esquina donde esperaba a Elena, está esperando a Jhonnatan para ir a tomar un par de chelas. Llega el Chino, se dan un apretón de manos y caminan buscando un bar.

Tengo hambre Chino, y no te tengo dinero. ¿Y?, acaso no te he dicho que hoy pago yo. ¿Es por mi cumpleaños? Tómalo como los intereses del préstamos, ¿cuándo es tu cumpleaños? El 19. Ya, te mandaré un mensaje al celular. Me vas a emocionar – Mario hace un gesto.

Deciden comer un aeropuerto antes de ir a beber. Terminaron muy tarde y volvieron a la esquina, allí se quedaron escuchando música del celular del Chino.

Oye, dime quién es Elizabeth. Una ficción literaria. No seas huevón, tanto vas a estar allí en Internet escribiendo por una ficción literaria. Es para llamar la atención, nada más. Caería bien en este momento un vinito. Tengo uno en mi casa, si gustas vamos. Puede ser, pero Camila se va molestar. Pero no dices que aún no llega. Sí pues, no me llama, está media rara. No será que te está engañando. No, no creo, aunque últimamente está media rara; no quiere que la vea desnuda, ya no se molesta porque ando tomando o llegue tarde; por mí estaría feliz que se encuentre otro. Eso es lo que tú dices; ¿vamos a tomar el vinito o lo dejamos para mañana? Mejor lo dejamos para mañana, ya es tarde. Está bien Chino, voy a tomar un taxi.

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Mario terminó con los informes, pone “Como si no supieras” de William Luna, a todo volumen para escucharlo mientras se baña.

Se pone dos chompas, tiene frío. Mira su celular, ya son las nueve de la noche y no ha llamado el Chino, decide llamarlo.

Chino, ¿qué fue? Mario, disculpa amigo, lo que pasa es que estoy tomando con mi chacal; loquito para otra oportunidad pues, estoy bien lejos. Normal Chino, ya será para otra oportunidad – Mario quiere salir -, pero les puedo acompañar si es que no se incomoda tu chacal. Normal, pero estamos lejos. ¿Dónde estás? En Praderas – A Mario le suena como un distrito lejos. ¿Y dónde es eso? En Andahuaylas. No conozco. Es en Santa Anita. Ah ya, hubieses comenzado por allí, tomo un taxi y voy. Ya, pero rápido porque mañana tenemos trabajo así que no podemos estar hasta muy tarde. Ya, espera un toque.

Mario solo tiene veinte soles, piensa que no le alcanzará.

Ocho para el taxi de ida, otros ocho para el regreso, dos cervezas serán unos catorce soles, asu, estoy volando – piensa -; ya sé, voy a pedirle a Chana – se entristece al recordar a su hermana muerta -, y Jorge Luis – tampoco está el buen vecino. Llamaré a Julito, pero él ya ni contesta el celular; bueno, tendré que ir a ver a mi mamá.

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¿Podemos cambiar de tema? – Exige el Chino, que está harto que lo vacilen. Ya, pero siempre se habla de lo que es en común y lo único en común que tengo con César y Juver eres tú. A ver César, desde cuándo eres amigo del Chino. Desde hace seis meses. ¿Seis meses?, o sea tú debes ser el pata que truncó su camino al cielo. ¡Qué! Sí, porque yo y él no nos veíamos hace como un año y yo lo dejé en la iglesia con planes de estudiar teología; y ahora que lo vuelvo a ver me cuenta de un pata que le recordó su vida pasada en el mundo del sexo y el alcohol, o sea tú eres el mismo demonio. Pero por qué tienes que estar hablando de mí – el Chino lo dice con una sonrisita que le demuestra a su amigo que le gusta que se centren en él. Puedes quitarte ese gorro – Mario le quita el gorro al Chino. Dame mi gorro. Estamos con techo, para qué quieres el gorro. Dame mi gorro, te voy a pegar. Pégame… a ver así te ves mejor – Mario revolotea el cabello de su amigo y la mujer de César se ríe.

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En el taxi.

Señor por favor, me dice que es entre Pradera y Recolectora. Ya, sí me ubico.

Suena el celular.

Aló. Loco, ¿dónde estás? Estoy por el Óvalo. Oye ya no vegas por aquí, mi pata el pintor me ha llamado y quiere que vaya para su casa – Mario se molesta porque Jhonnatan le ha hecho hacer un viaje por las puras. Entonces, ¿ya fue? No, más bien espérame por la Municipalidad, yo paso a recogerte, vamos los tres. No, pero tu pata se puede incomodar. Nada Loco, es mi pata y te tiene que recibir. ¿Y si se incomoda? Nos vamos, pero yo sé que no se va incomodar, porque siempre le he hablado de ti y quiere conocerte. Está bien.

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O sea yo trunqué tus estudios teológicos. Más que eso, has sido una piedra en su camino al paraíso – Mario molesta a César para alegría de la esposa de éste. Pero Jhonntan, tú puedes seguir tus estudios – César anima al Chino. Nada que ver, tú crees que eso es una profesión cualquiera, no, para eso se necesita un santo, cosa que Jhonnatan lo era; pero te conoció a ti y ya ves. Carajo, tienes que dejarme en ridículo. Pero Chino, César es el que te ha hecho que vuelvas a esa vida lujuriosa de tu pasado oscuro y al menos debo hacerle reflexionar para que no vuelva a estropear a otro hombre sano.

Juver recibe un mensaje misio de su mujer.

¿Qué fue? Es mi mujer, pero no tengo para llamarle. Ya, llama de aquí – Mario le da su celular para que Juver llame, pero no lo hace. Pero tienes que llamar a esa pobre mujer, ha de estar preocupada. No, yo cuando llego le explico que estuve con mis patas.

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Hola mamá. ¿Y esa novedad? Nada, ¿no puedo visitar a la madre más linda del planeta? Qué raro estás. Mamá necesito veinte soles, ¿me prestas? Toma – se lo da con una mirada que dice, ya me lo imaginaba.

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Mario espera en la Municipalidad. Juver le pasa la voz.

Hola, soy Juver, el chacal de Jhonnatan. Un gusto Juver; Jhonnatan ya me ha hablado de ti – Mario sube al carro. ¿Y te ha dicho cosas buenas o malas? Buenas, que eres un joven que quiere aprender y estás esforzándote. Así es, es por mi hijito; y tú no me preguntas qué cosas me ha dicho Jhonnatan de ti. Me supongo positivas, te habrá hablado de mi inteligencia, facilidad de palabra y lo apuesto que me veo. Sí – Juver piensa que Mario es un presumido, pero igual le cae simpático el amigo loco de su jefe.

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¿Y por qué no les cuentas de Elizabeth? Está bien. ¿Es tu enamorada? – pregunta César. No, es una creación; ¿has escuchado hablar de Pigmalión? No, quién es. Fue un rey griego que hizo una hermosa estatua, la cual era tan hermosa a tal punto que se enamoró de ella; Elizabeth es eso, es una hermosa creación de la que me he enamorado. Se le quemó el foco a tu pata, Jhonnatan – Juver se anima a referirse de Mario. ¿Y cómo es ella? – se despertó la curiosidad de Miriam. A ver, voy a comenzar por el principio, ni modo que comience por el final, ¿verdad?; ella es una jovencita que tiene muchos problemas, no tiene a su padre porque le abandonó cuando recién era una niña y su madre está muy enferma; pero ante la adversidad es alguien que siempre está alegre, que le sonríe a la vida y tiene tenacidad para salir adelante. ¿Cuántos años tiene? – Miriam quiere saber todo acerca de la supuesta ficción. Le puse 25, o sea está en la etapa más bonita de la vida, con todas sus fuerzas y el esplendor de su belleza, le puse esa edad para que exista un conflicto generacional conmigo, porque yo tengo 31; porque tiene que haber una trama, alguien tiene que sufrir– le van cayendo lágrimas a Mario y Jhonnatan piensa que sí existe Elizabeth. ¿Es una novela lo que estás escribiendo? – César pregunta. No, es solo una mujer que creé para no estar solo, como cuando de niño inventé a Sebastián y Antonio, mis amigos imaginarios.

Mario va al baño y César aprovecha para preguntarle a Jhonnatan.

¿Tu amigo está loco? No, Elizabeth es una chica que no le corresponde, solo que él dice eso para llamar la atención. Sí, ya me había dado cuenta, es medio presumido – dice Juver.

Mario se sienta y bebe.


¿Y por qué no pueden estar juntos? – Miriam vuelve a preguntar. Porque ella está enamorada de otro; porque no soy lo suficiente para ella, porque ni tengo la belleza ni la fortuna para que me quiera. Pero si tú la creaste, puedes hacer que ella tenga buenos sentimientos y te ame. Ella tiene buenos sentimientos, pero hasta tus creaciones te fallan. Como tú a mí – Jhonnatan recuerda la mala pasada que tuvieron y por lo que se enemistaron. Chino – Mario apoya su mano en el hombro de su amigo -, ¿de verdad piensas que yo te fallé? Todos me han fallado, Camila, mi padre, mi madre, mis hermanos, tú – ese tú le dolió a Mario y razona que le falló a Elizabeth al confundir sus sentimientos.

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