Wednesday, August 27, 2014

Felicidad del pasado, tristeza del presente

Pero William no me pudo ayudar. ¿Y por qué no me llamaste a mí? No quería molestarte. ¿Por qué tienes que pensar primero en él? Porque es mi enamorado.


Antonio se apena porque Elizabeth no consultó con él algo que puedo darle solución; la mira y se da cuenta lo lejos que está de reconquistar siquiera esa amistad que alguna vez tuvieron. La relación cambió el día que le confesó su amor; desde entonces ella no le ha vuelto a confiar nada, si es que alguna vez le confió algo.

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Alexandra mira a Mario y ríe, él también ríe.

¿De qué tanto ríes? Es que eres bien gracioso, la forma en que le contestas al profesor. El profesor termina con una reflexión que es un refrito, acerca de la humildad de Sócrates al reconocer que solo sabía que no sabía nada y que de eso ni siquiera estaba seguro - Mario critica al profesor.

Mario y Alejandra salen juntos hasta la Av. Wiesse.

¿Hasta dónde vas? Caminando hasta el Metro nomás. Te puedo acompañar. Está bien.
Van caminado riendo.

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Elizabeth hace los ejercicios, pero se distrae con el celular, a Antonio le incomoda. Una llamada.

No le voy a contestar, es alguien sin importancia. Pero debes contestar y decirle que estás ocupada. No, es un tonto del trabajo – eso le duele a Antonio, porque piensa que lo mismo puede decir cuando él le timbra y ella no contesta. Entonces, dile que no te moleste. No, no quiero contestarle.

Se hizo tarde, Elizabeth tiene que ir con Flor.

Ya es muy tarde, tengo que ir a mi casa. Pero quédate un poco más. No, es que mis tías me estarán esperando. No dices que no les interesas. Sí, pero igual tengo que hacer como si les intereso – Antonio se echa en su cama y le extiende la mano como invitando que se eche con él, ella se molesta. Me tengo que ir, me abres la puerta – Elizabeth pone su cara seria.

Antonio se levanta y la acompaña hasta la avenida Pirámide del Sol a tomar su carro. Durante el trayecto está callado, serio.

¿Por qué estás así? – Pregunta Elizabeth. Estoy triste porque te vas y me dejas solo. Mañana vendré y me tomarás algunas fotos. ¿A qué hora vienes? – Antonio se contenta. Vengo a las 12 a penas termino con algunas cosas en mi casa. Te voy a estar esperando.

Elizabeth se siente mal porque Antonio le muestra este lado posesivo que hace que piense en apartarse de su lado.

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¿Eres casado? No, soy padre soltero. ¿Padre?, ¿tienes un hijo? Sí, y no sabes cuánto me está costando. De seguro, es una gran responsabilidad, encima trabajas y estudias. Sí pues, te diré que estoy un poco cansado, a veces hasta pienso en dejarlo. Pero cómo vas hacer eso, ni que seas un padre desnaturalizado. Por lo mismo que  no soy un padre desnaturalizado es que aún lo aguanto; es que todos los días tengo que comprar leche, luego pagar a mi sobrino para que limpie lo que ha ensuciado, es una gastadera de plata. Sí, así son los pequeños, pero, ¿y su mamá? No sé, no la conocí. ¡Qué!, ¿cómo que no la conociste? No, yo me lo encontré en la esquina de mi casa, me provocó ternura al verlo solito en la calle y encima me meneó la cola y me lo recogí. Jajajaja, tú si que te pasas, estaba pensando que era un niño de verdad.

Alejandra y Mario se despiden. 

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Mario toma los amarillos y recuerda que Elizabeth tomaba estos mismos carros para irse a Santa Anita. Se pone triste porque piensa que ya no la verá.

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Antonio espera que el carro amarillo se marche para dejar el paradero. Está feliz, porque Elizabeth le ha dicho que vendrá el domingo para tomarle fotos. 

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