Sebastián
baja las escaleras con las cosas del inquilino que se despide. Es muy amable,
le apena que alguien se tenga que ir, pero esto ya se ha hecho una cosa
frecuente a causa que muchos han perdido su trabajo y tienen que volver a sus
pueblos.
(-) ¿Y a
dónde irá?
(-) A
Cuzco, joven Sebastián.
(-) ¿Allá
tiene casa?
(-) La casa
de mis padres, creo que solo estaré un tiempo porque en verdad no tengo nada
que hacer allá. Allá el trabajo solo es la chacra, además mis parientes todos
están en Lima, algunos están yendo a Cuzco pero sé que se regresarán. Cuando se
mejore las cosas, volveré.
El inquilino
se despide muy sentido.
(-) Joven
Sebastián, quiero decirle que lo poco que le conozco usted me ha caído bien.
Siempre ha sido serio conmigo, pero ha sabido comprenderme. Le agradezco a
usted y a su padre por su trato. Además, también me gusta mucho ver sus videos,
así que lo voy a seguir viendo y le haré los comentarios.
(-) Gracias
Nelson. Sabes, cada despedida me hace sentir triste. Desde que estoy encerrado
aquí y no puedo ver a mis amigos, me ha venido una nostalgia. No sé por qué te
lo estoy diciendo, pero en verdad, no me gusta las despedidas.
(-) Le
entiendo joven Sebastián, a mí también me pasa eso ahora. No quería despedirme,
no quería irme de Lima; es Lima la horrible, pero uno se acostumbra.
(-) Eso de
Lima la horrible, ¿de dónde lo sacas?
(-) De sus
videos pues, usted habla de Lima la horrible.
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Sebastián
se cruza con Rodrigo. Se saludan y Rodrigo intenta tocarle el hombro, pero se
reprime. Ambos discutieron por lo de los compartir venezolanos. A Sebastián le
apena que Rodrigo se corte, pero parece que por ahora habrá una distancia entre
ellos.
Rodrigo es
un buen muchacho, a Sebastián le agrada en especial porque es casi su
contemporáneo. Solo Henry es el amigo que tiene casi la misma edad – Henry es
mayor que Sebastián por 2 años -, en cambio Keni y Gustavo son mucho menores
que él. Además, Rodrigo es un chico serio, que se esfuerza mucho para apoyar a
sus padres y eso a Sebastián le hace admirarlo.
Sube a la
azotea y piensa en los tendederos, quiere solucionar ese desorden. Le timbran
al celular, es un estudiante, responde.
(-) Buen
día.
(-) Buenos
días profesor. Soy el estudiante Brian Maldonado. Le llamaba profesor porque he
visto que usted está vendiendo un libro.
(-) Así es,
pero no lo estoy vendiendo a los estudiantes.
(-) Pero no
es para mí – Brian recuerda que el año pasado el profesor le dijo a un
compañero que quería comprarle el libro que no lo vendía a los estudiantes -,
es para mi papá; él leyó su blog y quiere leer su libro.
(-) Bueno,
si es así; tendría su padre que comunicarse conmigo y solicitármelo.
Sebastián se incomoda, no quiere vender un libro a los estudiantes y tampoco a los padres de familia; piensa que no es correcto.
Sebastián se incomoda, no quiere vender un libro a los estudiantes y tampoco a los padres de familia; piensa que no es correcto.
Azul, cuando te propongo algo no tengo ninguna mala intención, solo pasar un rato contigo. Ahora ya hasta tengo miedo de invitarte algo. |
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