Querida Azul,
Estoy
tranquilo, sé hasta dónde puedo llegar contigo y no me enoja que no pueda ser
lo que más deseo; soy varón y puedo soportar por más que hiera. Mi amor por ti
no es malo, es como el del Quijote, por el cual haré penitencia. Sé que un día
te irás, pero quiero que cuando te vayas te despidas bonito de mí y me
recuerdes bien, sin ningún resentimiento, sin ningún mal sabor de haber pasado
por mi vida y yo tropezado con la tuya.
Quisiera
decirte muchas cosas de frente, pero sé que al decirlas te vas a molestar más,
como me dijiste, te puedes molestar más. Te confieso que cuando me dijiste eso,
me sonreí, porque parecías como si fueras mi mujer y, yo encantado de ser tu
marido.
Azul, soy
feliz, soy feliz por haberte conocido. Aunque ahora – y te juro que no sé
porqué – pongas tu cara de pato molesto cuando me despides. Igual me haces
reír, y sacia mi alma tener un poquito de tu atención.
Atentamente,
El Príncipe
de Cleves.
Azul, cuando quieras, tú solo di sí y será sí. |
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