Sebastián termina la sesión, se lava la cara y pone una casaca para ir a caminar. Era cierto lo que Elena decía sobre los jóvenes, son leídos, aplicados, participativos... Camina por Zárate, no tiene hambre, no tiene ningún objetivo, se dará una vuelta, quizás podría visitar a Eduardo y discutir un poco sobre economía política, pero piensa que no debería molestar a su amigo, es muy tarde.
(-)
Sebastián, ¿cómo estás?, ¿cómo te fue en tu primer día de trabajo?No hay ningún problema.
Todo cae por su propio peso.
(-) Muy
bien, gracias. Los chicos son geniales, creo que tuve que haber aceptado este
trabajo antes.
(-) Qué
bien por ti Sebastián, ¿y aprendiste a usar la plataforma?
(-) Sí, no
es complicado. Además, Elena me ayudó bastante. Y a ti, ¿cómo te fue en tu
trabajo?
(-)
Regular, las ventas han caído, pero allí vamos. Estoy estresada de estar
encerrada, felizmente ya estoy por salir, caminar me hace bien.
(-) Yo
también estoy pensando en eso Azul, voy a salir a caminar a Zárate. Qué tal si
te espero y salimos juntos, te invito hamburguesa.
(-) Ya,
entonces te aviso cuando estoy llegando a Plaza Vea.
(-) Estaré
atento.
Sebastián imagina
una bonita llamada de Azul. Razona: Tengo que dejar de estar triste porque Azul
no me quiere, ella no tiene la culpa de no quererme. Ella es una buena persona,
me demostró en estos tiempos que es alguien sencilla, amable y que actúa en
base a valores, si ella me ha demostrado desinterés es porque la estuve
molestando. Amarla no puede ser un castigo, al contrario, es una bendición,
porque esto me demuestra que soy capaz de sentir, de que puedo interesarme en
los otros y no soy egoísta.
Un carro
pasa muy cerca de Sebastián y él se da cuenta que está cruzando con la luz roja
en frente. El conductor del auto le grita una grosería.
*********
Don Armando es un venezolano que trabaja en una
residencial haciendo la limpieza, es un hombre agradable y… mediocre, sí, es
mediocre, pero es un buen hombre. Estuvo casado dos años y con su mujer tuvo dos
hijos varones. Todo estaba bien en Venezuela, no ganaba mucho, pero al menos
tenía para la comida, no tenía que pagar arriendo porque vivía en la finca de
unos amigos. Pero su falta de objetivos hizo que su mujer le abandonara. A ella
no le importó dejarle con sus hijos, ella era más joven y además muy bella,
encontró un buen partido, un burócrata de la petrolera. Desde entonces siempre
estaba solo con sus hijos, una vez intentó tener una pareja, pero qué mujer
tomaría en serio un hombre con dos hijos. Siguió adelante con los niños, los
llevó al liceo y les apoyó con lo que puedan para que llegaran al instituto y
la universidad. El menor le abandonó pronto, se casó y ahora tiene dos hijos;
el mayor se quedó con él hasta que se cansó, sí… se cansó de su padre, de su
mediocridad y del estorbo que le comenzó a considerar. Ya estando en Lima, un
día don Armando le pidió a su hijo mayor que le deje, que ya basta de tanta
ofensa, que él prefiere la soledad y la necesidad a siempre escuchar las hirientes
críticas de su hijo.
(-) ¿Qué
quieres?
(-) Solo
que limpies lo que te corresponde.
(-) Tú no
eres el jefe, viejo coño su madre – Rodrigo ofende a don Armando.
(-) No te
estoy diciendo que si soy o no el jefe, solo que hagas tu trabajo.
(-) Estoy
haciendo mi trabajo, tú mete tu hocico en otro lao.
Rodrigo
sale apurado sin terminar con la limpieza, don Armando mueve la cabeza y piensa
en su hijo. Rodrigo tiene la misma edad de su hijo, ¿dónde estará ahora?
******
(-) Ese
viejo coño su madre, no sé qué se cree, si él está allí es de pura lástima
porque el jefe le quiere apoyar. Pero ese viejo ya no ata ni desata, está para
la otra. Qué feo ser viejo y pobre – Rodrigo conversa con su novia.
(-) ¿Por
qué estás renegando?, ¿qué te hizo don Armando?
(-) Se mete
donde no le llaman. Es un viejo ridículo.
(-) Ay, no
camines tan rápido que me vas a dejar.
(-) Apura,
quiero apostar un juego.
(-) Ya no
me parece sano, todos los días estás apostando.
(-) Pero
solo son algunas monedas.
Rodrigo
entra al local de “Apuesta Total”, no le importa que su enamorada está afuera
con mal humor.
*****
Keni mira a
una venezolana y comenta con su hermano lo hermosa que son las chicas del país
llanero. Recuerda que Sebastián siempre le dice que debería conocer a alguien,
y tiene miedo de enamorarse nuevamente. Estaciona y su hermano baja, se
despiden.
Keni pone
en marcha el auto, sube el volumen, escucha una canción de Enrique Iglesias. Se
pregunta quién será Azul, se admira de que Sebastián diga que está enamorado. Al
comienzo parecía una broma, pero es verdad.
(-) ¿Por
qué estás llorando?
(-) Estaba con
Azul y sus amigos, estábamos tomando, luego Norma me llamó para decirme que
deje de hacer bulla y bajé a la casa para que me critiquen por estar tomando.
Norma aprovechó para recordarme que soy hijo de nadie. Subí a ver a los
muchachos y todos ya se habían guardado en sus cuartos, cuando me acerco al
cuarto de Azul, me doy cuenta lo imposible y me pongo a llorar, me pongo a
llorar con ganas de decirle cuánto la amo, me puse a llorar porque ella tiene a
alguien y pronto se irá.
¿Pero cómo
será Azul?, ¿será tan bonita como Elena? De seguro que sí, las venezolanas se
caracterizan por ser bellas en su mayoría.
(-) ¿Y cómo
es ella?
(-)
Hermosa, tiene unos grandes ojos azules, una sonrisa perfecta, sus cabellos son
castaños, es delgada y alta, tiene un buen trasero, pero lo que más me gusta
son sus pies.
Los pies de
Azul, nunca antes Sebastián se había fijado en los pies; nunca habló de los
pies de Elena, ni de Elizabeth, pero Azul, ella debe tener unos pies perfectos
para que Sebastián siempre los mencione.
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