Monday, February 1, 2016

Me siento mierda

Sebastián se siente muy mal, mira sus manos y no tiene nada, mira a su alrededor y no hay nadie, nunca tuvo nada.

Existen símbolos que definen todo; como el tatuaje que lleva Henry, él siempre lo quiso hacer y esperó el momento indicado, ese símbolo significó la ruptura definitiva con Elena; o el reloj de Luiz, que aunque no funciona, Luiz lo llevará hasta que se olvide por completo de su esposa; así es el anillo que quería usar Sebastián como señal que estaría junto a Alejandra.

Ahora Sebastián no tiene nada, ni siquiera un gesto. Piensa que está obligado a seguir solo. Quisiera echar todo proyecto a la borda y abandonarse a su esquizofrenia, pero también está gente que cree en él y le ronda eso en la cabeza. A Sebastián solo le queda incólume su necesidad de no fallar a nadie, a pesar que los símbolos le dicen que se ha quedado solo.

Se levanta temprano, toma agua y se mete a la ducha. Nada le quita el dolor de cabeza, sufre, sufre mucho.

No desayuna, no tiene hambre. Va al mercado, compra frutas para cuando tenga apetito.

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Sebastián conversa con Henry.

¿Cómo estás Sebastián? Me siento mierda. ¿Qué pasa? Sigo al lado de Alejandra a pesar que los símbolos dicen que no me amará nunca. Entonces déjala. No puedo, la amo como nunca he amado a nadie. Eres terco cholo, te comportas mal, estás mal. Lo sé, pero no concibo otra cosa que estar a su lado. ¿Qué hay del proyecto con tu pata? – Henry cambia de conversación. También quería dejarlo, porque tenía miedo a que le fallara, además algunas de sus bromas me decían que no confía en mí. Pero si me has hablado muy bien de él y que te tiene mucha confianza. Sí, Keni es bacanudo, ya hemos solucionado ese asunto, justo lo estoy viendo una forma de estar tranquilo trabajar en el proyecto que nos hemos planteado. Eso está bien, concéntrate en trabajo, y ya se te pasará. Por eso estoy de pie, no quiero fallar a mi amigo y a nadie que confíe en mí.

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Sebastián toma el cuchillo y pela las tunas, piensa en que no debería dormir por lo menos dos días seguidos y que antes de acostarse después de esas vigilias podría cortarse las venas y esperar en la cama lentamente la extinción de su vida.

Eres idiota Sebastián – Mario le habla. ¡Por pensar con acabar con tu vida! - Sebastián alza la voz. Eres un cobarde y no lo harás. Mario, no recuerdas cuando nos lanzamos al mar y si no era porque ese señor nos sacó, nada hubiésemos hecho por salvarnos; recuerdas cuando nos echamos delante del auto; ¿por qué hicimos eso? Por tu esquizofrenia, si yo hubiese decidido nada de eso hubieses hecho. Entonces el cobarde eres tú, eres tú quien no se atreve a morir.

Suena el celular, es el Sr. Rivas.

Papá, ¿qué sucede? Vas a venir a almorzar. Gracias viejo, voy para allá.

Sebastián camina hasta su casa y le caen lágrimas, piensa que no se merecía que el Sr. Rivas lo haya adoptado. 



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