Sebastián se siente muy mal, mira
sus manos y no tiene nada, mira a su alrededor y no hay nadie, nunca tuvo nada.
Existen símbolos que definen todo;
como el tatuaje que lleva Henry, él siempre lo quiso hacer y esperó el momento
indicado, ese símbolo significó la ruptura definitiva con Elena; o el reloj de
Luiz, que aunque no funciona, Luiz lo llevará hasta que se olvide por completo
de su esposa; así es el anillo que quería usar Sebastián como señal que estaría
junto a Alejandra.
Ahora Sebastián no tiene nada, ni
siquiera un gesto. Piensa que está obligado a seguir solo. Quisiera echar todo
proyecto a la borda y abandonarse a su esquizofrenia, pero también está gente
que cree en él y le ronda eso en la cabeza. A Sebastián solo le queda incólume
su necesidad de no fallar a nadie, a pesar que los símbolos le dicen que se ha
quedado solo.
Se levanta temprano, toma agua y
se mete a la ducha. Nada le quita el dolor de cabeza, sufre, sufre mucho.
No desayuna, no tiene hambre. Va
al mercado, compra frutas para cuando tenga apetito.
*******
Sebastián conversa con Henry.
¿Cómo estás Sebastián? Me siento
mierda. ¿Qué pasa? Sigo al lado de Alejandra a pesar que los símbolos dicen que
no me amará nunca. Entonces déjala. No puedo, la amo como nunca he amado a nadie.
Eres terco cholo, te comportas mal, estás mal. Lo sé, pero no concibo otra cosa
que estar a su lado. ¿Qué hay del proyecto con tu pata? – Henry cambia de
conversación. También quería dejarlo, porque tenía miedo a que le fallara, además
algunas de sus bromas me decían que no confía en mí. Pero si me has hablado muy
bien de él y que te tiene mucha confianza. Sí, Keni es bacanudo, ya hemos
solucionado ese asunto, justo lo estoy viendo una forma de estar tranquilo
trabajar en el proyecto que nos hemos planteado. Eso está bien, concéntrate en
trabajo, y ya se te pasará. Por eso estoy de pie, no quiero fallar a mi amigo y
a nadie que confíe en mí.
*******
Sebastián toma el cuchillo y pela
las tunas, piensa en que no debería dormir por lo menos dos días seguidos y que
antes de acostarse después de esas vigilias podría cortarse las venas y esperar
en la cama lentamente la extinción de su vida.
Eres idiota Sebastián – Mario le
habla. ¡Por pensar con acabar con tu vida! - Sebastián alza la voz. Eres un
cobarde y no lo harás. Mario, no recuerdas cuando nos lanzamos al mar y si no
era porque ese señor nos sacó, nada hubiésemos hecho por salvarnos; recuerdas
cuando nos echamos delante del auto; ¿por qué hicimos eso? Por tu
esquizofrenia, si yo hubiese decidido nada de eso hubieses hecho. Entonces el
cobarde eres tú, eres tú quien no se atreve a morir.
Suena el celular, es el Sr. Rivas.
Papá, ¿qué sucede? Vas a venir a
almorzar. Gracias viejo, voy para allá.
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