Friday, February 26, 2016

Las vacaciones de Sebastián

Sebastián se quita el anillo y lo pone en la repisa.

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Alejandra está muy contenta porque saldrá con Víctor, se le nota en sus ojos y labios; Sebastián siente celos.

¿Y a dónde irán? Al cine, luego a Popeyes. Qué bien, espero lo disfrutes. Gracias, podrías apurarte con las estadísticas. Sí claro, no hay problema, si gustas te puedes ir, yo ya te mando un correo con los resultados. No, prefiero enviarlo ahora mismo desde aquí el informe. Ya.

Alejandra está muy cerca de Sebastián, él huele su cabello y cierra los ojos. Ella se da cuenta, se molesta y le insiste con el trabajo.

Sebastián, por favor concéntrate. Sí, disculpa, lo que pasa que esta fórmula no la recuerdo, voy a revisar. Ay Sebastián, quiero hacer el informe ahora, porque voy a llegar tarde y Víctor se va molestar. No te preocupes, ya lo tengo. Qué bueno, ¡yupi!, tú sí que eres muy bueno con esto de la estadística, muchas gracias viejito.

Sebastián se da cuenta que lo feliz que está Alejandra es porque se irá con Víctor, y no porque él haya logrado terminar con la estadística para su informe.

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¿Qué fue? Estoy muy contenta, me voy para fin de año con mi familia a Chiclayo. Qué bueno por ti. Sí, allá es que soy muy feliz, pero sobre todo porque voy a estar con mis primas y tías; tengo mucho que cotorrear con ellas. ¿Te vas por una semana? No, me voy por una quincena ¿Y el trabajo? Pedí permiso a mi jefe. ¿Pero no me decías que tu jefe era un ogro que no te acepta permisos? Sí, pero le rogué y me dijo que sí.

Sebastián se siente triste porque no podrá ver a Alejandra por el tiempo que se irá al norte.

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En el celular.

¿Y por qué tan contenta? Porque me voy con mis primas a la playa. Qué bien. Sí, estoy aprovechando bien estas vacaciones de la universidad. Qué bien por ti – Sebastián no salió ni un solo día por esperar lo que se le ofrecería a Alejandra. Te quiero Sebas, espero verte pronto. Sí, cuando tú quieras, estoy aquí Ale. Ya Sebas, nos vemos; te traigo algo el lunes que nos vemos. Gracias.

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Hola Sebastián – ella ni siquiera se acerca para besarle. Hola Alejandra – Sebastián se acerca para darle un beso en la mejía. Ay Sebastián, estoy full; mi salida con mis primas fue genial, lo hemos pasado relindo. Seguro, quería invitarte a comer. No gracias, yo voy a comer en casa. Solo vine para traerte esto – Alejandra revisa su cartera y Sebastián piensa que es la promesa que le hizo. ¿Qué es? Es un expediente; Sebas, es para el miércoles; así que tranquilo  nomás. No te preocupes, yo lo hago. Ay, también te traje esto – Alejandra extiende su mano con un sobre amarillo. ¿Y eso? Es tu pago por los informes. Ah, ya. No te molestes Sebas, te debía de la otra vez, pero allí ya tienes de esa y también de éste. No, no me tengo que molestar; al contrario, estoy contento que me traigas trabajo.

Sebastián le sirve refresco de frutas.

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¿Cuánto me gustaría estar en el norte chico? Ah sí, ¿con quién?, ¿seguro quieres ir con Víctor? No necesariamente, podría ser con Víctor, sola, o con mis amigos. ¿Quisieras ir conmigo? – Sebastián le invita. Déjame pensarlo – Alejandra le mira con dudas. Ya, pero dime para preparar mi horario. Ya, eso lo hablamos después.

Hoy preparó Sandilla para ella.

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Sebastián - con el pretexto de que era su última semana de vacaciones - insistió a Alejandra para ir, pero a ella no le importó. Ella cambió después que rompió el acta de compromiso y se puso a trabajar en la agencia. Sebastián insistió con mucho cuidado para que sea una cuestión de ella más que de él, pero a ella no le interesaba una salida con un “colaborador”.

¿Y qué has pensado lo de la salida? Sí, sí, creo que podemos ir. Ya, entonces te parece el jueves, puedes pedir permiso el jueves. Sí, el jueves o viernes, no hay problema ya le dije a mi jefe y me dijo que sí – Alejandra no suena alegre, no está emocionada; parece que es una obligación, una pesada obligación cumplirle a Sebastián una salida. Ya, entonces este jueves; ¿dónde quisieras ir?, podemos ir a la montaña o a la playa. No sé, déjame pensarlo; yo te devuelvo la llamada Sebas. Ya, espero.

Sebastián esperó, no durmió pensando que quizás ella llamaría de madrugada; tuvo el computador prendido esperando su comunicación.

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Sebastián, felicidades amigo – le escribe Santiago con la gran noticia. Aún no lo creo, si no veo el documento no lo creo brother – Sebastián ve la imagen que le envió su amigo, lo descarga para enviárselo a Alejandra y se emocione, pero luego decide que mejor le da la noticia cuando estén en la montaña. Muchas gracias brother, voy a dormir, estamos en contacto, muchas gracias otra vez. (y) – Santiago envía una manito.

Sebastián le escribe a Alejandra enterándola que le contará algo extraordinario. Apaga la computadora y se echa a la cama. Mira su  pared, piensa que mañana pasará un buen día con Alejandra, se levantará temprano para preparar algunas cosas.

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Es de madrugada, Sebastián está cansado, pero su emoción le impulsa a levantarse para despedir su vuelta a la rutina con esta salida. Prende la computadora, no hay mensajes de Alejandra, seguro que está dormida y llamará luego, piensa.

Toma el paquete de hamburguesas y se va a su casa.

Buen día Nellita. Buenos días ingrato, estoy que me muero y tú solo pasas una vez a la semana. No digas eso Nellita, la gente que dice que se va morir es la gente que más vive; voy hacer hamburguesas para los niños. ¿Y ese milagro? Ningún milagro Nellita, que yo siempre estoy muy preocupado por la nutrición de mis sobrinos.

Sebastián prepara las hamburguesas, deja unos seis sándwich en la mesa para los niños y se lleva otros seis para su cuarto. Se despide de su madre con un beso en la frente.

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Ya son las ocho y aún no se comunica. Seguro que ya se estará acicalando y pronto llamará.

Tiene hambre, quisiera comer las hamburguesas, pero las guarda para el camino. Solo tomó yogurt.
Son las nueve y nada, Alejandra no llama.

Son las diez, Sebastián está perdiendo las esperanzas; saca el billete de cien soles que tiene en el bolsillo.

Pero puede que llame, todavía podemos salir; sí, ya va llamar, le voy a invitar pollo a la brasa en Norky’s si vamos a la montaña y si decide ir a la playa, ceviche en el mejor lugar.

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Alejandra llama.

Alejandra, ¿qué pasó? Ay Sebastián, recién me levanto; dime ¿qué es eso tan extraordinario que me tienes que contar? – a ella no le importó la salida. Pero Alejandra, estoy esperándote para salir. Ay, disculpa – lo dice como si nada -, mi jefe no me dio permiso. Ah, tú jefe, ya; bueno no importa; ya estamos en contacto. Sí, no me… - no se escucha bien la comunicación y Sebastián piensa que ella se despidió, así que corta.

Alejandra le vuelve a timbrar.

¿Qué pasó Ale? – Sebastián piensa que quizás se arrepintió y le dirá para ir el viernes. ¿No me ibas a contar algo extraordinario? No. ¿Por qué? Porque es algo personal, no es de tu incumbencia – a Sebastián se le cae una lágrima y se dice cómo una chiquilla tonta puede ponerle tan mal. Aya, bueno Sebas, ya te llamo luego.

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Sebastián se reprocha.

Para Alejandra su familia – como debe de ser – es primero; luego, y quizás en el mismo grado de importancia, está Víctor; después, sus primas; último, sus amigas; ¿y yo?, yo no le importo. 

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Tenías que haber elegido otro camino Sebastián, tú ya no estás para esto.









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