Era importante la solemnidad, quizás ahora no lo entiendas, pero más adelante lo harás. |
A Camucha le encanta el chisme,
sobre todo hacer polvo de su hermana Susy. Saca del frigobar helado para su
jefa y ella.
¿Y cómo está esa pancita? –
Camucha le toca la barriga a Elena. No me digas que estoy muy nerviosa,
recordar nada más cuando Juanito nació. Ay pero qué experiencia de ustedes las
mujeres, por eso me amo así como soy, femenina pero sin esas complicaciones.
Sí, para que salga Juanito tenía que pujar, y aunque fue rápido, Juanito salió
al cuarto pujo, me dolió; el doctor me ayudó porque me empujaba la barriga,
pero igual me pusieron una anestesia porque me cortaron. ¿Dónde? En la vagina
pues, ay tengo terror a eso, no quiero pensar más en eso, me voy a morir, ya no
hay vuelta atrás, en estos días me están entrando los nervios, encima te
amarran horrible las piernas – Camucha se come la piel de los dedos del terror
que le genera la fisiología femenina -, después que nace te voltean para
sacarte la placenta, te aplastan la barriga, te aplastan hasta que salga lo
último; lo bueno que ahora mi barriga no está tan grande, la tengo pequeñita
pero con Juanito todo era muy grande, fue horrible; porque si te queda un pedacito
te da una infección y mueres – Camucha abre y cierra los ojos, ya no come más
piel de sus dedos, ahora tiene los labios más separados -, todo eso fue la experiencia
más dolorosa de mi vida, y no quería repetirlo.
Elena no quiere el helado,
Camucha lo regresa al Frigobar y cambia de conversación.
Ay, para qué hablamos de eso
Elenita, tú tan bonita y así tan maltratada por tu condición de mujer; hay
jefecita, cambiemos de tema ¿ya?; más bien te cuento de mis sueños. ¿Y qué has
soñado? He soñado con mi ex, soñé que estábamos en el centro comercial y me
compraba muchas cosas, que teníamos nuestra cita del once, te recuerdas que la
otra vez le le llamé el once y me trató mal. ¿Estás hablando de Armando? Pienso
mucho en él, tú sabes que no soy muy experimentada, pero sé que ha sido el amor
de mi vida; dime jefecita, ¿el padre de tu hijo es el amor de tu vida?
********
Sebastián sale del Instituto Riva
Agüero, un joven se le acerca para hacerle la conversación.
Hola, soy Santiago. Hola, yo soy…
Sí ya sé quién eres, eres Sebastián. ¿Y cómo es que lo sabes? Porque te vi en un
video sobre César Acuña. ¿No?, ¿qué sí? Sí, te vi en un video que hablas de
Acuña como copión, hoy recién me di cuenta que eras tú cuando liderabas el grupo,
ayer te escuché tus intervenciones pero no te sacaba, en cambio hoy que
debatimos, te saqué que eras del video. ¿Tú también estudias en la UCV? No, yo
soy profesor de Historia. A mira, ¿por dónde te vas? Me voy por Abancay. Ya,
entonces vamos por allí, yo voy al Mercado Central a comprar frutas. Chévere,
¿tú trabajas para el Estado? No, recién este año voy a un colegio público
porque gané el concurso de nombramiento. Pensé que trabajabas para el Estado porque
sabes sobre rutas. Sí, me leí los fascículos y trabajé las propuesta de JEC que
está en la web con mis estudiantes de quinto de secundaria en el colegio
particular, ¿tú has trabajado para el Estado? Sí, un año; pero últimamente
estoy en colegios particulares. ¿Qué edad tienes? – Sebastián piensa que ese joven
debe ser menor que él. Tengo 30. No pareces, yo pensé que tendrías más o menos
25; yo tengo 32, ¿dónde estudiaste? En la Cantuta. Ah mira entonces nos tuvimos
que conocer. Seguro, pero no te recuerdo. Tampoco se me hacía fácil hacer amigos en la
universidad.
Llegaron a la Abancay, Santiago
se quedó en la esquina, se despidieron y Sebastián cruzó.
Hace un infernal calor, Sebastián
saca su sombrero de la mochila y se lo coloca. Camina por detrás del Congreso y
llega al mercado que está antes de cruzar la feria de libros, busca la sección
de frutas.
Señorita, cuánto están los
mangos. Hay de dos cincuenta y de cuatro cincuenta – la señorita afina su voz. ¿Cuál
es la diferencia? – Sebastián piensa que la señorita le va responder, dos
soles. Que las de cuatro son mango papaya y tienen más comida. Entonces llevo
esos.
La chica le mira, le sonríe y se
atreve a coquetearle.
Qué buen hijo debes ser, ¿le vas
a llevar esos mangos a tu mamita? No – Sebastián es muy sincero -, lo voy a
llevar para la chica que estoy afanando – lo dice con una ingenuidad. Ay, pero
qué bueno; le estás llevando algo rico y saludable. Eso sí, a mí siempre me ha
gustado invitar cosas así, sanas; la otra vez le hice papaya con un juguito de
limón que mi mamá hizo – a Sebastián le gusta dar explicación a la curiosa
vendedora. ¿Y por qué no le llevas uvas? Es que no me alcanza, pero mañana
quizás lleve, estoy estudiando cerca y voy a pasar por aquí, así que dame buen
precio. Ya caserito – la chica abre y cierra los ojos coquetamente.
********
Elena voltea su silla, mira la
ventana, lo piensa. Ella no tiene muchas amigas, y amigos menos, Camucha – su amiga
amigo – es una de las pocas personas en quien puede confiar este tipo de cosas.
No, no es el amor de mi vida.
¿Pero no dices que te vas a casar con él? Ahora no sé qué pensar, él es una
buena persona, piensa en familia, pero me recuerdo mucho de Sebastián, me
recuerdo de cada detalle, de lo lindo que era, cuando iba a su casa siempre me
servía frutas, siempre preocupado con qué carro iría, me llevaba al paradero y
ya quería acompañarme hasta mi casa; en cambio, Freddy también es lindo, pero
es más de casa, él no tiene muchos sueños como sí los tiene Sebastián; Sebastián
siempre tiene metas, yo creo que él es lo máximo porque siempre está haciendo
cosas, con él siempre fue perfecto; ayer le llamé porque vi en su cuenta de Facebook
un video donde acusaba a César Acuña de copión y me asusté, quizás y ese Acuña
le manda unos sicarios. Ay por dios, ese
Acuña seguro que ni le ha entendido, ¿no te recuerdas cuando dijo que su alumna
estaba en la NASA y él más parecía que estaba en la luna? Sí pues, pero no sé,
quizás y le puedan suspender o expulsar, por eso le llamé y él muy seguro me
dijo que había revisado no sé qué artículos, qué documento y que por último sí
algo le hacen en su universidad igual sería beneficioso para el proyecto que
tiene con su amigo; por eso lo admiro, no tendrá mucho dinero, pero siempre
hace cosas diferentes. Creo que me estoy enamorando de Sebastián – Camucha suspira
-, tan lindo. Fue una relación muy bonita, me traía cositas, yo de él lo que más recuerdo son sus conversaciones, conversaciones
específicas, como cuando me corregía, era lo máximo, me molestaba a veces, pero
luego me sentía que estaba con alguien que sabía mucho, con quien aprendía; no
sabes, el domingo le vi, y al verlo es como que todo volvió al inicio, recordé
que a él le importan las fechas, los detalles; si se tiene que hacer algo
importante, tiene que ser con cositas, tomar algo, comer algo, si no lo
hacíamos así, luego se ponía triste, si no le daba el tiempo, yo ya sabía que
se ponía triste porque luego me decía entre bromas que a mí no me importaba el
asunto o que no era tan importante para mí como sí para él; a Sebastián le
gusta mucho estudiar, de él aprendí eso de comprar libros viejos, también le
gusta viajar – Elena tiene los ojos brillando – Sebastián como esencia es lo
máximo.
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