Piensa en Alejandra, piensa en lo
feliz que se pondrá porque hay sol, porque es un día de vacaciones bonito. Seguro
aún está durmiendo, ella es así, marmoteará de la pereza; luego irá a la ducha
con su toalla grande y poco sexy, con una sonrisa de despreocupación por verse
bonita, porque igual es bonita en todo.
Recuerda las veces que venía a su
cuarto, siempre llamaba para pedir permiso por la visita y a Sebastián le
sorprendía esa delicadeza, aunque le gustaría que un día tenga el detalle de
arriesgar a venir sin avisar, de sorpresa.
Sigue en la ducha, repara en que
está gastando agua y que hay gente que lo necesita como su amiga que vive en
Jicamarca. Coge la toalla y se seca, se preocupa porque se le están cayendo los
cabellos y se lamenta que antes molestaba al tío Lobo porque se quedó calvo.
*******
Kenicito apresúrate niño, ya
vamos a ver a la doctora. No quiero mamá, no quiero – Keni hace berrinche zapateando.
No hagas eso niño, te va doler el pie. ¡No! – Keni cruza sus brazos e infla sus
cachetes de molesto. Keni, tenemos que ir a la doctora para que te ayude con tu
lenguaje. ¡No! – Keni tiene los ojos rojos de querer llorar porque su mamá no
le hace caso, él quería seguir durmiendo, pero su madre le levantó, bañó y
acomodó su cabello para un costado. Vamos hijito, toma tu leche, ya se me hace
tarde. ¡No! – el niño no tiene más argumentos, él piensa que con un NO es
suficiente para que su madre entienda que no tiene ganas de salir, que aún está
con ganas de dormir, que no quiere leche porque le da ganas de vomitar.
Apresúrate, mira cómo Jhonson ya se fue a sus clases de piano y tú recién te
levantas – la madre le acomoda su cabello -, ay pero qué bonito está mijito –
la señora le engríe, pero el niño mantiene los cachetes inflados -, pero qué
guapo se me ha puesto mi bebé. ¡No! – Keni repite su argumento infalible y lo
apoya con un golpe de pie al suelo. Vamos – la madre se lo lleva jalando de la
mano.
*******
Sebastián sale hacia la
Chinchaysuyo, toma un carro que le deja a la altura de “Las Malvinas” de SJL –
solo le cobran cincuenta céntimos – y camina hasta la estación del metro. En veinticinco
minutos estará en la última estación, pero esos minutos son melancólicos. El
metro está limpio y no hay mucha gente – en las mañanas el recorrido a SJL es
así -, y ese ambiente clarito, limpio, acompañado de gente que no le dice nada
y que él necesita de la compañía de alguien le pone a pensar más en Alejandra.
Baja por las escaleras – tiene miedo
usar las escaleras eléctricas -, sale del metro y cruza la pista para tomar una
cúster que dice que irá al “pueblo” de su amiga. En el trayecto revisa su
celular, repasa la lista de amigos que tiene para ver si puede llamar a
alguien, piensa en que quizás pueda llamarle a Keni, pero seguro estará en el hospital así que mejor no molestarlo, ya se reportará el muchacho.
******
¿Qué es lo que tiene doctora?
Tiene rotacismo. Y eso se puede arreglar – a Eduarda se le ha puesto los labios
más separados de no saber qué es lo que dijo la doctora. El niño no tiene
frenillo, esto se solucionará con terapia. Está bien, cuántos días, ¿usted hace
la terapia? Mi colega es logopeda, ella le indicará los días que tiene que
venir para su tratamiento.
Eduarda, ¿voy a venir siempre
aquí? – Eduarda le enseñó a sus hijos a llamarla por su nombre. Los lunes,
miércoles y viernes. Pero yo no quiero. Tienes que venir para que mejores tu
forma de hablar, un niño de siete no puede hablar así. ¡No! – Keni vuelve atrincherarse
con su monosílabo. Pero hijito, es para tu bien papito, cuando seas grande me
lo vas a agradecer. ¡No!, ¡no!, he dicho ¡no! – zapatazo incluido y ganó. Está
bien, pero convéncelo a tu padre - Keni abre más la boca de felicidad porque su argumento es invencible.
*******
Baja en el último paradero, no
hay pista, sube un pronunciado del cerro y encuentra un jovencito que solo usa
short.
Buenos días niño, ¿ésta es la
casa de Susan? Sí joven, es mi mamá; pero ella ha salido. No hay problema, solo
vengo a dejarle esto – Sebastián saca una caja de zapatos donde puso ocho vasos
que le regaló su hermana. Gracias – el jovencito se da cuenta que es un
obsequio -, ¿le va esperar a mi mamá? No, solo estaba de pasada y quería
aprovechar en entregarle eso, le dice que vino el amigo de Luiz. Ya joven,
gracias. Nos vemos.
*******
No fui, no fui a terapia. Qué
bueno, porque a mí me gusta mucho cómo hablas, suenas musical – Yovana está
sentada en la cama y Keni le toma una foto. ¿Musical? Sí – Yovana inclina su
cabeza y hace mover sus cabellos sedosos y Keni aprovecha para tomar otra foto
-; ay Keni, déjate de tomarme fotos – en verdad a Yovana le gusta que le tome
las fotos. Mi bebita – Keni abraza a Yovana. ¿Quién es mi bebito? Yo soy tu bebito
– Keni se abeba.
Keni se va a la ducha, Yovana
mira las fotos y se da cuenta que Keni usa unas medias feas, pero no le dice
nada; se quita la ropa y le acompaña.
*******
Sebastián llega a la estación de
Pirámide del Sol, decide caminar hasta Chimú, si estuviera en Monterrico como
ayer caminaría descalzo, pero aquí en SJL todo es sucio, reniega porque ve un basuralicio
que tira un boleto. Su celular timbra.
Elena, ¿sigues molesta? Pensé que
el que estaba molesto eras tú. Perdóname Elena, pero no me gusta que hables mal
de Alejandra. No dije nada de ella, solo te aconsejé que la olvides. Ahora no
puedo Elena, ya se me pasará. Sí, claro que se te pasará; pero sería mejor si
ya no la volvieras a ver. Pero lo que más quiero es verla. Ay Sebastián, cuanto
me gustaría que fueras feliz. Siento que lo soy, siento que mi tristeza también
es felicidad. ¿Milk? – Elena sonríe. Es Stuart Mill – Sebastián sonríe -, pero
no, no tiene nada que ver con la ética utilitarista. Sí, porque esa Alejandra
me parece una inútil. Jajajaja – a Sebastián le gustó la entonación de Elena,
como cuando se conocieron. No seas mala, Alejandra es muy inteligente, si la
conocieras serían muy buenas amigas. Seguro, no te enamorarías de una persona
escasa, eres tú el culpable de que la vea mal. Ya, algún día la conocerás y
verás lo linda que es. Ya vi sus fotos y
me parece bonita, aunque algo exótica. Sí, es que se viste diferente. Es muy
joven aún.
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