Se comunica a todos los lectores de “EL PRÍNCIPE DE CLEVES”,
que el autor está pasando por un momento muy incómodo y por ello ha decidido no
volver a escribir sino hasta solucionar este asunto.
La responsable de tal decisión – porque hay una responsable
-, es la ambigüedad del comportamiento de Alejandra; cosa que ha hecho que el
autor – o sea yo – ya no quiera escribir más. Este personaje – Alejandra – es terrible, es
algo que nunca pensé que crearía o peor aún, que existiera. Es alguien que con
su ingenuidad ha hecho que ya no pueda escribir. Ayer tuve la suerte – después de
un año – de conversar personalmente con Elena, le conté los más mínimos
detalles de Alejandra, ella se contentó – esto fuera de la historia obviamente –
de que pueda amar nuevamente y aunque me vio mal, me dio ánimo porque sabe que
los sentimientos que acompañan al “amor” son así de sufridos – quién más que
ella para decírmelo. Hoy en la mañana conversé con Elizabeth y pude decirle
todo lo que pienso sobre Alejandra y me dijo que le daba celos – a pesar que no
me ama, eso dice ella, cosa que dudo –, le daba celos lo tan intenso que pueden
ser mis sentimientos por esta tercera musa.
Es incontrolable, obsesivamente, pero lo bueno es que ya a
esta edad – tengo 45 años ahora mismo, mañana cumpliré 50 y pronto estaré en un
cajón que moriré de anciano - ya no me
descontrolo como en la adolescencia que hice las locuras por Elena. Aun así
estoy cometiendo una locura, sacrificar la amistad – uno de los amores más
curiosos que se produce en el corazón humano, y que seguro alguno de mis pocos
asiduos lectores sabrá que ya he traicionado ese valor y seguro que renegará de
mis tantos fallos e inconsistencias -, pero esta vez ya me estoy pasando.
Despedirme, espero verlos pronto, en realidad no los veo,
ustedes me ven porque ustedes leen esto, yo no sé quiénes serán, dónde estarán,
pero sé que existen; sé que son pocos, pero son suficientes.
A ese pata de Argentina, gracias por el mensaje de aliento,
déjame decirte que tu historia está buena y que te sugiero el suicidio, a ver
si tienes el valor, por favor pon MAR-TAE en algún lugar visible para que sepan
que mi romanticismo suicida te influenció.
A la señora de Venezuela, que no hay necesidad que le sugiera
nada porque ellos sí que se están muriendo allá con ese Inmaduro gobernante;
muchas gracias, espero que me pueda enviar esas frutas, yo – si tuviera dinero –
le enviaría papel higiénico y pasta dental, en agradecimiento de su gesto nutritivo.
A mi amigo de Chimbote, gracias por aceptarme en el grupo de
poemas; ya sé que mis poemas son simples, pero déjame decirte que son poemas
básicos, como lo más básico que puede ser el amor, una cosa así nomás que no
tiene explicación.
A mi querida amiga de La Victoria – en realidad esto de decir amigos y
amigas es falso, porque cómo podrían ser mis amigos si ni siquiera han llamado,
creen que porque me han escrito ya tenemos una estrecha relación, no se la
crean; por favor para la próxima llamen, estoy en Perú y mi número celular es
el 993200783 -, querida amiga – que ya sabes que es solo un cliché esto de
amiga, decir querida lectora suena poco -, gracias por leer y estar pendiente
de las historias de los niños; tienes toda la razón, esas son las pocas veces
en que se nota cierta alegría mía; pero te diré que esos niños nunca he sido
yo, me olvidé de las épocas en que era niño, no sé por qué – un amigo postuló
que quizás me habrían violado y por eso tengo un trauma – pero nada de eso, yo
aún sigo siendo virgen por ese lado y quiero permanecer así aunque ya cuando
tienes una edad igual te tendrá que entrar allí un dedo – obviamente la del
doctor.
De quién más podría despedirme, sí, de ti - y eso me hace
llorar – me despido de ti Alejandra, has sido la persona más cruel conmigo,
eres muy cruel cuando te portas bonito conmigo. Quizás si te hubieses ido en la
primera vez que te hice escena no hubiese estado así como estoy. Alejandra – sé
que lees esto – gracias, de verdad mil gracias, eres la persona más linda que
he conocido – linda en personalidad -, ahora bella lo eres, sobre todo por tu
juventud, que parece eterna; para mí siempre serás joven. Pero tenlo así, esto –
el que abandone al Príncipe de Cleves – es tu responsabilidad, claro no es del
tipo doloso, porque en tu ingenuidad tú qué vas a pretender castrar a un
literato frustrado, no, en tu ingenuidad no te diste cuenta y tampoco te das
cuenta de todo el daño que me haces, pero así es el amor.
Ahora sí, adiós a todos. Solo volveré cuando Alejandra me lo
pida, tres veces. Lee bien esto Alejandra, volveré cuando me lo pidas tres
veces en una noche, cuando hablemos clarito de tu pesar y el mío, con vino y
llorando; porque quiero ver lo bonito que lloras, eso definitivamente va romper
mi promesa y necesitaré escribir.
Mario Arias R.
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