Wednesday, January 6, 2016

Alejandra, Elena y Sebastián.

Llevaba conmigo algo para nosotros.
Camina solo, está en Breña, son las once de la noche, solo tiene seis soles en el bolsillo y el taxi le pidió veinte. Caminará hasta la Plaza Mayor, estando allí le cobrarán menos.

Mira la gente y la ve diferente. Está en la Venezuela, ya son las once y cuarto.

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Elena se enojó con él; le pidió explicaciones sobre su viaje y él, como siempre, le dijo las cosas como son. Elena hubiese querido que le contara una mentira.

Fui por ella –Sebastián habla pausado, pero no le mira a los ojos. ¿Y no la incomodaste? Sí, no me quiso ver más; sola la vi el veinticinco y después estuve deambulando en la Ciudad y sus alrededores. ¿Piensas hacer más locuras por ella? No, pero no dejo de pensar en ella y esperar su comunicación. Es solo una chiquilla que recién está viviendo, es claro que solo pasó el tiempo contigo. No dejas de tener razón, pero estoy pasando mi momento – Elena le suelta el brazo. Sabes Sebastián, me da lástima cómo es que pierdes el tiempo esperando algo que nunca va pasar. ¿Cómo lo nuestro? – Sebastián la mira. No vamos a tocar ese tema ahora; ya es tarde, voy a tomar un taxi.

Elena toma el taxi, se preocupa si Sebastián tiene para su taxi, le pregunta y él responde que sí.

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En la mañana había soñado a Keni molesto y pensó que ese era la señal que le iba suceder esto. No tuvo que aceptar ir al cine. Hizo sentir mal a Elena porque el lugar era propicio para una bonita velada, pero él solo quiere una bonita velada con Alejandra.

Durante la película, Elena le abrazó y reposó su cabeza en él. Sebastián se portó frío y retiró su mano de las manos de Elena en más de una ocasión. Se dedicó a comer la canchita y la bebida y le hizo poco caso cuando ella le dirigió la palabra.

A ella no le gustó la película – “Don Gato y su Pandilla” -, a él tampoco; pero igual le entretuvo en algunos momentos de su fijación por Alejandra. Piensa que hizo mal en no quedarse en Chiclayo e intentar pasar al menos un tanto del año nuevo, puesto que si ella la pasó sin él y tampoco se comunicaron; es como que este año no tendrá la oportunidad de acercarse a ella.

Mientras estaba divagando con el recuerdo de su musa, Elena le pide la canchita y él ni caso le había hecho.  

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Sigue caminando, y recuerda a sus amigos, llama a Keni para saber si le va bien.

Hola Keni, ¿estás en casa? No, papi; ¿tú estás en tu casa? No, estoy en la Venezuela caminando. ¿En la Venezuela?, me hubieses llamado, estaba por Miraflores, te pude haber recogido pero ahora estoy lejos. No te preocupes, solo llamaba para saber si estás bien. Sí papi, ahora estoy en un asunto, te llamo luego. Okey.

Llega a Alfonso Ugarte, va de prisa; sigue su camino por Uruguay, en una esquina encuentra tres “prostitutas con sorpresa” como las llamaba su amigo Alain. Al cruzar Wilson siente un poco de temor porque antes de llegar a Jirón de la Unión hay un camino desolado.

Llega a Jirón y escucha la canción “Un amor verdadero” de Jerry Rivera, viene de un café donde ve sentados a dos jóvenes tan hermosos como Alejandra y Víctor. Se siente triste.

Llega a la Plaza Mayor, para un taxi, le pide diez soles, lo deja pasar. Camina hasta la Abancay y después de parar tres taxistas el cuarto le acepta llevarlo por seis soles.

¿Usted trabaja de madrugada? Sí, estoy hasta las siete. Qué bien, al menos por lo que es el verano será bueno trabajar de noche. Sí, pero a veces hace frío. ¿De dónde es usted? – es obvio que el taxista no es de Lima. De Apurímac, ¿tú de dónde eres? Yo de Junín, pero no del mismo Junín, soy de un pequeño pueblo llamado Ulcumayo.


Sebastián le cuenta su historia al taxista; el taxista – que es más joven que él – se sorprende y le promete leer el blogger. 



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