Thursday, November 19, 2015

Quiero que sepas que soy pobre

Señora discúlpeme porque no podré pagarle el mes sino hasta el 23, allí me pagarán. Pero ya te pasaste una semana. Es que tuve unos gastos adicionales. Mira joven si usted no puede pagar creo que mejor sería que se vuelva a la casa de sus padres. Señora, disculpe, pero eso es asunto mío; yo le estoy pidiendo que me espere por esta semana. Ya le he esperado una semana… está bien, pero me has de pagar diez soles más por la demora. Estoy de acuerdo.

Sebastián sale de su habitación con apuro al colegio, llegará tarde otra vez.

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Pero no puedo, tengo clases. Pero viejito, yo te voy a invitar, no te preocupes. No es eso Alexandra, solo que no puedo – Sebastián no puede porque no le alcanza. Mejor te vienes a casa y vemos una película aquí, así nos ahorramos el tiempo del viaje y hago mi tarea. Es que no quiero, no quiero quedarme en tu casa o estar en la mía, quiero salir y sabes, voy a salir, voy a salir con mis amigas, ¿no te molestas verdad? No, por qué debería. Ya, entonces mañana te llamo saliendo de ver la película.

Es que es una niñata, por eso mismo no quería salir con esta niñata; porque a ella le ponen todo sus padres, ella se puede ir al cine, se puede ir al “Popeyes”, se puede comprar su ropa en el Jockey, qué se cree esta niñata engreída – Sebastián se molesta.

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¿Es usted el profesor Rivas? – el señor García le mira de pies a cabeza. Sí, usted es el señor García. Así es profesor, quería conversar con respecto a mi hijo. Qué bueno señor, justo le escribí una anotación en el cuaderno de control de Juan. ¿Pero yo no he leído nada? Pues para que sepa cómo es que se está comportando, su hijo no hace sus tareas, además no quiere entrar a clases y ha estado molestando a los niños de menores grados – el señor García ve tan chato y pobre al profesor Rivas. Profesor, mi hijo me ha dicho que usted le está molestando, quiero pedirle que no le diga nada, él le va cumplir con sus tareas, ya quedé con él así, si no las cumple pues le agradecería que me llame le voy a dar mi número, usted solo me timbra y yo le devuelvo la llamada. Pero señor, le estoy diciendo que su hijo tiene un mal comportamiento. Escuche, del comportamiento de mi hijo me encargo yo, creo que usted está para enseñarle historia, pues le voy a pedir que se ciña a su trabajo, si mi hijo hace algo malo, le pido que usted me informe, pero no le diga nada; si le molesta envíelo con su auxiliar, yo ya le he pedido al auxiliar que me ayude en ese asunto – el señor García desprecia al pequeño profesor. Así será señor, no le llamaré la atención a su hijo, y tampoco me preocuparé sobre su estado, si usted quiere información, búsquela en la libreta o el cuaderno de su hijo. Así haré profesor Rivas – el padre de familia se despide sin darle la mano.

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Pero mira dónde vive este miserable – Keni entona su voz. Sí, esta zona sí que está monse, nada como mi penthouse – David se alucina.

Keni cuadra y timbra a Sebastián.

¿Dónde estás? Recién saliendo del colegio. Huevonazo, voy a recogerte. Ya, estoy en la Lanzón, cuádrate al frente del colegio – Sebastián quiere que lo vean entrar en el auto de su amigo.

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Profesor Rivas. Sí señora. Tenemos una reunión con su tutoría, es muy importante que usted esté presente. Pero tengo que ir a la universidad, vienen a recogerme. Nos tiene que dar su tiempo, estamos por terminar el trimestre y sus alumnos tienen serios problemas.

Keni ya fue, regrésate nomás, tengo reunión – Sebastián llama a su amigo. Te esperamos. No, vete nomás, igual no voy a ir a la universidad. Perfecto huevonazo – a Sebastián no le gusta que le llamen así, pero acepta las formas de su amigo -, igual nosotros tampoco vamos a ir, vemos una película. Ya, espérame media hora.

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Pero qué mierda de lugar es éste, mira esos chibolos parecen delincuentes – Sebastián sonríe y se dice que sus alumnos también piensan así como Keni. No digas nada, esos chiquillos son otros hijitos de papá. Pero hijitos de qué clase de papás. Ya Keni, déjalo allí.

Avanzan rumbo al cuarto de Sebastián.

Pero qué sitio, dime David, tú vivirías en un lugar como éste. No sé, si tuviera mi casa normal – David es más atinado. Yo sería un infeliz, mira todo el sacrificio que tengo que hacer para visitar a este huevonazo; y esta avenida, puta qué fea es esta avenida. La Gran Chimú es la principal avenida de San Juan de Lurigancho – Sebastián siente que odia al niño tonto. Asu, entonces cómo será más adentro, ni me lo quiero imaginar.

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Estoy muy cansado; me he molestado con Alexandra; he discutido con un señor que es un racista, que me ha mirado con desprecio porque soy chato y trigueño; he tenido que soportar a la directora con su reunión en que no se ha dicho nada importante, y ahora tengo que escuchar a este idiota que se cree la gran cosa. Soy pobre, sí… ¿y?, qué creía, que en la universidad donde está se va encontrar con gente acomodada, ojalá y se vaya pues a “su mejorcito lugar”, allí podrá tener amigos que vivan en La Molina o San Isidro, que al igual que él, sus viejos le compren sus Calvin Klein.

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Me bajo. ¿Qué huevonazo? Lo siento, tengo que hacer. Ya, vete. Adiós David – Sebastián se despide de mano de sus amigos -, adiós Keni.

Cruza la pista, y mira que Henry está cruzando también, le coge del brazo para que se dé cuenta. Se saludan al paso, Henry estaba con Camila. Recuerda que una vez Keni vio la foto de su mejor amigo - Henry - y tuvo una expresión despectiva. Ese día tuve que mandarle a la mierda a ese niño tonto, se dice.


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