Monday, December 8, 2014

Incesto

Ten cuidado, ¿estás mareado? – Camila se preocupa. No, solo que me tropecé, estoy un poco cansado, vamos a nuestro sitio. Mejor.

Camila se sigue moviendo, quiere seguir bailando, por lo que Mario le anima a Henry para que lleve a su pareja a la pista. Henry se anima, es una salsa lo que toca.

***** 
Mario se sienta y recuesta su cabeza en el espaldar del sofá, piensa en voz alta, le habla a Elena:

Qué hermosa estás Elena, por qué fui tan idiota de dejarte cuando te tenía, por qué ahora que nos amamos llegamos a enterarnos que somos hermanos.

Suena el celular de Mario, es Camila; Mario mira a sus amigos y les sonríe.

Qué bonitos se ven juntos, soy feliz por mi amigo y Camila, ambos se merecen una oportunidad en la vida; espero que cuando muera los dos estén en mi entierro y que Henry se sienta con todo el derecho de llorarme como si fuera mi hermano. Y quisiera que Jhonnatan, Julio, Máximo y Luiz también sientan que han perdido un hermano. Quisiera que ese día Elizabeth y Elena se conozcan y se sean simpáticas.

Pero me va doler – aunque quizás y no lo sepa -, el hecho de dejarlos a todos, de no poder recuperar la amistad de Jhonnatan, de no saber nada de Julio, de que Máximo estará tan solo como yo, de que Luiz no pueda recuperar a su familia, me dolerá no saber qué sucederá con Henry.

Voy a dejar Roma, la ciudad que no pude construir, y patricios y plebeyos se diseminarán y en sus mentes no habrá ningún recuerdo mío, y no habrá historias de Keni, David, Ángel, Noa, Kevin ni Brandon.

Camila vuelve a llamar, esta vez Mario responde.

¿Qué sucede? Estás durmiendo – apenas escucha. No estoy pensando. Ah ya, ahora vamos para tu lado.

Nuevamente suena la canción del “Clavito y su chela”: “Por qué serás así”.

Nuevamente pensando en Elizabeth, compadre. No me llames así, no me gusta esa forma de llamar a las personas. Está bien Loquito, ¿qué pasa? Nada, solo pensaba; ah… quería decirles lo bien que se les ve juntos. Sí ya nos los has dicho – le recuerda Henry. Y por qué no llamas a Elizabeth – le sugiere Camila. No, ella no contesta, y menos cuando estoy de madrugada porque piensa que estoy borracho y no quiere escucharme.

Camila mira la camisa de Mario y le gusta, es de color azul con cuadrados y tiene el cuello y las mangas blancas.

A Camila le gusta tu camisa, dice que te vez más joven así. Es la camisa que me compró la Reina. ¿Y qué fue?, ¿no me llamaste para ver el concurso? Es que justo tenía muchas cosas y fue un día menos pensado, lunes. A entonces no pasaba nada, yo estaba full chamba ese día. ¿Entonces no piensas llamarla? – vuelve a preguntar Camila. Sí, voy a llamar a Elizabeth.

Mario timbra a Alexandra, pero no contesta.

No me contesta. ¿De verdad le has timbrado a Elizabeth? – pregunta Henry medio molesto. No, le he timbrado a Alexandra. Ah ya, mejor… ya no le ruegues a Elizabeth, si es una buena persona como dices, ella te va a buscar; tú no tienes por qué estar mendigándole atención.

Camila se va a los servicios.

Henry, sabes en quién estoy pensando. En Elizabeth. Negro, estoy pensado en Elena. ¿Te jode lo que te dijo? No es eso Negro, es que me doy cuenta que siempre he estado enamorado de Elena. Eso no es amor de pareja, es cariño que tienes porque es tu hermana. No Negro, yo me doy cuenta; pero no puedo decirlo. ¿Y Elizabeth? No, sé… la quiero y la extraño, pero no tanto como a Elena. Asu, ahora me estás haciendo renegar Loco, cómo se te ocurre estar enamorado de Elena, es tu hermana.

Camila se acerca, abraza a Henry.

¿Qué pasa con ustedes?, ¿están discutiendo? No, es que el Loco me viene con cada cosa; es un asunto suyo.

Vamos a bailar, Camila jala a Henry y dejan a Mario.

***** 
Sebastián mira el facebook de Elizabeth y se da cuenta que nuevamente le ha puesto filtros, hay espacios en blanco en los que antes podía ver algunos post y ahora ya no están. Además no tiene actualizaciones, así que le ha puesto los filtros, como lo hace Julio y Jhonnatan.

Llama a Elena.

Elena, conversé con mi padre. ¿Qué  te dijo? Tenemos que hablar en persona. Voy para tu cuarto. Está bien.

Elena se demora solo media hora.

¿Qué te dijo? – Elena está preocupada. Somos hermanos, no tiene dudas de que yo sea hijo de Maritza. Somos hermanos – Elena llora -, ¿y qué hemos hecho?, ¡Dios, hemos cometido pecado! – Elena levanta la voz. Por favor baja la voz Elena, cálmate. Cómo me pides una cosa así, hemos cometido la peor cosa. No te das cuenta que no somos responsables. Soy yo la responsable, nunca tuve que haber dejado a mi esposo. Henry te dejó a ti. Pero yo siempre tuve que haber luchado para que no sucediera. Elena, por favor calmate, toma agua. No quiero, no quiero, no sabes todo lo que tengo que soportar, sabes que me siento horrible, avergonzada; no quisiera salir de aquí porque pienso que todos me mirarán y me dirán que soy de lo peor. Nadie se tiene por qué enterar, siempre nos hemos ocultado, nunca nadie se ha dado cuenta que existe un Sebastián junto a Elena.

Elena entra al baño, se lava la cara, se pinta los ojos y sale dándose ánimo para verse fuerte.

Elena, ¿vas a estar bien? Nunca – responde molesta -, y no es tu culpa, es solo mi culpa; no te preocupes, no voy hacer una locura, solo voy a trabajar y tratar de olvidar. ¿Te podré llamar? Es mejor que nos olvidemos el uno del otro. Quieres decir que ya no te veré. No nos veamos, no voy a buscarte y tú tampoco debes hacerlo. Recuerdas que hubo tiempos en que no nos veíamos por años, pues ahora comenzará un período muy largo. ¿Irás a mi entierro? No vas a morir – llora. Voy a morir – Sebastián llora. No, no vas a morir, acaso tiene que ser peor las cosas. Porque ahora te veo más bella que nunca, porque ahora es que te amo.

Sebastián se arrodilla y le abraza las piernas y le pide perdón.

Perdón Elena, perdóname, por favor perdóname.

*****
Ya nos vamos Negro. Sí, ya nos vamos.

Salen de la discoteca y toman un taxi. El Negro le dice a Mario que llevará a Camila a su casa, por lo que Mario le insiste que primero la dejarán a ella en la puerta de su casa; luego, con el mismo taxi, irán a la casa de Henry, y de allí Mario se irá a su casa.

Mario conversa con el taxista, él paga. El Negro ve a su amigo y se siente afortunado por tener un amigo noble y generoso. 

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