Saturday, August 22, 2020

Venezolanos

Sebastián volvió a su casa. No quería hacerlo, pero su independencia nunca ha entrado en conflicto con los horarios de sus padres, además su habitación tiene salida independiente. Vive como antes, solo que ahora tiene una nueva tarea que es la administración de la casa. Su padre está enfermo, al igual que Nella.

Mira por su ventana, hará mucho sol. Se quita el pijama y se mete a la ducha – se siente culpable porque pocos tienen el privilegio de poder ducharse apenas se levantan de la cama en un día de verano. ¿Qué hará hoy? Primero llevar a su padre al hospital para ver lo de la operación, luego se quedará en casa para limpiar algo del techo que recién se ha llenado y luego, si es que no viene Carmen para ir a comer, se irá a SJL al restaurante de su amigo. En la tarde se dará tiempo para leer el libro que le obsequió el estudiante de cuarto. Moja el piso del baño. Se viste rápidamente, su padre le llama.

¿Qué pasa viejo?, todavía es temprano – le habla por el tragaluz.
No, una enfermera llamó y dice que no hay necesidad que vayamos, ya me dio la fecha para la operación. Baja, para que atiendas a un joven que quiere cuarto.
Ya voy.

Sebastián baja las escaleras, lleva las llaves en el tacho.

Buen día, ¿es para persona sola? – Sebastián pregunta al joven.
Buen día señor, no, es para mí y mi amigo.
Tenemos habitaciones para personas solas.
Pero nosotros trabajamos todo el día, hasta en las madrugadas.
Bueno, pero es un cuarto en el último piso.
¿Lo puedo ver?
Sube.

Sebastián se admira de ese joven. Se muestra muy entusiasta, pero no le quiere alquilar. Recuerda lo que le dice Carmen sobre los venezolanos.

“Si vas a ver tu casa te diré que tengas cuidado en alquilar a los venezolanos; son gente muy bulliciosa; además siempre te dicen que solo va ocupar una persona, pero luego se traen a sus amigos; ellos son así siempre andan en grupos. Además, últimamente hay muchos rateros venezolanos, en su país han sido hasta extorsionadores, ten cuidado”.

¿Y cuánto cuesta el cuarto? – Luis sonríe.
Trescientos.
Está bien.

Sebastián quería pedirle más para ver si el venezolano se desanimaba, pero se distrajo pensando en lo que decía Carmen.

“Sabes, la otra vez en mi piso, la señora los botó a los venezolanos porque estaban haciendo fiesta, ellos son fiesteros, les gusta mucho tomar. Y de las venezolanas ni qué decir, esas chicas son un peligro para ti, ellas solo buscan un hombre que las saque de su pobreza, que les ayude a mandar dinero para su familia, que les compre de todo. Pero qué bueno fuera que busquen un hombre, ellas – y también te diré que ellos – son gente que no les interesa la fidelidad, cuántos de ellos podrá tener hasta sida. Para ellos es fácil tener una pareja, terminar y comenzar con otra relación”.

¿Puedo tomar el cuarto hoy en la noche? – Luis sonriente pregunta a Sebastián.
Claro – Sebastián mira a Luis y dice este joven no puede ser así como dice Carmen.
Entonces, le puedo dar una parte y en la noche le doy el resto.
No se preocupe, bajemos para darle un recibo. ¿Cuál es su nombre?
Luis, un gusto señor ¿?
Sebastián, Sebastián Rivas – Se dan las manos.


***** 
Sebastián entra a su habitación, se quita los zapatos y pone las sandalias. Qué bueno que no irá al hospital, ahora tiene un poco más de tiempo, llama a Luiz para ver lo del viaje a Tarma.

¿Qué fue cholo? – Luiz le responde.
Aquí, un poco estresado porque nuevamente volví a la casa de mis viejos.
No jodas pues, ya sabía que tú nunca podrás ser independiente. Tú por la puras cantas el “somos libres”.
Jajajaja… Cholo, ¿vamos a Tarma?
Claro, justo estoy viendo las flacas que nos van acompañar.
¿Qué flacas?, ¿no va tu esposa?
No seas huevón, yo hace tiempo que me separé de Alicia. Ahora voy solo con mi hija. Tengo unas venecas bien serias, son tres; una pa ti y dos pa mí.
No me parece Cholo.
¿Qué no te parece?
No me parece que hables así de las venezolanas.
No seas huevón. Seguro sigues pensando en la tal Alejandra.
Nada, solo que no me parece que se expresen así de la gente, sea la nacionalidad que sea, igual podrían decir de las peruanas.
Ya carajo, tienes razón. Sabes, estoy saliendo con una venezonala, me interesa, sobre todo porque es bien seria.
Pues que bueno, te darás cuenta que no se puede generalizar a las personas.

Sebastián se tira a su cama y piensa que este año será muy estresante porque tiene cargo en el colegio, así que se irá de viaje por lo menos una semana. Dejará a Luiz en Tarma y se adentrará a la selva.