Azul, quiero decirte
que estoy inventando. Sí, todo lo que hago es invención para poder verte un
ratito. Te pido que si te das cuenta no me niegues. Por favor, no me niegues,
no rompas mi corazón.
Inventé enojarme
contigo, sabía que es lo que estabas haciendo y decidí enojarme contigo. Te
llamé para verte, y como estaba tan enojado de no verte durante la semana, te
dije lo que te dije de lo harto que estoy de no saber nada de ti. Sufrí por
eso, quería reclamarte otras cosas y no la visita de tus amigas. Quería
reclamarte que no me llames, que no me escribas, que al llegar a casa no me
busques.
Inventé lo de los
regalos, no fue nada espontáneo, fue algo muy pensado. Estuve escuchando tu
conversación, así que no tenía que adivinar nada, yo sabía lo que querías.
Inventé la falta de
dinero para que me acompañes esta noche, justo minutos antes del toque de
queda. Y quería hablarte más, quería que me hables más, que me digas todas tus
cosas, que me cuentes cómo te sientes, si te fue bien o mal en tu trabajo,
quería saber si necesitabas algo para poder proporcionártelo.
Mis amigos me han
dicho que te deje, me han aconsejado que te pida que te vayas de mi vida. Pero
no puedo, no quiero que te vayas, no quiero perderte. Una vez me dijiste que
los peruanos somos obsesivos, que nos aferramos a una persona; tienes razón, en
ese sentido soy muy peruano y estoy aferrado a ti.
Te prometo que te
daré todo lo que tengo, que no escatimaré nada para poder suplir tus
necesidades. Pero regálame alguito, un abrazo como el que me diste ayer, una
sonrisa, déjame ver tus pies, acompáñame a ver una película, acéptame un almuerzo
o una cena.
Con quien estás, ya
lo sabes, no te ama. Puede que sea muy joven, que tenga una belleza
deslumbrante, pero no tiene amor por ti. Yo sí te amo y nadie te amará como yo
te amo. Sueño estando contigo, que me acompañes en mis días, que vengas aquí a
mi cuarto; sueño enseñándote la ciudad y viajando a tus Andes bajos.
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