El tío Lobo invita a los dos muchachos, compra seis panes,
jamonada y gaseosa. Se siente muy bien de estar con ellos, le han hecho correr
mucho y ha llegado muy lejos como no hubiese imagina.
Un día podemos ir bicicleteando a la playa – Henry propone. Sí, tío, ¿podemos?
– pregunta Mario. Claro, no hay ningún problema, iremos.
******
Mario mira a su tío, él está en una silla de ruedas, tiene
la boca abierta y derrama baba. Su sobrino le limpia con papel.
Mario recuerda las veces que salían a manejar bicicleta,
cuando le enseñó a manejar y que a pesar que ya era grande siempre lo acompañó,
incluso cuando salía con Henry.
******
Qué bien se ven esos jóvenes – Mario se refiere a una pareja
que lleva un niño en bicicleta. Tienen un niño, algún día tú llevarás así a tu
hijo. Caminemos despacio, no quiero pasarlos - la silueta de los jóvenes padres
parece ser los de Elena, Henry y el pequeño Juan.
Mario y el tío Lobo caminan se bajan de sus bicicletas y las
llevan caminando.
******
Sabes tío, recuerdas de mi amigo con quién íbamos a pasear –
el tío Lobo solo le mira, no puede hablar –, un día lo vimos cuando paseaba a
su hijo, estaba con Elena, no te lo dije – el tío Lobo mira a su sobrino con
compasión.
Así es, ellos eran, y al verlos así, se les veía tan bien;
una pareja perfecta, por eso no quise interrumpirlos con mi presencia. De de
verdad tío, nunca fue mi intensión hacer daño a nadie.
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