Ella le coge el brazo, le besa. Él hincha el pecho orgulloso
porque tiene una mujer hermosa que le ama. Están contentos, festejan el
cumpleaños de Freddy.
Entran a un hotel, Freddy se siente incómodo, él hace mucho
que no va a un hotel, pero ahora no tiene donde amar a Elena. Ella no tiene
mayor miramiento, no es una chiquilla ingenua; sabe qué es lo que quiere y se
entregará como hubiese querido hacerlo con Sebastián.
Él la besa, ella responde; se quitan la ropa
apresuradamente. Freddy no se quita las medias, no le gustaría que Elena vea
sus pies deformes por el descuido que tuvo en su trabajo; para ella le parece
gracioso verlo con medias de figuras geométricas que parecen hechas para niño.
Freddy mira los pies de Elena, los cuales son perfectos, los agarra, huele,
besa y luego abraza como si tuviera un pequeño ser a quien amar. Freddy se
queda así a los pies de su reina.
Elena se sienta y juega con los cabellos de su amante,
recuerda los cabellos ensortijados de Henry y cómo éste se burlaba de los
cabellos trinchudos de Sebastián. Freddy tiene
hebras amigables, pero más le
llama la atención la vellosidad de su pecho y espalda, coge algunos pelos haciendo
remolino con el índice.
Freddy se incorpora y la besa efusivamente, se hace el
gracioso y la empuja para que caiga de espaldas, Elena le coge del cuello y
caen ambos entregándose a la dinámica de un va y viene de la pelvis.
Para Elena el mejor sexo lo ha tenido con Freddy, tiene una
anatomía más generosa que Henry y Sebastián – no puede evitar de hacer las
comparaciones -, pero como toda mujer sabe que no es importante el tamaño, se
dice que la ventaja comparativa de Freddy es su rendimiento. Además, está que
ahora no se limita a esperar todo de su pareja, ella se entrega con más
libertad.
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