Sebastián se levanta, son las 10
am, estuvo tomando hasta las tres, se quedó en la habitación de su amigo. Su
madre le timbra – Nella usa el celular de su esposo.
Hola mamá, ¿qué sucede?
Sebastián, ¿puedes venir temprano?, tu papá ha salido y no sé quien va recoger
a la bebe. Mamá, no puedo, recién voy a salir a trabajar, hoy me toca a partir
de la una hasta las cuatro, al menos que la recoja antes de la una. Ya pues hijito,
te vienes. Llego a las doce, cosa que almuerzo antes de ir a trabajar.
Sebastián se incorpora, ve a
Henry tirado en la cama con los zapatos puestos así que decide quitárselos para
que se acomode mejor; Henry se levanta, se toma de la cabeza, llora y golpea la
pared. Sebastián le pide que se calme, que duerma; pero su amigo no le hace
caso y lo empuja para que le deje en paz. Henry se acerca a la mesa donde están
los platos, recuerda que esos platos son de Camila, llora y tira la mesa.
¡Carajo!, ¡qué tienes!, ¡quieres
que te boten! No me importa, ya no me importa nada; esa mierda se cagó conmigo;
ahora sí que la voy a mandar a la mierda. Deja de hablar así, duerme, luego que
hayas descansado pensarás mejor las cosas. Llámala, quiero saber dónde está. No
tengo saldo. Sí tienes, llámala. No tengo saldo, no me entiendes, te digo que
no tengo saldo. Sabes que siempre me hace esto, siempre me deja así; primero
son sus hijas, primero sus tíos, sus hermanas, sus amigas y yo, Henry siempre
es después. Ya lo conversarás con ella; era muy tarde y tenía que irse. Pero
por qué se fue así, no tenía que irse así; esa mierda siempre me deja así, no
podía decir que necesitaba irse; yo siempre la he dejado en su casa, por qué
tenía que irse. No sé, quizás tenía que hacer algo, tienes que conversar con
ella.
Henry empuja a Sebastián contra
la pared y le pide que se vaya.
Vete y no vuelvas, soy una mierda
y me merezco lo que tengo. No jodas Negro, amigo ya fue, descansa; mañana me
voy a reír de todo lo mal que te estás portando. No amigo – Henry le abraza
como pidiéndole perdón -, yo soy malo; te hice mucho daño y peor fue lo que le
hice a Elena. Ya pasó, ella ya te perdonó. Tú no sabes, ella nunca podrá
perdonarme algo que le hice. Pues estoy seguro que si no lo olvida, al menos ya
te perdonó – Sebastián no quiere saber qué es lo que hizo Henry, piensa que lo
que le va contar su amigo será algo tan terrible que hará que lo odie. ¿Y tú me
perdonarás? Déjate de huevadas Negro, ya pasó, yo soy tu hermano. Vete, déjame
voy a estar bien.
Henry abraza a su amigo nuevamente
y le dice que le quiere; a Sebastián se le inunda los ojos al verlo así. Sebastián sale del cuarto
preocupado por lo que pueda hacer Henry.
*****
Llega a su habitación, se quita
la ropa, se ve en el espejo y se concentra unos segundos en su rostro estresado, se mete a la
ducha.
Va al nido de su sobrina, pide a
la profesora para llevársela y sale con la niña, quien le hace una serie de
preguntas inocentes. Él le responde con pocas ganas, pero igual trata de darle
un razonamiento dirigible para la pequeña. Piensa en qué es lo que hizo Henry,
y por qué Camila le ha dejado; se preocupa por lo que vaya hacer su amigo, decide
timbrarle; pero Henry tiene el celular apagado.
*****
Deja a la niña, no almuerza porque
es muy tarde; así que se va al colegio. La directora le saluda con el gesto de “otra
vez llegaste tarde”, y él, buenas tardes miss, con una amplia sonrisa.
Explica sobre el crecimiento
económico y todo lo ve sombrío; piensa en las crisis económicas, en las
reformas estructurales necesarias en salud, justicia y educación; que la
economía mundial está en crisis; no ve nada positivo. Sus alumnos le escuchan y
piensan que su profesor está más realista que nunca.
*****
Sale muy cansado, camina por el
parque y piensa que su melancolía es producto del alcohol; siente que la vida
no tiene sentido; está cansado, tiene que ir a la universidad a dar un examen,
pero también debe preparar un informe. Quiere dormir, pero debe seguir
despierto.
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