Sebas estoy llegando en diez minutos, perdóname tuve un
percance. No te preocupes – le gustaría pedirle que se demore más, pero cree
que puede serle descortés. No te preocupes, yo voy de frente. Ya, te estaré
esperando.
Prende la computadora y lee un mensaje que Elizabeth ha
puesto en su muro de facebook – le sorprende que ella le permita ver todas sus
actualizaciones-, quisiera escribirle cosas bonitas, pero se reprime; el
mensaje dice que no le está yendo bien. Hace tocar “Es algo más” de la Quinta
Estación, maximiza la fotografía que Elizabeth tiene en sepia y se va a la
ducha.
Al salir de la ducha, se pone un short blanco y se echa a la
cama esperando que Alejandra llegue. Suena el celular:
Hola. Ay no te hagas, estoy abajo – Alexandra esta molesta.
Sebastián se pone un polo y sandalias, baja y recibe a
Alexandra con un beso; ella está enojada.
Me puedes decir quién es Adelaida. Es una amiga de mi
facultad. Y a todas tus amigas que te sonríen les ponen mensajitos en sus
muros. No, es la primera vez que hago eso, Adelaida sonríe que contagia. Pues
sabes que no me gusta, y creo que debemos poner las cosas en claro, dime quién
soy para ti. Tú – Sebastián no sabe qué decir, si le dice que es una amiga, se
pondrá furiosa; pero la verdad es que solo la considera como una amiga con
derechos, aunque parece demasiado frívolo, inmaduro, free mind -, ah, no te pongas
así, no te vas a molestar por un comentario ingenuo que le puse a una amiga,
además te cuento que Adelaida no es cualquier persona, ella es la chica con
quien me fui a Trujillo, es mi mejor amiga de la universidad. Sí está bien,
pero yo ahora quiero saber qué somos, quiero saber qué somos. Dime tú, qué
piensas que somos. Pienso que eres mi enamorado. Alexandra, no somos
enamorados, mírame, parezco casi casi tu padre. No exageres. Es que es cierto
Alexandra, has visto que tengo canas y encima se me está cayendo el cabello,
soy panzón, tengo pecas de maduro, tú te vez muy joven. No seas ridículo, tú
eres joven, que te sientas viejo es una cosa muy distinta. Sí, soy un joven
maduro, creo que se llama juventud media o algo por el estilo, pero la verdad
es que a mi lado pareces una niña.
Alexandra le abraza y besa, pero él no responde.
Alexandra – se cuida de no llamarla Ale –, creo que es mejor
ya no vernos, no quiero que te sientas mal, tú sabes que yo estoy enamorado de
otra y a mí sí me molesta que seas muy joven. No quiero – Alexandra se pone a
llorar y lo abraza -, yo te amo y quiero que seas mi enamorado. Alexandra por
favor – lo dice con un tono resignado. Es que te amo, si tú me dejas no sé que
voy hacer, no eres viejo, eres joven. Sí, pero ya viste lo que pasó en la fiesta,
tú misma no me soportabas. A nadie le interesa tu edad, nadie daba cuenta que eres
más grande, lo que pasa es que tú hablabas como viejo y allí la gente sospechó.
Ya ves, te das cuenta, tus amigos todos se sorprendieron, tengo doce años más
que tú, Alexandra, la verdad es que no te amo, te tengo un cariño especial pero
no te amo. No importa, yo sí te amo y mi amor alcanza para los dos.
Alexandra mira el monitor y ve la foto en sepia maximizada.
Sebastián nervioso presiona escape, se pone rojo.
Te pasa algo. Alexandra, estoy mal; necesito que te vayas,
por favor. ¿Qué te pasa? Solo vete por favor, no me preguntes, ¡ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh!
*****
Niña bonita, no te pongas triste
recordando cosas malas. Yo te amo mucho y así como te dije que me tienes, así
siempre es y será.
Antonio le escribe a Elizabeth,
pero luego borra el mensaje. Se echa a la cama, abraza su almohada y llora.
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