Sebastián termina su trabajo, son las seis, se quita la camisa, pone un polo y una casaca. Apaga el computador. Desea invitar a Azul a una fuente de soda, piensa en compartir algún batido con leche y empanadas, cuando va escribir al WhatsApp, recuerda todas las veces que Azul le dijo que no, entonces tiene miedo a otra negativa y se reprime. Una llamada le distrae.
(-)
¿Alejandra?, ¿qué ha sido de tu vida?
(-)
Viejito, cholito, ¿cómo has estado?
(-) Bien Ale, contento de escucharte. ¿Pero dónde estás?
Azul, quiero que sepas que nunca te haré daño. |
(-) Llegué
ayer de Chiclayo, las cuarentenas me retuvieron allá con mis padres, tuve que
dejar la universidad porque mi papi me dijo que no iba a pagar por unas clases
virtuales que no garantizaban nada y bueno yo feliz porque este semestre me
tocaba tesis y no te tenía a mi lado para ayudarme.
(-)
Jajajaja, pensé que habías dejado la universidad, pero qué bueno que sigas
adelante. ¿Cuándo te puedo ver?
(-) Ahora
mismo, estoy con ansias de verte, ¿puedo pasar a Zárate?
(-) Ya no
vivo en Zárate, ahora estoy viviendo en la casa de mis padres, pero igual tengo
mi privacidad, puedes venir, te recojo en Inkafarma de Chimú.
(-) Sí
viejito, quiero verte, tenemos que ponernos al día.
(-) Voy
para allá entonces.
******
Nuevamente
le vienen los dolores de cabeza, las pastillas no le surten ningún efecto.
¿Cuál es el problema? Sebastián. Sí, ese es el problema de Norma, que un
bastardo tenga derechos como ella. Norma escucha música alta de la habitación
de Sebastián, no le molesta, al menos coinciden en gustos musicales, es Marco
Antonio Solís, ella recuerda al amor que perdió por la moto, Sebastián debe
estar recordando a algún amor perdido. Ella y él tienen en común la soledad,
claro que Sebastián es mucho más joven y tendrá más oportunidades, pero Norma
piensa que se quedará solo, porque eso es lo que le depara a un espíritu
melancólico como es el de su medio hermano.
******
Sebastián
abraza a Alejandra, la abraza con fuerza, como queriendo fundir su cuerpo con
el suyo, ella se emociona y se deja dominar por la fuerza del hombre que tanto
admira. Sebastián la suelta y le pide que no haga bulla.
(-) Vamos a
poner el colchón en el piso para que no haya bulla, mi hermana puede llegar en
cualquier momento.
(-) Jajaja,
viejito estás apurado.
(-) No te
preocupes, tú sabes que por el tiempo no te debes preocupar, ayuda – Alejandra
acomoda las sábanas que no necesitarán.
Alejandra
se deja caer en el colchón, Sebastián se quita los zapatos, se echa encima y la
besa en el pecho, ella resiste las cosquillas y se va quitando la blusa. Él se
quita el polo, los pantalones, ella le mira delgado y formado. Sebastián se levanta para apagar la luz del cuarto y prender una lámpara, le gusta ver.
***
Sebastián
está echado en el colchón y mira a Alejandra que está buscando algo en su
cartera. La desnudez de la joven es impresionante, su lenguaje corporal denota
una indiferencia a la observación de su amante.
Sebastián
compara a Alejandra con Azul, la chiquilla es baja y morena, Azul es alta y
blanca. Cualquier hombre se perdería por Alejandra, que a pesar de ser pequeña
tiene un carácter soberbio; Azul, quien es de fuerte carácter, es más sencilla,
no sofisticada, es que no es citadina, es alguien del campo.
La peruana
tiene unas piernas simétricas, la venezolana tiene piernas largas; los pies de
la primera son pequeños y de serio color, la segunda tiene pies blancos
delicados; Alejandra ríe en todo momento, Azul es simpática cuando tiene sus momentos.
Sebastián puede tener a Alejandra, Azul solo es su amor romántico.
*****
Sebastián
se levanta temprano, pone una historia en Facebook con la canción “Ojos Azules”,
espera que Azul lo escuche y se recuerde de él. Baja, se va al mercado a
tomarse un jugo de naranja. Quiere entrar a desayunar en el mercado como antes
lo hacía, pero ahora con las medidas de seguridad ya no se puede servir dentro.
Regresa, tiene que trabajar informes. En su cuarto, abre los archivos y pone un
poco de música, abre el Facebook y mira la fotografía de Azul.
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