Se quita los pantalones, ella le
mira las piernas velludas, él le sonríe, él se quita las graciosas medias
verdes, ella pasa vista por los pies de su amante y los ve perfectos. Hacen el
amor, y se quedan pegados tratando de abrigar sus cuerpos con el del otro,
igual sienten frio por las aristas de sus delgadas anatomías.
Sebastián piensa en que debió
tocar el ombligo de Alejandra cuando ella le mostraba el abdomen rollizo con
afán de molestarle. ¿Tendrá otra oportunidad?, ¿Alejandra será así de
complaciente otro día?, ¿algún día permitirá que la vuelva abrazar por detrás?,
¿podrá besar suavecito los pechos de su amada como ahora roza sus labios en los
de su amante?
Camila mira los ojos de Sebastián
y se da cuenta que son pardos, las pupilas aún las tiene agudas, está excitado,
pero no es por ella; es por aquella chiquilla de su universidad. Le acaricia,
es un buen domingo; el otro se la pasó sola en su habitación leyendo sobre
corresponsalía.
*******
Suena el celular, es Alejandra.
No podré ir ahora Sebastián. No
te preocupes, yo igual estoy por salir.
Sebastián toma una ducha, se pone
los mejores jeans que tiene, medias azules, zapatos marrones, tres polos, una
casaca y un chullo. Abre su puerta y encuentra a la dueña.
Joven Sebastián buenas tardes –
la señora es muy educada. Señora, buenas tardes. Joven, quería pedirle un
favor, no sé si podrá adelantarme el mes, tengo que hacer unos pagos atrasados.
Bueno, ahora no tengo dinero – Sebastián no tiene dinero en su habitación,
normalmente todo lo tiene en sus tarjetas -, pero le puedo alcanzar en la
noche. Por favor joven, me haría un gran favor. No se preocupe señora… espere.
Dígame joven. No, nada – Sebastián pensó que sería una impertinencia
preguntarle por los llantos que últimamente escucha todas las noches, sabiendo
que son los de ella -, solo quería decirle llego a las once, ¿habrá algún
problema? Ninguno joven.
Baja las escaleras deprisa,
encuentra una cucaracha y la pisa, recuerda el miedo de Henry por las
cucarachas.
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