El profesor entra a su salón, todos sus estudiantes gritan y
le tiran picapica que hicieron con papel periódico, la brigadier le abraza y da
un beso e improvisa un discurso.
Profesor Rivas, tenga usted buenas tardes, el día de hoy mis
compañeros y yo queremos hacerle un homenaje por su día, por ser un buen
profesor, aunque un poco estricto... – la estudiante hace sonar su garganta -,
la verdad es que usted es muy estricto, pero sabemos que lo hace por nuestro
bien. Estamos muy agradecidos por lo que nos enseña y porque es nuestro tutor.
Feliz día profesor Sebastián.
Otra estudiante se le acerca con una bolsa negra, el
profesor Rivas recibe el obsequio y un abrazo. Le toca hablar, qué decir, en
realidad no se siente un buen maestro, siente que siempre para estresado y
cansado y que seguro que no lo hace también como tutor como para merecerse
nada. Igual tiene que decir algo.
Muchas gracias jóvenes, no puedo decir que me han
impresionado porque eso sería mentirles, desde la mañana ya tenía entendido que
las clases se suspenderían y que tendríamos esta celebración después del
recreo, sin embargo veo que se han esforzado bastante en traer su equipo,
ordenar y decorar el salón, así como traer estos bocaditos y regalo, muchas
gracias.
Así de corto, Sebastián se siente incómodo porque no sabe
qué hacer, prefiere dictar clases a estar a la merced de lo que se les ocurra a
sus estudiantes. Ellos ríen, gritan, bailan – pocos -, no hay organización y es
lo que más le incomoda. Karla se aprovecha y sale del salón junto con su
enamoradito, Julio y Jason se la paran molestado a las chicas, mientras el
grupo de Patricia está comiéndose todos los bocaditos. Todo es una
desorganización, así que el festejado decide hacer un juego para celebrar
mejor, pero los varones no quieren jugar así como algunas chicas tampoco.
Sebastián se molesta y decide acabar con la
seudocelebración. Pide que se limpie el piso y que vuelvan las carpetas a su
lugar. Ordena que lean el texto escolar que tomará examen.
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Revisa Facebook para ver si Alejandra
le respondió el mensaje. No lo hizo, aunque vio su mensaje, ella no le ha
escrito. Sebastián piensa que quizás le escribirá más rato o le llamará. Espera
toda la noche para saber algo de ella, pero nada, ni siquiera una preocupación
como sí lo hacía Elizabeth para esta fecha. Sebastián se va a la cama.
Suena el celular.
Feliz día cholito, seguro estás festejando. No, estoy en mi
habitación, tuve problemas con mis lentes y tengo gripe. Ay que penita cholito,
yo estaba pensando que estarías festejándolo con tus colegas. Muchas gracias por
el saludo Elizabeth, ahora dormiré.
********
Son las diez, el celular suena.
Feliz día maestro. Muchas gracias Luiz, muchas gracias
amigo. Seguro soy el primero en saludarte. No, ayer antes de acostarme me
saludó Elizabeth y claro, en la tarde de ayer me saludaron mis estudiantes.
Pero yo soy tu primer amigo que te saludó. Eso sí. ¿Y qué fue ayer? Nada,
tranquilo todo en calma, tengo gripe. Asu, qué mal. Sí, ¿quién crees que me lo
pegó? No me imagino. Alejandra. Asu, todo lo malo viene de esa mujer, no solo
te deja con muchos trabajos sino que hasta te pega enfermedades. Jajajaja.
Sebastián se levanta, se cambia de ropa, lava la cara y sale
al mercado a desayunar. En el mercado, pide un jugo de papaya y dos panes con
palta. Suena nuevamente el teléfono, se emociona porque de seguro que es
Alejandra.
Hola maestro – es characato -, ¿qué tal la estás pasando?
Bien cholo, aquí; estoy pensando hacer un video para reflexionar por este día.
A qué bueno, si gustas te apoyo. No, lo haré con Keni, he quedado con él. Ya
cholito, más bien quería aprovechar que hoy estoy libre para invitarte un caldo
por tu día. Muchas gracias, pero estaré haciendo el video con Keni me supongo
en la tarde y parte de la noche. Ya cholo, pero igual queda en pie mi oferta de
caldo. Muchas gracias.
Sebastián termina su desayuno, paga y se despide. La señora –
que es su casera – le saluda con un, feliz día profesor Rivas; él sonríe y
agradece.
********
En su habitación se pone a redactar el ensayo para el video
sobre el día del maestro. Le escribe a Keni, pero él no contesta. Sus ojos le
molestan porque no está usando lentes. Recuerda que debe recoger sus lentes,
quisiera que le acompañe Keni, pero seguro que estará en otra el muchacho. Termina
con el ensayo. Así que se pone limpiar su habitación.
Otra llamada. Si no es la de Alejandra, sencillamente no le
importas, se dice.
Hola, coleguita, quería saludarte por nuestro día. Muchas
gracias profesora, de igual menera tenga usted un feliz día del maestro, ¿cómo
lo está pasando? Bien, aquí con mis hijos y nietos, ¿y usted coleguita?, ¿cómo
lo está pasando? Bien, solo un poco resfriado, pero descansando. Ay que bueno –
lo dice tan pausada -, qué bueno coleguita, espero que tenga un bonito día y se
recupere de su resfriado. Gracias, hasta mañana. Hasta mañana.
Definitivamente a Alejandra no le importas, esperas mucho de
ella, tontamente esperas un gesto que jamás tendrá contigo.