Tengo mucha expectativa por ti,
quizás tú no lo tengas conmigo, pero yo por ti – te habrás dado cuenta – me
esfuerzo. Pero me fallas, me fallas.
Entiendo que a veces suceden
cosas que no puedas controlar y por eso me fallas, pero entiende que cuando me
fallas, me duele, porque me doy cuenta que me estoy engañando con respecto a
ti. Nada se puede hacer con este respecto, pero sí se pude ser gestual y
sincero.
Siempre te espero, y antes era
increíble porque venías a mi deseo. Pero ahora no es así, y ahora que menos
tiempo tengo, es que menos deseas verme, aun así, siempre te espero.
Cuando es tu carga, me preocupo
para yo también llevarla; cuando es tu pesar, me preocupo para que te pese
menos. Yo creo por encima de tus dificultades y deficiencias y estoy contento a
pesar que consumo mis últimas fuerzas.
Por el contrario, cuando son mis
dificultades no te encuentro, y si estás, estás cansada, ocupada o de mal
humor. Entonces se me hace un nudo en la garganta porque me fallas.
Te has dado cuenta que no me es
fácil decirte adiós, que es como un apagón tu marcha; en cambio para ti, a la
ligereza te despides y es así que me fallas.
Todavía te sigo amando.
El Príncipe de Cleves.
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