Hola Nellita. Hijito, ¿cómo estás papito? Bien Nellita, voy
hacer agua de piña para los chicos. Qué bueno, con este calor tu papá está que
compra gaseosa a cada rato. Ya Nellita, traje piña y azúcar, tú me dirás cómo
hago.
Sebastián mira unos papeles que están en la mesa, es una
relación de las propiedades de la familia y un esquema de cómo se repartirá la
herencia de sus padres. Su nombre no aparece, recuerda que él no es hijo de los
señores de la casa. Nellita, ¿y estos papeles? Son de tu papá – Sebastián se
pregunta de quién papá está hablando. Creo que el viejo ya quiere hacer la herencia,
como me ve que me estoy por morir. Ay Nellita, déjate de cosas.
Sebastián se pone triste, pero luego lo piensa, igual ellos
le están apoyando bastante con lo del cuarto y la comida, así que como recogido
tampoco podría exigir más, y menos cuando la propiedad del Sr. Rivas solo es
una casa de cuatro pisos que debe repartir entre sus cuatro hijas primero.
Nellita me voy, me llevo esta jarra de agua. Ya papito, ¿te
vienes a comer? No, no te preocupes Nellita voy a comer en la calle, voy a
salir con mi amiga. Ya, llévate estas rosquitas de anís que están buenas, me
vendió la abuelita. Entonces vino mi abuelita, yo también quería comprarle
ahora, la otra vez no puede colaborarle. No te preocupes, yo le colaboré a tu
nombre. Gracias Nellita, ahora sí me voy porque mi amiga ya va llegar.
*********
Alejandra le espera abajo. Él baja, le da un beso y ella
responde secamente.
¿Qué pasó Ale? Aquí te traigo los informes. ¿Y por qué no
subes? Es que ya me tengo que ir. ¿Has comido? No, pero voy a comer a mi casa. Ya
es tarde, vamos a comer juntos, yo recién estoy saliendo a comer. No, gracias,
a mí me gusta comer en casa – a Alejandra no le gusta comer con Sebastián. Ya –
a Sebastián se le hace un nudo en la garganta -, ¿vienes mañana? No, es día de
familia, me lo mandas por correo por favor. ¿Pero ya no quieres revisarlo
conmigo? Tú lo haces bien Sebastián, no habrá problema. Está bien, te lo mando
mañana en la noche. Muy bien – Alejandra está aburrida de Sebastián -, entonces
nos vemos Sebastián. Déjame acompañarte a tomar el carro. No hace falta Víctor
me espera en la avenida.
*******
Sebastián tomó otro camino para no incomodar a Alejandra,
caminó hasta la Iglesia San Juan Bautista y entró a un chifa de mediano costo.
Se sienta, ya es muy tarde y tiene dolor de estómago, piensa
que debe ser gastritis. Se le acerca el mesero, pide un arroz chaufa con sopa.
Escucha la música y se siente muy solo.
Deberías hacerle caso a todos, ¿y si aceptas el trabajo de
César y así tienes motivo de decirle adiós? – Elena le habla. Elena, ya me
estoy acostumbrando; poco a poco y ya no me dolerá – Sebastián tiene los ojos
vidriosos. Sebastián, perdóname Sebastián, perdóname por no dejarte. No Elena,
muchas gracias por no abandonarme, eres la única persona que ahora tengo, si tú
no estuvieras ya no tendría sentido nada para mí.
El mesero le alcanza la sopa y mira al cliente hecho un
zombi.
Señor sírvase. Gracias – Sebastián despierta.
********
Si yo ingresara en política, y te ofrecería ser mi asistente
de campaña, lo harías. No sé cholo, tendría que pensarlo; creo que diría que
voy a votar por ti, pero no haría campaña, yo no metería las manos al fuego por
nadie – Keni responde. Eso está bien Keni, yo no creo que podría postular a algo
ahora, no sé cómo pensaré más adelante pero ahora no me interesa hacer
política; pero sabes, esperaba que me respondieras de otra manera. No sé pues
cholo, lo que pasa es que en la política todo es sucio y ya no puedo confiar en
nadie, qué tal y te metes en el partido de Keiko o Alan. Sí cholo, no debes
confiar en nadie; yo he confiado en algunas personas y esas me han defraudado,
pero aun así seguiré confiando en mis amigos, claro siempre que no me den idea
alguna de que están rompiendo los principios con los que comulgo; tu respuesta
si confiaras en mí, hubiese sido que sí, pero como no confías en mí has
respondido como lo has hecho. No es eso Sebastián, no te vas a poner mal ahora
por eso. Keni, lo malograste cholo, ya fue. No Sebastián, no es así, es que yo
no voy a confiar a ciegas. Pero no te estoy pidiendo eso, estoy pidiendo que
confíes en mí, yo soy tu amigo y socio. Pues no, no confío en ti. Ya –
Sebastián sonríe.
Keni no confía en nadie porque ha entrado en un escepticismo
total, y no confía en Sebastián porque piensa que él puede ser tan corruptible
como cualquier político; ve en el profesor Rivas a un tipo extraño de quien
puede aprender algo, pero no confiar del todo. Aunque estuvo en un momento de
su tristeza – piensa que debe ser por la edad – Sebastián debe ser como el
resto, alguien que solo ve por sus intereses personales, que debe estar
maquinando cómo ganar dinero o sacar provecho de los demás.
*********
Sebastián saca de su bolsillo diez soles, los únicos diez
soles que tenía. Si Alejandra le hubiese dicho que sí estaría en aprietos
porque él pensaba que tenía veinte soles, felizmente que Keni le devolvió los
cinco soles que le debía. El chaufa le costó once soles.
Elena le sonríe, Sebastián le devuelve la sonrisa.
Si yo tuviera dinero, si tuviera mucho dinero compraría un
auto para pasear con Alejandra, la llevaría a donde ella quiera, le serviría
como si fuera su chofer y le llevaría a comer donde su capricho. Si tuviera
dinero, invitaría a comer a ese niño que vende frunas, le compraría las pastillas
a la mamá de Arturo y los muebles para Susana. Si tuviera dinero comería bien y
a mi hora, si tuviera mucho dinero compraría un departamento para que Alejandra
venga y esté cómoda conmigo, llenaría mi refrigeradora con lo que ella pudiera
desear.
Elena se admira y le da pena que Keni piense mal de
Sebastián, no conoce a éste ingenuo profesor que solo quiere dinero para
satisfacer las expectativas de alguien a quien ama y si le alcanza dárselo a
quien lo necesita.
No comments:
Post a Comment