Thursday, March 10, 2016

Elena, Elizabeth y Alejandra

Sí los he visto y me han gustado mucho, aunque parece que imitas a MAD – se refiere a Marco Aurelio Denegri. No, para nada, pero antes lo veía y por allí que me haya aprendido algo de sus ademanes, dime qué necesitas. Mira – Elizabeth se recoge el cabello y se acerca más a Sebastián para explicarle -, es sobre semiótica. ¿Y qué es eso? Recién lo estoy llevando, yo misma no lo sé, me han pedido que haga un ensayo y estuve leyendo este libro, pero me parece filosófico. A ver, Jacques Fontanille – Sebastián se admira del libro de autor francés -, bueno leamos, primero la introducción, la introducción nos ayudará a entender mejor.


Elizabeth se acerca y le coge la pierna de lo más natural. Sebastián no se inmuta, pero piensa por qué no es Alejandra quien le toca.

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Tu tío ha muerto. ¡Qué!, ¡qué pasó! Lo siento Sebastián, el tío a muerto.

Sebastián sale de la casa y apresurado camina por la Chimú rumbo a su cuarto.

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¿Alejandra estás viniendo? Sí viejito, me demoré un poco porque acompañé a mi mamá al centro, pero ya estoy en camino – A Sebastián le gusta cuando le llama “viejito” y además le gusta cuando Alejandra le cuenta los detalles. Está bien, te espero.

Sebastián va a su casa para hacer jugo e invitarle a Alejandra.

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Te parece si hacemos un alto para tomar algo. ¿Algo? Sí, te recuerdas que cuando iba a tu cuarto me invitabas jugos de fruta. Sí, lo hacía con mucho gusto por ti. Pues ahora yo voy hacer un jugo helado para ti. ¿De qué fruta? De fresas con leche. Perfecto, me gusta. ¿Es tu fruta preferida? No tanto, pero me parece un buen jugo la fresa con leche, mi fruta preferida es el mango y cuando hago jugo de mango le hecho limón. A mí no me gusta el mango. Sí, me lo dijiste una vez y por eso no te invité.

Elizabeth saca de su refrigeradora las fresas que están congeladas, hielo y agua embotellada. Las pone en su mesa de cocinar y hace el jugo.

Mientras muele, voltea a ver a Sebastián y él la ve muy linda; pero Sebastián se dice que no podría verse mejor que Alejandra.

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Lo siento brother pero no te van a perdonar por un tío, si fuera una madre o un padre, quizás un hermano, pero por un tío bien difícil; si gustas puedes faltar, pero igual te descontarán. Sí lo sé, no me importa el descuento, lo que me molesta es que es el primer día de trabajo, pero no importa, mi tío se lo merece.

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Alejandra llega, Sebastián la recibe con mucha alegría. Él se acerca para darle un beso y ella reacciona positivamente.

¿Estarás cansada? No, estoy muy bien; quería verte, varios días que no nos vemos. Gracias – Sebastián se maravilla de la delicadeza de Alejandra -, ahora vamos hacer tu informe. ¿Estás apurado? No, solo para que no se te haga tarde. No hay problema viejito, no hay apuro, el informe lo hacemos mañana, ¿vemos un video? Ya – Sebastián abre más los ojos de contento -, ¿qué quieres ver? A ver, no sé, a mí me gusta una romántica, pero… ¿tú que quieres? Yo – Alejandra siempre ha decidido sobre las películas y ahora le pide que lo haga Sebastián -, yo, no tengo idea, prefiero que seas tú quien decida. Ay viejito, ahora que te doy la oportunidad, por favor dime qué podemos ver. Ya está bien, veamos una sobre Hitler. ¿Hitler? Bueno, no sé, si no quieres normal. No, veamos la película, así me culturizo. Perfecto, estoy seguro que te va a gustar.

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¿Sabes?, mi amigo Luiz descubrió quién era Elizabeth – Sebastián le confiesa a Elizabeth. ¿Qué?, ¿quién te dijo que era? Me dijo, ya sé quién es Elizabeth; lo estuvo leyendo y ató cabos y medio Elizabeth es “…”.

Elizabeth se sorprende al escuchar su nombre, ella sabía quién era en la novela, pero nunca Sebastián le tocó el tema de frente.

¿Y qué le dijiste? Sonreí y le felicité por su demostración de inteligencia, luego le dije que Elena es “…” y que Alejandra es “…”.

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Terminó la película, a Alejandra le gustó y se lo agradeció a Sebastián.

Sabes, quería pedirte perdón por haberte abandonado la otra vez. No te preocupes, soy yo el tonto, no tenía por qué resentirme. No viejito, es mi culpa, lo reconozco, pero quiero que sepas que no quería fallarte, he estado tan atareada con el trabajo y además mi mamá me absorbe con sus cosas. Ya, no te preocupes Ale, yo te entiendo; más bien perdóname por molestarme a veces. Sabes, quiero ir a la montaña, quizás podríamos ir el domingo que estoy libre. Sería genial, ya el lunes voy a comenzar con los chicos, sería salir a caminar antes de mis labores propiamente pedagógicas. Entonces está dicho, vamos a caminar juntos a la montaña.

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Elizabeth siempre quiso saber quién era Elena, pero después de saber la existencia de Alejandra, ya no le interesaba tanto la primera musa. Ella sospechaba más o menos quién era Alejandra y al corroborarlo la odió mucho más.

¿Por qué le dijiste eso? Porque quería confundirlo, me pareció demasiada pretensión decirme quién era una de las musas de mi novela; por eso cuando le vi sorprendido por escuchar el nombre verdadero de Elena y que obviamente no se lo creería, es que me sonreí más y luego me carcajeé y le dije que le estaba bromeando y que se había confundido con Elizabeth.  

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Sebastián está muy tranquilo como para despedirse para siempre del tío Lobo. No ha recordado los detalles, no ha recordado cuando aprendió a manejar bicicleta, tampoco las confesiones que compartieron. 




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