Wednesday, March 16, 2016

Alejandra y Sebastián van rumbo a la montaña

Entra a su habitación, tiene un dolor de cabeza muy fuerte; piensa en Elizabeth, en que nada sucede con ella, en que también fue una farsa, que le mintió.

Qué puedo hacer, tengo que mentir. ¿Pensé que no mentías? –Sebastián se dio cuenta de una serie de cosas que Elizabeth ocultaba. Es que es así, a veces tengo que mentir para que no se preocupen. ¿Pensé que no me mentías? Te quiero, pero tú tienes algo en tu cabeza que no puede ser y por la forma en cómo te comportas es que decidí mentirte con lo de mi pareja, cuando volví con él y le llevé la comida, y cuando no tenía tiempo porque estaba con él. Lo noté y eso me dolió más – Sebastián mueve la cabeza. ¿Pero para qué lo querías saber? Quería pensar que tenías confianza en mí, que al menos si no tenía tu amor, tenía tu confianza. Lo siento Sebastián, pero no te puedo contar mi vida en detalles. Tienes toda la razón, y es por eso que ahora solo veo a alguien que desconfía de mí, que no me quiere.

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Alejandra y Sebastián van rumbo a la montaña, viajaron tres horas, comieron pollo antes de empezar la caminata.

¿Sebastián es mucho lo que tenemos que caminar? La verdad es casi una hora de camino, pero no lo vas a sentir. Ya viejito, sino me cargas. Con gusto ahora mismo te cargo – Sebastián abraza a Alejandra por atrás, ella ríe y se zafa. Ay viejito estás con ganas no. Alejandra, te ves tan hermosa. Gracias, siempre me dices lo mismo que ya me estoy creyendo. Es que lo eres, no sabes cuánto deseo nuevamente tocarte, besarte, estar como antes estábamos.

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Lo recuerdo muy bien Sebastián, comenzaste a cambiar y yo me fui. Sí, es que ya no te soportaba Elizabeth, no soportaba que me mientas, que me ocultes cosas, solo pensaba en que no me habías dicho tal o cual cosa, en que no eras gestual, en que no te interesaba. Y me di cuenta lo mucho que sufrías, pero no podía hacer nada. Creo que sí pudiste hacer algo y que lo hiciste bien, te fuiste de mi vida. ¿Eso quieres que haga Alejandra ahora? No, no lo soportaría; la amo tanto, y lucho conmigo mismo para no acabar con esto. Si todos te decían que yo era una chiquilla a quien debías abandonar, que nada bueno te podía ofrecer ni contribuir, yo ahora también te digo, Alejandra no es nada, ella solo es una niña mimada que en nada te puede mejorar. No es así, no quiero compárate con ella, pero ha sido la única que me ha dicho las cosas que hago mal de frente, en su inocencia me ha mostrado lo inmaduro que soy y me enseña muchas cosas más con sus gestos. Pero te hace sufrir, y eso no te contribuye, déjala, olvídate de ella, solo es alguien que te da trabajo, una cliente más, puedes hacer otros ensayos, otras estadísticas, puedes trabajar más en tus videos o en el colegio, ya no le permitas que vaya a tu casa, no le hables. No puedo, la amo. Se acabará ese amor con el desprecio que ella te demuestra. Esta vez no se acabará, es mi última oportunidad.

Elizabeth abre sus ventanas para que corra aire. Sebastián está en la mesa con la cabeza gacha.

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Hola Sebastián. Hola Hugo, ¿qué novedades? Aquí tranquilo, más bien me sorprendiste ayer que pasé por tu zona, te vi con una flaca alta, ¿es tu enamorada? No, es una amiga. Ya, porque esa flaca es una pendeja, es una loquita que anda con uno y otro. ¿Tú la has visto? No, pero en su cara nomás se nota que no es nada seria. Hugo, déjate de hablar tonterías, tú no conoces a Alejandra para que hables de ella, yo sí la conozco, es mi amiga y es una persona correcta como creo que tú no lo eres. Es que yo he escuchado cosas de ella pues, en la universidad la gente habla de ella. Pues habla porque la gente no tiene nada que hacer, qué van hablar de ella si ella trabaja, estudia, hace deporte y no tiene tiempo para nada. Bueno, de todos modos te digo nomás, además es bien jovencita y tú sabes cómo están a esa edad la chibolada. Con todo el respeto Hugo, pero te pido que no hables nada de Alejandra que tú no la conoces.

Hugo pasa hacer el pago de la matrícula. Sebastián se contuvo porque no quiso pelear como antes lo hizo con uno de sus mejores amigos porque comenzó hablarle mal de Alejandra. Hasta ahora no puede visitar la casa de Fabricio, porque la discusión llegó al extremo de que éste le botó de su casa.

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Sebastián, déjala – Elena le aconseja. Elena, la amo tanto. Por eso mismo déjala, ella comprenderá, ahora tú la estás incomodando y encima te estás poniendo en una situación negativa que te podría perjudicar, ya ni comes. Elena, todos me dicen que la deje, todos me dicen que me olvide de ella, pero yo no puedo, no puedo dejarla, la quiero tanto. Estás enloqueciendo Sebastián, se te va pasar, luego todo volverá como antes, ella por su lado y tú por el tuyo. Pero no quiero que sea así.

Elena le cubre con las sábanas blancas.

Sebastián, ella no confía en ti, ella te ve como alguien mayor, te puede admirar un poco, puede que te vea como un amigo, pero jamás te verá como hombre; eso ya pasó, tuviste tu oportunidad; tú mismo lo dijiste, ella fue tu última oportunidad – Elena le alcanza el cuchillo con que Sebastián cortó los mangos para invitárselo a Alejandra. ¿Qué propones? – Sebastián tiembla. Acabar con este dolor que tienes Sebastián – Elena le mira a los ojos y dirigiendo la mano de Sebastián que posee el cuchillo acomoda la punta en el pecho de éste -, es la única manera.

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Sebastián y Alejandra llegaron a la montaña, ella vio el paisaje y se alegró. Sebastián compra unas papas rellenas de un quiosco y le ofrece a Alejandra un plato.

Qué rico Sebastián, muchas gracias, este lugar es maravilloso, no sé por qué no vine antes. Ahora estás aquí conmigo y eso es lo que importa. Sebastián, te quiero mucho, no me abandones. Nunca lo voy hacer – Sebastián comienza a llorar. ¿Pero por qué lloras Sebastián? Porque me pediste lo que quería oír, lo que tanto he deseado que me digas, porque todo me dice que esto no tiene sentido, y tú me das la razón para seguir adelante.

Alejandra se pone de pie y comienza a transparentarse.

Sebastián, ¿sabes que esto es un sueño verdad?

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Elena empuja el cuchillo, le da un beso a Sebastián.


Perdóname, todavía te sigo amando.



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