Sunday, March 6, 2016

El regreso de Elizabeth

No tienes por que acompañarme hasta mi casa. Claro que tengo que hacerlo.

Ambos conversan durante el viaje, Alejandra es ingenuamente divertida. Ella quiere pagar en esta ocasión, le da cinco soles al cobrador – Sebastián le permite ese gesto.

Señorita, su moneda está mal. Pero, no puede ser, me lo dio mi papá. ¡Qué! No me digas que ahora don Walter también se dedica a la falsificación de monedas. Oye qué te pasa, mi papá no hace esas cosas, quizás tu papá será el que comete delitos por eso piensas mal de los padres de otros. Jajajaja, solo es broma negrita; no se preocupe señor, aquí tiene – Sebastián paga los pasajes. Gracias Sebastián. Está bien – Sebastián se siente feliz al lado de Ale.

Bajan en paradero “Pollo”, ella se para en la esquina y se acerca para despedirse, pero él le indica que irá hasta la puerta de su casa. Ella, muy cortés no le hace ningún miramiento. Se despiden al llegar a la casa.

¿A dónde vas ahora? A mi cuarto, pero antes estaré caminando por la Chimú – Sebastián está perdido. Cualquier cosa me llamas Sebastián – Alejandra se compadece de su amigo. No te preocupes, estaré bien.

Alejandra sonríe y se voltea para entrar a su casa. Sebastián la mira, se entristece.

Sebastián camina hasta paradero “Pollo”, su celular suena.

¿Elizabeth? Soy yo cholito, no sé si podrás, pero me ayudarías bastante. ¿Qué pasó Elizabeth? Es que mi prima cumple quince años y no tengo con quién ir, pensé que quizás tú podrías acompañarme. ¿Yo?, pero ahora estoy en la calle y mal vestido. No te preocupes, tienes una hora para venir, recién son las diez,  por favorcito Sebastián. Ya está bien, voy a cambiarme e iré a tu encuentro, ¿estarás en tu cuarto? Sí, yo recién me hice el peinado, voy a cambiarme, y te esperaré. Ya, no te preocupes.
Sebastián toma el carro, baja en Pirámide del Sol, llega a su cuarto.

Rápidamente se quita el polo, los zapatos, las medias, los pantalones y la trusa. Se mete en la ducha, se ve gordo y piensa que Elizabeth lo notará. No importa, igual ahora solo son amigos.

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No pensé que te tendría así. ¿Cómo así? Así tan alegre, bailando conmigo. Te he extrañado cholito – Sebastián recuerda las veces que le pedía que le llame así y ella no lo hacía- todos piensan que eres mi novio. ¿Y no se molestan por la diferencia de edad? No, no se nota – ella es mayor que Alejandra, la diferencia de edades entre Sebastián y ella no es abismal.

La quinceañera sale, Sebastián mira su reloj, está cansado.

Qué pasa Sebastián – Elizabeth le agarra de la mano. Es que estoy muy cansado. Pero no me vas a dejar aquí sola, ¿no? No, claro que no, nos vamos juntos.

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Sebastián y Elizabeth caminan hasta el Óvalo, allí toman un taxi.

Sebastián, ¿podrías ayudarme el domingo con un trabajo? Sí, pero en la mañana, porque en la tarde voy a grabar un video con mi amigo. Ya, es una cosa pequeña, solo una lectura. No te preocupes. Te has portado muy bien conmigo, qué tal si te invito el almuerzo el domingo. No, yo te voy a invitar almorzar. Pero si me vas hacer un favor, yo debería invitarte. Elizabeth, hace tiempo que no nos veíamos y ahora estoy muy solo, has llegado en un momento que necesitaba a alguien. ¿Estás bien cholito? No – Sebastián está mareado -, es lo de Elena. ¿Elena? Sí, no me ama. Pero me dijiste que ya la habías olvidado. Nunca la he dejado de amar y cada vez está más lejos de mí.

Sebastián deja a Elizabeth en la casa donde ella alquila un cuarto y él se va con el mismo taxi.

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Son las ocho de la mañana. Keni llama.

Hola cholo – Sebastián hace notar con su voz que está en cama -, ¿qué fue? Oe dormilón, levántate, conseguí la cámara y un trípode – Keni suena muy feliz. Perfecto cholo, estoy bien cansado, pero ya me voy a levantar. Ya papi, voy a mi casa, cualquier cosa me pasas la voz, a las cinco vamos a la casa de la tía. Perfecto cholito.

Sebastián se levanta, se pone las sandalias y se mete a la ducha. Piensa en Alejandra, piensa que a ella no le importa nada, que él le da de todo, pero que lo único que consigue es una simple amistad, que quizás deba acabar con esa relación dañina, que sería mejor que se alejara de todo.  Se da cuenta que su depresión le está ganando, desea abrazar a Alejandra. Se enjabona y trata de pensar positivo.

Se seca, se pone medias negras de vestir, pantalones de tela, bivirí, camisa blanca, una corbata negra y zapatos negros bien lustrados. Acompañará a Nellita al cementerio a visitar al tío Lobo, es un mes de su fallecimiento.

Revisa su cuenta de Facebook, la candidata al congreso se echó para atrás, se lo comunica a Keni por el chat y sale a la casa de su madre. 





Te regalaría toditas las estrellas, solo por un beso. 


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